¡CUÁNTO PAPELEO PARA NADA!
Tengo en mi casa dos cajones de
un armario, lleno de papeles que ya ni sé de qué van. Seguro que algunos son
importantes, recibos de alquiler del piso, pagos de la luz, gas agua y otros
servicios que se me han prestado y que en consecuencia hay que pagar. Hasta
aquí vale, el caso es que aparte de estos papeles que reflejan lo que uno debe
pagar, y que conste que los tengo bastante bien clasificados, tengo otros
papeles que no sé para qué sirven. Demandas interpuestas por mi ex mujer, en la
que me pide que debo de pasarle no sé cuantos cientos de euros de mi pensión de
invalidez.
Mi abogado me escribe una carta
en la que me explica las razones del porqué no debo pasarle ni un solo duro,
papel guardado… No tiene usted ninguna obligación porque está usted en esta
condición… otro papel guardado que da fe de la opinión de determinados
artículos de ley que explican con todo detalle la razón que me asiste. Así
continuaría con una lista interminable de papeles, que harían gozo en un fuego
del día de San Juan. Alguna vez me han pedido algún papel del tipo que sea,
pues oye, nada, no he podido dar con él, eso teniéndolo todo guardado como
quién dice como oro en paño.
No me gusta meter la
documentación que me llega a casa en una bolsa de la compra, de esas de plástico,
no porque luego a la hora de la verdad no hay quién sea capaz de encontrar
absolutamente nada. Aunque lo sé de buena tinta, a veces las instituciones te
saturan con documentos para saturarte, parece que se quieran reír de uno, lo
peor de todo es, que no tienes más remedio que tragar, o te comes el papel o lo
tiras a la basura, lo segundo es lo más práctico. Pero… ¡Cuánto papeleo para
nada…, parece mentira! El mundo estaría mucho más bonito, si los árboles que se
usan para hacer papel se mantuvieran en pie, dieran sombra al cansado, y nos
libraran de cosas inservibles como puede ser tener que rebuscar entre los
papeles que guardamos lo que realmente interesa.
Un amigo del pueblo donde vivo,
va acumulando todos los papeles en el mueble bar del aparador que tiene junto
al comedor… oye, cada vez que le llega una carta del tipo que sea o algún
documento importante, abre hacia abajo la puerta del bar ¡y ahí va todo…,
desparramado como si hubieras echado un cubo de agua pero en papel, da miedo
verlo, otros que ven la escena conmigo, se mueren de risa. Él tranquilamente,
imperturbable, recoge todo lo que ha caído del mueble y lo vuelve a apilar en
el mueble bar, es la leche, nunca puede
llegar a disponer las cosas, del mismo
modo que estaban. La buena de su mujer menea la cabeza de un lado a otro,
y se resigna a que llegue cualquier otra carta, cualquier otro sobre con
propaganda electoral dentro, o una factura, para meterla por la rendija del
mueble de bar, como si fuera el cartero que mete una carta en un buzón.
Cuanto papeleo para nada… si has
perdido una carta, o nadie ha respondido a tu requerimiento, no pasa nada, con
decir… “Está usted segura de haberme enviado esta factura, (por ejemplo),
porque lo que es yo no he recibido nada, ¿me la puede enviar de nuevo por
favor? Y así las cosas se dilatan, se cortan más árboles y uno se ríe por dentro
pensando en lo tontos que son los de la administración.
Demasiadas burocracias y pocos
métodos efectivos para evitar que esto, se vuelva a repetir.
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