jueves, 14 de agosto de 2014

TÚ ALMA ME DICE ADIÓS


                                                       TÚ ALMA ME DICE ADIÓS




Me lo dijo en silencio aquella noche, tú silencio me anunciaba la despedida, tus ojos no me miraban, no podían, la cobardía evitó el cruce de nuestras miradas.
Estabas anunciándome que todo se terminaba, solo el latido alterado de este gran corazón tuyo, me hablaba, me decía…  “En parte ha sido mi culpa, he hablado de cosas que solo intuía, las he compartido con ellos, lo siento, yo no quería que esto terminara así”

Nuestras mutuas promesas de cariño, se desvanecían como pompas de jabón sopladas desde un rincón de nuestra casa, nuestro hogar. Tú sabías más de lo que yo podía entender entonces, pero no quisiste atender a los principios que hasta entonces nos tenían unidos, separados tan solo, por aspectos dolorosos como la enfermedad que me mantiene medio muerto, o medio vivo, que es así como lo quiero ver yo.

De hecho, hacía ya algún tiempo, que me estabas dando indicaciones, de que lo nuestro terminaba, que solo estábamos juntos por causa de lástimas innecesarias, de crispaciones mal sufridas, de desventajas mutuas, que nos privaban de una libertad individual, que ninguno quería.
Llegado el momento, había que preparar el escenario, para que la tragedia se desarrollara ante nuestra vista, éramos a la vez, espectadores y actores. Una tragedia griega, propia de ser escrita por un gran director, no había ninguno a mano, dejamos, que de los cuatro protagonistas que estábamos presentes, comenzara levantando el telón, y diera comienzo el primer acto.
¡Qué primer acto más desastroso…! si Zeus hubiera estado observando, le habría lanzado uno de sus rayos fulminantes. Una tragedia de este calado, tiene que tener más actos, pero ni eso fue posible, uno de los protagonistas principales se descolgó de aquella penosa tragedia, plagada de insultos y descalificaciones, abandonó el escenario, he hizo mutis por el fondo.

Tres corazones llenos de rabia y posiblemente ira, hasta odio podrían sentir, ¿quién sabe?
Lo peor de todo fue verte a ti, enmudecida, crispada pero cayada, con el corazón dividido en pequeños trozos. ¡Cómo si el corazón se pudiera repartir!   Este trozo para ti, este otro para aquél, el resto, lo repartís como mejor veáis, ahí lo tenéis.

Mientras, desde algún rincón que no adivino a saber cuál es, tú alma me dice adiós.
Y aún hoy, después de pasado cierto tiempo, siento en lo más profundo de mí ser, que tienes prioridades que más más haya de nuestros compromisos.
¿Sabes…? Quiero cumplir con la escena que me he comprometido a desarrollar contigo en esta tragedia, siempre estoy en el mismo escenario, siempre con la misma disposición, con las mismas ganas, esperando.
Si incumples el pacto, no se puede decir que hay amor de por medio, pues no tengo ocasión alguna para demostrártelo, seré yo quién te diga adiós, desde la lejanía.

Podrías tomarte esto que digo, como una simple amenaza, no lo es, tú no estás sola, yo sí.
Solo es una simple advertencia, de, en qué puede llegar a terminar este adiós. Sería un adiós mutuo, un adiós que tú procurarías.
Escribo, por ser este el mejor medio que conozco, para expresarme de manera instantánea, me conoces en este aspecto, mejor que yo mismo. No he escatimado alabanzas de tú persona, lo eres más allá de lo que nadie pueda imaginar, te aprecio.

No puedo expresarlo de otro modo, porqué tú alma, hace tiempo, me ha dicho adiós.




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