miércoles, 11 de marzo de 2015
TODO VA BIEN
TODO VA BIEN
No hay porque preocuparse demasiado, hay que vivir de forma ordenada pero sin demasiadas prisas, sin desesperación, al fin y al cabo... todo va bien. Estas palabras, me las dijo un señor de unos cincuenta años, en paro desde hacía ocho y con dos hijos a los que mantener, uno de ellos, con una fase de parálisis cerebral y sin recibir por ello ayuda alguna del gobierno.
Me quedé con la boca abierta al escuchar a aquel hombre, la serenidad con la que afrontaba aquella situación casi cómica, increible, imposible de creer. Mire usted, no se asombre hombre, las cosas son como son, muchas veces, no podemos hacer nada por luchar contra un sistema que tiene establecidas determinadas leyes que son inamovibles, en mi caso ya he asumido que lo único que me resta hacer es venir aquí a pedir para poder comer y poco más. Ya veo que se lo toma con mucha filosofía, le dije, no se me ocurrió otra cosa la verdad. No es cuestión de filosofía, señor, aunque la razón nos asiste, hay ocasiones en las que no es suficiente, parece que el gobierno quiere que la gente se desespere, en mi caso no lo van a conseguir, sería seguirles el juego, y servidor a este trapo no entra.
Pero es que usted tiene sus derechos señor, debería usted... Sí ya sé lo que me va a decir, que reclame lo que es mío no es eso? Justamente eso. Pues mire, le voy a hacer otro apunte a lo que antes le decía, hay una gran diferencia entre lo que son los derechos y los deberes, por lo visto los que nos gobiernan miran a ver si antes he cumplido con mis deberes, si no he cumplido desde su punto de vista, no tengo derechos. Pero si usted ha cotizado tiene derecho a ser atendido... digo yo. Si, pero al morir mi mujer tuve que dejar de trabajar, mi hija tuvo que dejar de ir al instituto y yo me puse a buscar trabajo, bueno de hecho todavía estoy en ello, no desisto. Tuve que dejar de pagar los autónomos y en consecuencia tengo una carencia que no me permite cobrar nada, la ayuda familiar no me llega ni para las cosas que mi hijo necesita estando postrado como está.
Era increible aquella historia, me parecía que estaba escuchando un relato de novela negra, no podía creer lo que estaba diciéndome aquel hombre. Por otra parte, no se le veía pinta de tener la necesidad de mentir, por eso le pregunté si podía hacer algo para ayudarlo. ¿Cómo, ayudarme en qué? preguntó. Pues mire usted, suministro en mi empresa parte de la comida que aquí se reparte, si usted quiere trabajo yo se lo ofrezco, estaría asegurado y además le encargaría del almacén que lleva nuestros excedentes a los diferentes comedores de la ciudad, ¿aceptaría usted este trabajo?
El hombre, perplejo se me quedó mirando sus ojos comenzaron a manifestar cierto brillo que yo interpreté como pura emoción, después de unos instantes en silencio habló. Le agradezco profundamente la oferta que me hace, pero más se lo agradecería si este trabajo se lo diera a mi hija, es una gran chica, sabe organizarse muy bien y es honrada a carta cabal, respondo por ella. Pues no se hables más, cuando quiera que se presente a esta dirección, le di mi targeta y apunté debajo del logo de la empresa mi número de teléfono móvil. Que me llame cuando quiera, si es posible que sea pronto, me supliría en este trabajo de repartir yo mismo, al resto del personal lo necesito, no puedo prescindir de nadie.
Por la tarde la hija del señor me ha llamado, dice que desconoce la zona donde está escrita la direccion, le he dicho que pasará una furgoneta a recogerla mañana por la mañana a las nueve, estamos en un polígono comercial a las afueras de la ciudad. Encantado de conocerte, ¿tu nombre?, Elena, contesta, el mío es Fidel y este es el almacén donde vas a trabajar, allí verás a dos chicas más, con las que trabajarás con el fin de almacenar los pales que traiga una máquina, y disponerlos por zonas, en razón de unas listas que bajarán de mi despacho. Muy bien señor Fidel, ¿quién me dirá lo que tengo que hacer precisamente?, nadie, serás tú la que les digas a ellas, lo que deben o no hacer, esres la encargada de esta parte de la nave.
Elena ha enrojecido, sus mejillas de pronto se han vuelto rojas como el carmín, baja decidida y habla con las chicas que la están esperando, una de ellas está fumando en la puerta de la nave, le llama la atención, parece que le dice que aquí de fumar nada de nada, todo es inflamable, me alegra ver que toma la iniciativa sin miedo alguno. De momento necesita a un chofer que la lleve a repartir, pero sin decir nada a nadie, se ha apuntado a una auto escuela para poder conducir ella sin molestar a nadie.
El sábado al mediodía, cuando termina el trabajo de la semana su padre la está esperando en la puerta del trabajo, el hombre está contento, le pide a su hija que me pregunte si puede hablar un momento conmigo. Sube al despacho y me estrecha la mano. Señor Fidel quiero que sepa que ha sido usted muy amable al darle esta oportunidad a mi hija y en extensión a la familia, le estaré eternamente agradecido, muchas gracias. Me ha conmovido, es un hombre de pies a cabeza, no siempre te encuentras con personas de este calado. Mateo, a mí no me tiene que agradecer nada, su hija es como usted dijo una persona única, no tengo adjetivos para definirla, no le hacen falta. Me gustaría poder invitarlos a comer. Hoy no puede ser señor, he dejado a mi hijo a cargo de una amable vecina durante una hora, a fin de poder venir hasta aquí y hablar con usted. Pues entonces mañana, haga arreglos para que alguien se pueda ocupar de traer a su hijo con nosotros, por favor, los llevaré a un lugar especial.
De acuerdo, a partir de la una estaremos los tres listos.
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