domingo, 17 de julio de 2016

FIESTAS DEPENDE DE PARA QUIÉN

                                                 FIESTAS DEPENDE DE PARA QUIÉN

En mi casa no hay fiestas, cuando todo el mundo se va de fiesta, todos y digo todos sin excepción en casa trabajamos. Yo lo hago en un hotel de costa, mi mujer en la cocina del mismo lugar y mi hija con dieciocho años, trabaja en una discoteca de reconocido prestigio en la misma localidad aunque un poco más lejos que nosotros. Nos encantaría que trabajara a nuestro, con nosotros, haciendo cualquier otro trabajo que aparte de ser bien remunerado como en nuestro caso, por lo menos pudiéramos volver todos juntos a casa a una hora razonable.
La gente que estás de vacaciones eso no es capaz de verlo, quieren ser servidos y lo más rápidamente posible, no se pueden hacer cargo de lo duro que es para nosotros, trabajar sin casi vernos a pesar de estar  cerca. Mi trabajo consiste en procurar las habitaciones más cómodas a los clientes más exigentes, no puedo desviarme de este camino que la dirección me tiene trazada. Mi esposa no para en la cocina preparando todo tipo de platos que se anuncian en la carta que a menudo no son fáciles de hacer, pero es una buena cocinera y puede con todo. Mi hija de tan solo dieciocho años, tiene que andar de acá para allá limpiando mesas, dejándolas dispuestas para los que ya están esperando en la puerta, la música llama a los jóvenes a hacer cola delante del local con el fin de alguien les diga que pueden pasar y les encuentren un sitio donde poder colocarse.
Le tocan el culo algunos descarados, de los que no puede decir nada, por temor de que la echen a la calle. El inconveniente está, en que los tres tenemos horarios diferentes. Cuando yo voy para casa, mi mujer todavía está en mitad de su trabajo, a mí me pilla algunos días durmiendo, cuando ella duerme yo tengo que levantarme, cuando esto en la ducha frecuentemente llega mi hija a las tantas de la madrugada, de veras que es un sin vivir tener estos trabajos, mientras los demás están disfrutando tan ricamente de sus vacaciones. Pero alguien tiene que hacer estas labores que no son del todo agradables y que te entristecen un poco al ver que toda l familia colabora pero con malos resultados.
¡Si los veraneantes se dieran cuenta del sacrificio que representa para más de uno… seguro que se irían de vacaciones a algún lugar más alejado, o quizás a hacer un crucero donde el trabajo está mejor distribuido!
Las fiestas de los demás son un martirio para nosotros, este trabajo, para nosotros no termina con las vacaciones, en ocasiones la temporada se alarga hasta que el cuerpo dice basta, entonces llegan los recambios, como las piezas de un coche que no puede detenerse jamás porque tiene la bandera del taxi en alto.
No me quejo por mí, estoy acostumbrado a esta clase de trabajo, pienso en el resto de mi familia que desde que están metidas en este empleo, no han tenido ni un solo día de descanso. Las fiestas son solamente para unos cuantos privilegiados que además por pagar esos servicios, exigen lo que no les corresponde en algunas ocasiones.


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