FIESTAS DEPENDE DE
PARA QUIÉN
En mi casa no hay fiestas, cuando
todo el mundo se va de fiesta, todos y digo todos sin excepción en casa
trabajamos. Yo lo hago en un hotel de costa, mi mujer en la cocina del mismo
lugar y mi hija con dieciocho años, trabaja en una discoteca de reconocido prestigio
en la misma localidad aunque un poco más lejos que nosotros. Nos encantaría que
trabajara a nuestro, con nosotros, haciendo cualquier otro trabajo que aparte de
ser bien remunerado como en nuestro caso, por lo menos pudiéramos volver todos
juntos a casa a una hora razonable.
La gente que estás de vacaciones
eso no es capaz de verlo, quieren ser servidos y lo más rápidamente posible, no
se pueden hacer cargo de lo duro que es para nosotros, trabajar sin casi vernos
a pesar de estar cerca. Mi trabajo
consiste en procurar las habitaciones más cómodas a los clientes más exigentes,
no puedo desviarme de este camino que la dirección me tiene trazada. Mi esposa
no para en la cocina preparando todo tipo de platos que se anuncian en la carta
que a menudo no son fáciles de hacer, pero es una buena cocinera y puede con
todo. Mi hija de tan solo dieciocho años, tiene que andar de acá para allá
limpiando mesas, dejándolas dispuestas para los que ya están esperando en la
puerta, la música llama a los jóvenes a hacer cola delante del local con el fin
de alguien les diga que pueden pasar y les encuentren un sitio donde poder
colocarse.
Le tocan el culo algunos
descarados, de los que no puede decir nada, por temor de que la echen a la
calle. El inconveniente está, en que los tres tenemos horarios diferentes.
Cuando yo voy para casa, mi mujer todavía está en mitad de su trabajo, a mí me
pilla algunos días durmiendo, cuando ella duerme yo tengo que levantarme,
cuando esto en la ducha frecuentemente llega mi hija a las tantas de la madrugada,
de veras que es un sin vivir tener estos trabajos, mientras los demás están
disfrutando tan ricamente de sus vacaciones. Pero alguien tiene que hacer estas
labores que no son del todo agradables y que te entristecen un poco al ver que
toda l familia colabora pero con malos resultados.
¡Si los veraneantes se dieran cuenta
del sacrificio que representa para más de uno… seguro que se irían de
vacaciones a algún lugar más alejado, o quizás a hacer un crucero donde el
trabajo está mejor distribuido!
Las fiestas de los demás son un
martirio para nosotros, este trabajo, para nosotros no termina con las
vacaciones, en ocasiones la temporada se alarga hasta que el cuerpo dice basta,
entonces llegan los recambios, como las piezas de un coche que no puede
detenerse jamás porque tiene la bandera del taxi en alto.
No me quejo por mí, estoy
acostumbrado a esta clase de trabajo, pienso en el resto de mi familia que
desde que están metidas en este empleo, no han tenido ni un solo día de
descanso. Las fiestas son solamente para unos cuantos privilegiados que además
por pagar esos servicios, exigen lo que no les corresponde en algunas
ocasiones.
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