lunes, 9 de marzo de 2015

IMPLACABLE


                                                   IMPLACABLE

Que se le va a hacer, las cosas son como son no siempre como uno quiere que sean. Si piensas detenidamente, el cuerpo humano es perfecto en esencia, lo que sucede es, que ha medida que pasan los años, vamos caminando inexorablemente, hacia un destino que acaba con todos los males, la muerte.
No es que sea trágico, sabemos que debe ser así, en cambio nos resistimos a pensar que nos pueda pasar a nosotros, mientras estamos vivos, mientras somos capaces de hacer todo aquello que queremos, y decir todo aquello que nos apetezca, en definitiva, mientras nos sentimos vitales, poco nos importa lo que pueda pasar mañana. No percibimos que el tiempo pasa de forma implacable, y eso nos hace ser estúpidos más frecuentemente de lo que desearíamos.
No nos importa tener cuarenta años, estamos en plena forma y ppodemos con cualquier cosa, estamos llenos de vida aun. Pasados estos años, nos ponemos a pensar que ya no somos los mismos, las fuerzas comienzan a faltarnos para según que, de manera que nos ajustamos a un nuevo modelo de planteamiento de muchos asuntos, ya no llegamos a depende que estante, necesitamos la escalera, una escalera simbólica, una que hace que seamos más prudentes, solo faltaría que calléramos de ahí arriba, imagínate que trompazo, nos podríamos partir el alma.
Subir al tercer piso sin ascensor comienza a ser un calvario, las piernas duelen, las rótulas de las rodillas no nos dejan movernos como quisiéramos antes, ¿que hago voy al médico...? porque esta es otra, en cuanto pasas por la puerta del galeno comienzan a hacerte pruevas y resulta que te encuentran tres o cuatro cosas más que tú ni sabías que las tenías. Analíticas, radiografías, TAC y resonancias magnéticas, ¿pero si yo estaba bien, solo me duelen las rótulas de las rodillas...? no, estás equivocado, este dolor viene de algo más que uno no sabía.
Artrosis, ¡vaya por dios... con lo bien que estaba yo antes de venir al médico!, pues no señor, estás chungo tío. Ya no tienes veinte años, ni siquiera cuarenta, ahora a los cincuenta y cinco las cosas cambian. ¡Hay que ver cómo pasa el tiempo, parece mentira!, pues no, el tiempo es implacable y con todo el mundo igual, no tiene preferencias. El tiempo está muy bien representado por el reloj, es el mejor método de medirlo, y claro, cuanto más viejo se hace uno, menos se mira la muñeca de la mano.
Y si implacable es el tiempo, implacables se vuelven los amigos de la misma edad que la nuestra, hay excepciones claro, hay unos cuantos que se cuidan mucho, van al gimnasio a diario, nadan como si les fueran a dar una medalla, está bien cuidarse, lo malo es, que no hay garantía de que vayas a la tumba más tarde que los demás. El suceso imprevisto es para todos lo mismo, siendo que el tiempo es implacable y con el la vida, se hace impposible saber a quién se llevará hoy por delante, a un viejo de cien años o a un niño de cinco.
Si, es cruel, es injusto, es una mierda que pasen estas cosas pero la realidad es la que es y pasa a diario, desgraciadamente. La muerte siempre es trágica, pero cuando le llega a un niño es doblemente sentida.
Implacable, es así como se debe ver la vida, sutilmente implacable, como la serpiente que merodea los espacios por donde la gente camina, con el solo fin de seguir un camino que los lleve de vuelta a su casa, y pueden o no, tropezarse con ella.

                                                                  -------------------------

No hay comentarios:

Publicar un comentario