domingo, 10 de agosto de 2014

HÁBLAME DE AMOR



                                       HÁBLAME DE AMOR




Sé poco del amor, a veces me han inundado sentimientos felices, circunstancias que me han acercado a personas por las que he tenido determinado sentimiento, pero… amor, lo que se dice amor, no sé lo que es del cierto. Te podría soltar una retahíla de argumentos fáciles, elementales, sobre lo que entiendo que pueda ser, nada más. Cualquiera puede saber más que yo de este asunto, para mí, no deja de ser un aspecto abstracto de la vida.

Mira, ahora que lo pienso bien, se me viene a la cabeza la conducta de un niño de pecho, que se ase al pecho de su madre por necesidad, pero también por cariño a esa fuente de vida que sabe que lo es, su madre. Pasado el tiempo de esta mutua dependencia, cuando el niño crece, se desenvuelve con soltura, ese amor va muriendo con la edad, nacen otros vínculos, pero de los del principio, de cuando eran un alma sola, se alejan, los padres imagino, nunca dejan de querer a los hijos, creen en ellos a pies juntillas. He conocido a padres, que a pesar de que los hijos los han defraudado, se apegan a ellos, más las madres que los padres, será porque los han parido, porque los une el sufrimiento de la gestación, el parto. El cordón umbilical, y no hablo del figurado, sino del auténtico que lo mantiene vivo, atendido en todo momento, supongo que ese elemento cuenta mientras está ahí dentro, en el saco vitelino, nadando, buceando entre las entrañas de su madre.

Una cosa sí que sé fijo, tan pronto como un niño nace, conoce a la madre, su olor, el perfume de ella, toda entera, ha sentido los latidos de su corazón durante nueve meses, los sufrimientos  acontecidos en determinadas circunstancias adversas, por ejemplo, también la felicidad que la madre vive, cuando ríe y se alboroza, estos factores los une mucho. ¿Ilustra eso el amor por el que me preguntas?

Si buscas más explicaciones…, en poco más te puedo ayudar. No puedo servir de ejemplo para comparar el amor, soy un fracasado, aparte de que… “las comparaciones son odiosas”, sin embargo… hay algo que es común a todos los humanos, sentimos el mismo deseo de vivir, y en este apartado, puede que, en mi propia vida, puedas hallar respuestas. No es que vaya a contarte mi vida, nada más lejos de mi intención, solo te contaré como siento y vivo, luego, tú sacas las conclusiones que te parezca, haces el resumen.

Nací en la época de la posguerra española, mala vida tenían entonces la gente joven, los que querían casarse porque se querían, quiero decir. Entre ellos estaban mis padres, que queriéndose o sin quererse se casaron, no los juzgo, solo hago este apunte, porque en este asunto de amar, somos muchos los que tenemos algunos conceptos cambiados. Mi madre me parió con apuros económicos y de los otros, físicos, pesé cuatro kilos y medio al nacer… imagínate que monstruo de niño. Con mi hermano fue peor aún, cinco kilos pesó el zagal, vamos, criado casi. Trabajaban ambos, padre y madre como negros, más horas que las que tiene el reloj cuando da dos vueltas enteras al día. No tenían tiempo para nosotros, tenían que sobrevivir, y cuando quieres salvar la vida, te sujetas a un clavo ardiente con tal de no morir de manera miserable.
Cuando se quisieron dar cuenta, ya habíamos crecido bastante, normas sí que teníamos, y muchas por cierto, pero nos criamos casi en la calle, con los amigos, que igual que nosotros, tenían padres currantes. Entonces, comenzamos el despertar de la adolescencia, entre nosotros los amigos, comenzamos a sacar conclusiones de lo que era el cariño, de…   ¡Mira que buena que está Mari Carmen, que polvo tiene esta chavala!  Vale que es una vulgaridad, sí, tienes razón, pero es que nadie nos enseñaba, que era lo que había que hacer, para amar a alguien. ¿Qué pasa?, que desarrollé supongo que como cualquier otro, deseos egoístas, sexuales, al ser esta la conversación que casi siempre teníamos, en virtud de las chicas que se fueron uniendo al grupo de amigos, me convencí que el amor era eso, la cicatriz que hay, más abajo del ombligo.

Desde entonces y hasta ahora  -bueno, ahora no porque estoy caducado, como las conservas que están marcadas con una fecha concreta-, he caminado por la vida así, buscando y encontrando a mujeres, que por supuesto, no han tenido la misma intención que yo, algunas sí que no han preguntado nada y se desnudan fácilmente con ese fin concreto, pero en esto no se puede generalizar, la mayoría de señoras, son personas muy honradas, y se casan por amor, equivocadamente o no. Hay personas, que al contrario de mí mismo, tienen las ideas claras sobre lo que es o no el amor, el cariño, el afecto, y como se deben explotar estas cualidades, para el bien de la pareja.

Pues eso…, sobre esta base he fundamentado el amor, mal, pero que muy mal, así me ha ido… y no me quejo, ¿Qué motivo tendría para hacerlo? ¿Y si tu mujer buscaba lo mismo, casarse contigo por puro interés…? Allá ella, no es mi problema, solo puedo juzgar mis propios defectos, mi carácter… que lo juzguen otros, ¡a ver si tienen huevos de hacerlo sin equivocarse! Y lo hacen allá ellos, tengo comprobado, que las consecuencias de las acciones personales, opiniones y juicios, recaen sobre uno mismo, no hay vuelta de hoja, todos quedamos retratados en un cliché mientras vivimos, tarde o temprano, alguien echa mano al archivo, y entonces… ¡Zasss! sales haciendo una mueca de dolor en la foto.

Ya no hablo más del amor, estoy cansado, este tema me rompe por dentro, siento, que todas las fibras de mi cuerpo crujen cuando ahondo en este tema, ya te he dado la información que he podido. Ahora tú saca la conclusión que quieras.




                                                           -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-














1 comentario:

  1. Me parece bien que no hables sobre el amor si no lo conoces. Mucha gente escribe sobre él sin tener la menor idea y luego la gente se lleva decepciones cuando surge en su vida.

    ResponderEliminar