sábado, 2 de agosto de 2014

TODO LO QUE TENGO ES MÍO


                               TODO LO QUE TENGO ES MÍO


¿Egoísta…? si, vale, y qué. Que soy cabezón es de todos conocido, a veces mal carado, otras veces obtuso, o todo a la vez, es posible. Creo que esto o es hereditario o se contrae como las malaltías que no nos sueltan, que pueden hacerse crónicas y no nos abandonan.
Reconozco que hay personas que me han ayudado mucho, eso también, pero al fin y al cabo, son bienes adquiridos, que nadie tiene el derecho de arrebatarte, lo veo así de sencillo, ¿Qué no es práctico, que hay que saber convivir con otros…? Vale lo acepto, no soy un robot, ni un humanoide de esos que hacen las cosas mecánicamente, soy un ser humano. Puede que distinto, ya no hablo ni de razas ni de otros elementos que me caractericen externamente, me refiero a mi propia idiosincrasia.

Soy como soy y punto pelota, lo bueno es, que el resto de las personas, son igual que yo confieso ser pero se lo callan, o ponen cara de circunstancias y sonríen, cuando no tienen ganas. A mí eso no me gusta, ¿ves? Si no tengo ganas de hablar no hablo, ¡Mal educado…! puede pensar alguien, pues bueno, que lo piense, y hasta si me lo dice a lo mejor le haré un gesto de aprobación, si tiene razón ¿por qué no dársela?, si eso le consuela…
Algún amigo me ha dicho de vez en cuando…   Tío, me extraña mucho de ti, eres una persona simpática, extrovertida, educada…  A ese le contesté un día que me dijo más o menos eso, que lo hacía, porque quería ligar con su hermana, que estaba muy buena.   No te creo, tú no eres así, si mi hermana te adora…   Si ya lo sé, pero es que yo me la quiero tirar, que es distinto.

Perdí su amistad, la de la hermana no. Creo que nada tiene que ver ser de determinada manera cuando persigues un fin, los francotiradores se camuflan de tal manera, que pasas por encima de ellos y ni se menean, luego te pegan un tiro en la cabeza, y otro conejo al saco.
En honor a la verdad, no sé disimular bien, no serviría para el oficio de francotirador, pero hombre que quieres que te diga, no estamos en guerra oye, estamos en otras batallas eso sí, pero son pacíficas y por mi parte si puedo, amorosas, en la medida de mis posibilidades claro.

Cuando estoy de buen talante ayudo en lo que puedo a la gente, en el pleno sentido de la expresión, me gusta, soy así. Mi hermana dice que soy demasiado bueno, le doy la razón, porque en ocasiones, cuando quiero hacer cosas buenas a las personas, se aprovechan de uno, entonces me cabreo como un mono loco, al que se ponga por delante en ese momento me lo meriendo, o por lo menos lo intento. Que me he llevado más de cuatro hostias por defenderme, cuando era más joven, ahora no, ya no estoy para esos trotes. Aún recuerdo una pelea que tuve en un bar, hace de esto unos cuantos años, acompañando a un par de amigas, nos sentamos en la terraza de un bar en Lloret de Mar, la barra interior salía hasta el exterior, y un par de gusanos, mientras yo pagaba la cuenta dentro, se metieron con ellas diciéndoles estupideces.
Les advertí a los dos que las chicas iban acompañadas, se hicieron los sordos y venga, toma y dale, ahora pasaron a mayores, les decían guarradas. Cogí un taburete de madera del bar, por la parte baja de una de las tres patas, les dije…   ¿Qué lo dejáis ya?, no contestaron y se volvieron de nuevo hacia las dos chicas, le toqué a uno de ellos en el hombro y en cuanto volvió la cabeza, le estampé el taburete en la cara. Le rompí la mandíbula, el menda no podía hablar, se quedó en el suelo, soltando sangre por la boca. Salí fuera y les dije que nos podíamos marchar, que ya estaba pagado todo, nos subimos en mi coche a una la llevé a su casa, la otra se vino conmigo a la mía.

Ya sé que estas cosas no se hacen así, mejor marcharse y no meterse en problemas, luego pensé, ¿pero si el problema lo tiene el que se quedó con la cara rota en el suelo?, el amigo ni respiró, allí se quedó cuidando del amigo.
Lo que es mío es mío, esa noche aquellas dos muchachas eran mías, que es como decir, mi responsabilidad.
Puede que pierdas algún amigo por una cosa así, forma parte del juego, pero no voy a cambiar por eso, yo me gusto tal y como soy, cuando no me guste buscaré a un terapeuta o me pegaré un tiro, bueno no tengo pistola, pero me puedo tirar al tren, porque al maquinista no me lo tiraré ni harto de vino.

Pues eso, ya ves, así voy resistiendo hace ya un montón de años, y la lata que daré todavía, no creas, o eso espero.



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