LA VIDA PENDIENTE DE UN ALFILER
Esa es la forma en la que casi todos vivimos la vida, pendientes de un fino alfiler, que no cose solo sujeta, es el modo de ver la vida, estamos todos al amparo de incertidumbres y casualidades. No te cruces con gatos negros, pisa mierda que trae buena suerte, no pases por debajo de una escalera, ¿mera superstición o realidad personal, convencimiento de que así se vive mejor? se puede escoger en caso de que la vida te vaya mal, ir a la feria y jugar a los boletos de la tómbola, a lo mejor te toca un peluche que solo durará unas cuantas noches si te quieres calentar con él.
No quieras para ser más feliz, darle más dinero a la mujer a la que dejaste de querer, no la laejarás de ti por eso, muy al contrario, la tendrás sujeta aunque con un frágil alfiler, cerca de ti, ella no ha dejado de querer, a saber porqué, puedes intentar comprenderlo de mil maneras diferentes, pero la realidad es, que es el dinero el que la mantiene cerca de ti. Jodido va quién tiene una prenda a medio hacer, necesita alfileres, hay que embastar mucha tela y dobladillos, hacer a medida el largo de las mangas, puntear si está decidida a enseñar toda la pierna o solo va a llegar a ran de rodilla. No está decidida si la chaqueta va a ser cruzada, o de solapa normal con dos botones.
Es por eso que los alfileres son tan baratos y vienen en cajas de plástico de miles de agujas, hay que usar muchas y la mayoría los sastres las llevan clavadas en un pequeño colchón sujeto a la muñeca, la tiza marca el lugar donde se tienen que colocar las agujas, esas que van a decidir nuestra vida, nuestro traje, dígase como se quiera.
Valdría la pena comprar uno hecho, aunque se le tuvieran que hacer pequeños retoques, pero ese no es el caso, cada cual quiere el traje a medida. Por eso prosperan día a día abogados, procuradores y jueces, hacen falta cada vez más y sin garantía alguna de que la prenda quede a tu gusto, no puedes quejarte si al final vas enseñando el culo, la sastresa no va a retocar esa falda tan complicaa de confeccionar, o si las solapas de la chaqueta miran cada una por un lado diferente y las hombreras aparentan que está jorobada. Es lo que hay, lo mismo sucede con los hombres al terminar el traje o unos sencillos pantalones, puede que una pernera te llegue al tobillo, mientras que la otra, la vas arrastrando por el suelo.
El asunto está en si se conformarán cada una de las partes de pasear de esa guisa por la vida, considerándose perdedores o ganadores. La verdad, creo que en ambos casos todos pierden, los alfileres no pueden reparar los sentimientos rotos, las emociones disueltas en un instante como si se hubieran sumergido de pronto, en un disolvente ácido y corrosivo.
El caso es que siempre habrá quién considere que le hacen falta alfileres para hacerse trajes a medida, aun a pesar del riesgo que entraña el saber si te lo van a hacer bien o no.
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