jueves, 26 de marzo de 2015

LEJOS DE TODOS, CERCA DEL CIELO


                                                 LEJOS DE TODOS, CERCA DEL CIELO

No imaginé jamás que pudiera llegar a visitar ese lugar, y que allí fijaría mi residencia. Me necantó el pueblo, sus alrededores, sus gentes, todos se conocían, menos a mí, un recién llegado con cara de curioso. Comencé a pasear por los alrededores, casas viejas unas, nuevas otras, es evidente que hay bastante vivienda que los lugareños dedican a la temporada de esquí, donde antes vivía una familia, ahora se habían construído cuatro apartamentos. Seguro que tendrían camas auxiliares para recibir durante determinado tiempo a famias de seis u ocho personas, ya se sabe que aquí, desde que se desató la fiebre de la construcción de pistas de esquí, las familias alquilaban anticipadamente apartamentos de este tippo para pasarse todo el tiempo posible en la montaña, subiendo con los remontadores y deslizarse por las largas pistas de esquí.
Eso no es lo que yo quería, tenía poderosas razones para encontrar un lugar en el cual me pudiera quedar, es posible que fuera en parte, porque llega un momento en la vida, en el que te cansas de andar como un vagabundo, buscando la última frontera. Si no eres exigente a la hora de buscar un lugar para dejar reposar tus huesos, te acomodas a casi cualquier lugar que tenga las mínimas condiciones para darte lo que en este sentido yo busco, tranquilidad, paz y encanto, que es precisamente, lo que me sugiere este hermoso pueblo.
Por experiencia sé, que no se puede decir, este lugar será mi última mudanza, raro como pueda parecer, este pueblo me inspira firmeza, asentamiento, será que estoy cansado de tanto trajín, de tantas idas y venidas, debidas en buena medida, a indecisiones. Cuando no cuentas con todas las fuerzas necesarias para hacer cosas importantes, quedas coartado, mermado para saber incluso, si la determinación que tomas es la adecuada. Espero no equivocarme en esta ocasión, voy con todo el optimismo posible, dentro de los límites de la razón.
¡Hay tantas cosas bonitas todavía por experimentar de la vida...! soy vitalista, o por lo menos eso creo yo, no me desengaño facilmente, la experiencia es un grado importante para plantarle cara a los imprevistos, y sé que los habrá, por esa razón no va a venirme de nuevas algún que otro desencanto que pudiera sufrir. Eventualidades de la propia vida, eso es lo que simplemente son, nadie tiene un bosquejo completo, de las cosas que pasan durante el tiempo que uno pasa en este mundo. Muchas veces improvisamos y nos contamos películas de esas, en las que no podemos adivinar, quién es el bueno o el malo. No quiero decir con eso que la vida hay que vivirla de forma alocada, sin mirar a nuestro alrededor, no, eso jamás.
He decidido pues, habida cuenta de que lo que considero más importante ahora, es encontrarme a mí mismo, vivir un poco más cerca del cielo, en consecuencia, más lejos de las multitudes, que empañan mi visión de la vida ideal, seguro que no estoy del todo en lo cierto, pero... ¿quién puede decirme si estoy en lo correcto o no? Este pueblo, me inspira cierta garantía de seguridad, seguro que en cuatro días encuentro en él a personas que tienen ideas afines a las mías, solo debo buscarlas, luego atesorar todo aquello que me sirva, para sobrevivir con la paz necesaria antes de que llegue el fin que a todos nos acecha.

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