LLORAR
Me
gusta llorar, bien, no sé bien si es que me gusta o que cualquier cosa buena me
emociona, de cualquier forma llorar dicen que es bueno y me lo tomo como un
cumplido en mi caso. Me conmuevo cuando veo algo o a alguien que hace algo
bueno. Una planta que como si fuera salida de la nada, asoma por entre la
tierra bien labrada y lucha para que el sol, la lluvia y el aire, la haga
crecer.
Cuando
lloro a causa de alguien es bien
diferente, lloro por lo perdido y por la pérdida que ha causado esa pérdida.
Lloro y me conmuevo cuando alguien se ofrece a ayudarme, posiblemente no lo
haga de forma exterior, pero en mi interior, cuando esta acción de bien la
dirigen a mí, lloro por dentro como si fuera un niño. De todos mis hermanos. Yo
soy el que ha salido el llorón de turno, el más débil, y de esta forma el más
vulnerable, lo acepto como un cumplido porque no puedo evitar ser como soy.
Mis
otros hermanos son más duros, quizás eso signifique que son más realistas, doy
por sentado que eso no significa que sean menos tiernos, el caso es que lo
expresan de otra forma, no dudo ni por un instante que no sientan porque no
lloren como yo lo hago, pero a mí me gusta expresarlo de manera externa. No
creo que eso sea malo, lloro porque soy un ser humano, quiero seguir llorando
como lo hago ahora; sí lloro, ¿qué hay de malo en ello? Lloro por casi
cualquier cosa que suceda a mí alrededor, y me gusta abrazar a la gente a la
que amo, a los que me conmueven por su
actitud, por animarme y por aquellos que no lo han hecho.
Llorar
es un sentimiento que creo que como en el caso de todo ser humano, es legítimo
y necesario. No creo que el no llorar lo haga a uno más fuerte, todo lo
contrario, es una muestra de debilidad que no se debe pasar por alto antes al
contrario, llorar a mí me fortalece, me hace ver que soy un ser duro, sensible
pero duro, no paso por alto esta emoción que todos deberíamos saber sentir
desde lo más profundo de nuestras almas. Llorad conmigo, experimentad este
sentimiento que hace que nos estremezcamos, que nos unamos en un paraíso de
protección de problemas que nos afectan pero que por medio del lloro o llegado
el momento el llanto, podamos mostrar que lo inevitable también es sensible,
frágil y normal, de otro modo no se nos habría colocado en este mundo.
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