viernes, 6 de marzo de 2015

PUZZLE


                                                                  PUZZLE

Escogí un paisaje bucólico lleno de árboles y flores que comenzaban a llenar de verdor el bosque, fantástico por la belleza de la diversidad de sus plantas y flores, el pequeño rio que corría bajo un puente viejo, y una casa en una ladera de montaña junto a un sendero pedregoso, todavía transitado por carros y ganado. Todo un desafio, el panel medía un metro y veinte centímetros por setenta y cinco de ancho, muchas piezas para poder pensar que sería tarea fácil.
Comencé a seleccionar las piezas del mismo color y separé las que evidentemente formaban las esquinas, con estas no hay margen de error posible. La música chill aut sonaba en el equipo de alta fidelidad a un volumen muy moderado, este tipo de música me ayuda y mucho a concentrarme y poder calmar los nervios. La tarea iba a poner a prueba mi mente y mi cuerpo entero en consecuencia. Con una buena dosis de optimismo comencé a buscar y colocar las piezas, algunas de ellas fueron fáciles, los puzzles es lo que tienen, te dan una de cal y otra de arena.
Me dio por pensar que era lo mismo, salvando las diferencias, que mi matrimonio ya roto por causas que serían dificiles de explicar, la razón siempre está a favor de quién explica los motivos de la separación, en cambio, escuchar las dos versiones juntas es poco menos que imposible. Así pues, algunas cosas eran evidentes incluso a la familia y los amigos, mientras que otras formaban parte de la libre interpretación que cada cual le da a determinados hechos.
¡Que mierda...! pensar que hace poco estábamos tan bien, y sin saber cómo ni porqué, la pareja se viene abajo sin casi haber hablado de las cosas que nos inquietaban a los dos, falta de confianza mutua o falta de comunicación es lo mismo. El caso es que con solo un pretexto saltaron todas las alarmas y nos despedimos el uno de la otra sin ruidos ni reproches, con dos besos que siempre me parecieron una falta de consideración mutua. ¿Porqué besarse si ya no nos queríamos ver más? al principio me dolió que llegáramos a un acuerdo que por un y otro lado se rompió, así que acabmos con un divorcio contencioso, un asco vamos.
Con el puzzle sobre la mesa y sonriéndome a mi mismo, pensaba que con este juego de encontrar la pieza adecuada y encajarla en su lugar, en otro no cabía, superaba todos los inconvenientes que no pude superar con la pérdida de mi vida anterior, es decir, el de hombre felizmente casado con una hermosa mujer que creía que me quería.
Con ánimo positivo continué formando el conjunto de piezas y apretando en la otra mano las que sabían donde precisamente encajaban. Me fui a dormir con el espíritu relajado, tranquilo, sin pensar más en mi divorcio ni en las consecuencias que me trajo consigo, por supuesto que pensaba en mi ex esposa, tendría sus razones para pedirmelo, no la acusé de nada, unas personas tienen más aguante que otras, quizás esperaba más de mi y no se lo pude dar, lo más jodido de todo es que jamás me lo dijo.
Viviendo solo, el puzzle no me estorvaba encima de la mesa del comedor, normalmente uso la mesita de centro del salón para comer o cenar, es cojonuda una mesita de centro, es posible que la misma palabra que la define marque su uso, mesita de centro, centro de todo, para ver la tele, tomar una cerveza con los amigos viendo el fútbol, o comerse una pizza con algún ligue o amiga del trabajo.
Gente que me visataba estos días en casa, me decían que estaba loco, ¿Cómo se te ha ocurrido la idea de meterte en este fregao? pues es un hobbie como otro cualquiera, solo que este exige paciencia y concentración, nada más. El caso es que poco a poco, fui encontrándole el truquillo al puzzle, a veces he cogido un par de piezas al azar y resulta que casi de forma automática los dedos iban solos al lugar exacto donde debían ser puestas. Era una sensación cojonuda, ya a punto de terminar las mil quinientas piezas del paisaje, cuando solo me quedaban dos docenas de pequeños cartoncitos recortados con cantos romos, me abrí una cerveza de doble malta y me la bebí casi de un trago, me felicité a mi mismo por el logro del montaje total del puzzle.
Ahora solo me quedaba un pequeño inconveniente que resolver, donde iba a colocar aquella especie de mural, comparado con el espacio que tengo en el apartamento, el puzzle es grandioso. Un solo lugar podía seleccionar para colgarlo, el único paño de pared que tenía el espacio suficiente para lucirlo. Después de llevarlo con sumo cuidado a enmarcar y colocarle un cristal mate para evitar el polvo, cuando regresé a casa con él me dispuse a hacer dos taladros. Entonces me di cuenta que no podía descolgar lo que estaba allí, una fotografía de un viaje a Ibiza que hicimos juntos mi ex y yo en una playa a contraluz en una puesta de sol en blanco y negro, la habíamos hecho ampliar porque el fotógrafo captó la esencia de aquel momento. No se veían nuestras caras, solo nuestros torsos desnudos recién salidos del mar con las gotas de agua de mar resbalando por nuestros cuerpos.
¿Me gustaba todavía mi exmujer, la quería aun...? no me paré a averiguarlo, la vida te depara muchas sorpresas que a veces cambian el rumbo de los acontecimientos. Decidí no descolgar la hermosa foto y dejé el puzzle en el suelo, apoyado contra la pared. No representaba más que un tiempo que consumí y que tendría que haber dedicado a casas más importantes, en su tiempo dedicarle más tiempo a mi esposa, salir juntos a cenar o simplemente a pasr un par de días en una casa rural, eso le hubiera encantado. Me entí responsable por ello, de manera que me senté en el sofá, cogí el móvil y la llamé, sentí la necesidad de oir su voz y saber como estaba.
Estuvimos hablando más de una hora, preguntádonos mutuamente cosas relacionadas con nuestras vidas actuales, no salía con nadie, en mi caso solo me había encontrado de manera furtiva  con algún ligue pasajero, ella lo mismo que yo encontró a algún que otro hombre que sabiendo que era divorciada y tan joven aprovechó la ocasión de pasar una noche con ella.
¿Que te parece si nos vemos un día y cenamos juntos?    Me parece bien, cuando tu quieras.
Dos días después paseamos juntos junto al jardin del restaurante con las manos cogidas, riéndo como dos niños, culpándonos a nosotros mismos de lo sucedido hace dos años atrás, nuestra separación.

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