martes, 31 de marzo de 2015

SABOR A MIEDO


                                                                   SABOR A MIEDO

Padezco desde mi niñez sabor a miedo en casi todo cuanto hago. En el colegio, cuando nos hacían separar por la distancia de un brazo en la fila antes de entrar, en el patio, cantando el cara al sol, y el hinmo de las JONS. Ya entonces tenía miedo a no estar bien alineado con los compañeros que me rodeaban y que el conserge que repasaba las filas nos diera un palmetazo en las orejas para que sacáramos pecho, levantáramos la cabeza o solo por el simple placer de hacerse ver. ¡Que cacho de cabrón era el tal don Joaquín!
Esta mal llamada disciplina, se transformó en mi caso, en un temor permanente a casi todo lo que acontecía a mi alrededor. El carácter se me deformó por decirlo de algún modo, aunque con el tiempo, aprendí que lo aprendido de disciplina en el colegio, fueron las desviaciones de gente sin corazón, que llegaban de sus casas al centro escolar con sus frustraciones, que descargaban con los más débiles, los niños. Creo que eso fue lo que hizo, que me volviera de temeroso a temerario, de golpe, no le temía a nada, me peleaba por la más mínima cosa con otros chicos de mi edad y aunque en ocasiones recibía palos, otras los daba yo. Aprendí así a mantener determinadas distancias que me ayudaron y mucho a ser selectivo.
En la adolescencia cometes muchas torpezas, pues parecía ser el rey de las torpezas, casi todo me salía mal, salvo el ligar, en eso no tenía mucha competencia, a las chicas les gustaba mi carácter activo y desenvuelto, extrovertido y divertido, llegué a ser un poco, el payasete cuando hacíamos salidas al campo o íbamos de excursión. Organizamos entre dos o tres , salidas al extranjero, visitamos Suiza, Italia con una compañía de autopullmans bastante buena y que salía a precios razonables.
¿Cómo no iba a ligar si hasta en ocasiones a alguna de mis preferidas les salía el viaje gratis? Parte de mi comisión la cedía para que a alguna le saliera el viaje gratuito.
Sin embargo, dentro de mí, notaba el miedo ancestral que me marcó desde pequeño, y lo cierto es, que nunca pude con él, siempre me acompañaba. Hasta que punto llegué a compatibilizar el miedo y la temeridad, que en alguna que otra ocasión, tuve que esconderme debajo de la cama de alguna casada insatisfecha, entonces pensaba que aquello no era normal, que cualquier día me pillarían y saldría mal parado de verdad.
No puedo explicar las razones de aquel comportamiento, es imposible por lo menos para mí. Seguro que para las afectadas en aquellos planes también no lo sé, pero el caso es que me iba aquella marcha. Cuando llegué a ser una persona casada, y casada con la mujer que desde muy joven había deseado, las cosas cambiaron. En cuanto llegaron los hijos, quedé sumergido en otra atmósfera, la responsabilidad, posiblemente el miedo, me llevó a que procurara que jamás me faltara el trabajo, que siempre tuvieran lo necesario para poder ser felices.
Aunque ese miedo heredado desde mis raices, nunca me abandonó, temor a quedarme parado, temor a que alguien tuviera algo que decir del oficio que llevaba a cabo, miedo a muchas cosas que tuve que desepolbarme, en ocasiones tenía que examinarme a mi mismo y tratar de hacer una profunda reflexión de lo que me había llevado allí.
¿Miedo a vivir, miedo a sentir, miedo a haber tomado determinadas decisiones...?

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