QUERIDOS HIJOS
Desde que cada uno de vosotros nacísteis, nuestros corazones, el de vuestra sufrida madre y el mío, entraron en un estado de alegría tal, que se me hace difícil de descrivir. Culminásteis nuestros deseos de completar una familia que nos llenara de orgullo, de satisfacción, de triunfo. Sabíamos de antemano que se requiriría mucho esfuerzo, sudor y lágrimas, enfrentarnos a esta nueva situación, pero en cualquier caso, fueron satisfactorios todos los esfuerzos que tuvimos que hacer para criaros fuertes, sanos y además personas decentes.
El esfuerzo a veces te supera, quiero decir que yo personalmente, tuve problemas para controlar determinadas actitudes, quería que crecierais deprisa, que pudierais mostrar que podíais ser un ejemplo para todos. Creo que lo hemos conseguido, no solo la mama, todos en conjunto hemos logrado tener aquello que queríamos con tantas ganas, a excepción de mí, que por mi impostura me desmarqué demasiado tiempo de vosotros, de forma injusta, sin saber apreciar en un momento determinado de vuestras vidas lo que era más importante.
Y sin embargo, ahora, llegais a ser de nuevo lo más importante de mi vida, gracias por vuestro amor y aprecio, os estaré de por vida agradecido por la nueva oportunidad que me brindais.
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