viernes, 15 de julio de 2016

NO ENTRES EN ESTE JUEGO

                                                       NO ENTRES EN ESTE JUEGO

Como para todas las cosas hace falta cierto nivel de conocimiento y perspicacia, en el juego y desafíos que plantea el sistema en el que vivimos es lo mismo, la única diferencia es que como en ciertos juegos, si no conoces las reglas y aun sabiéndolas, sales perdiendo. No hay que entrar jamás en juegos que uno desconoce o cree que conoce, y cuando se mete en él hace el ridículo más espantoso que se puede imaginar.
Algunos creen que por tener muchos hijos tienen el futuro asegurado, otros piensan lo contrario, los hijos son una mala inversión cuantos menos mejor y si puede ser ninguno todavía mejor, se complacen al ver a otros con grandes familias, cuando fracasan estrepitosamente, y caen en divorcios que no tienen remedio de ningún tipo. No hay que entrar en juegos de los que solo se conocen las reglas de oídas, hay que sentarse a la mesa y cuando se reparten las cartas probar si se tiene suerte y puedes ganar, cosa que casi nunca ocurre. Hay una frase hecha que dice… “Que ganes y tengas suerte en la vida, ella sabrá que hacer contigo”.
¡Claro que en la vida hay espacio para los aventureros…! Los hay a montones y lo digo por experiencia, pero casi siempre estas experiencias salen mal, en la aventura se improvisa, no puedes prever cuando termina un camino o cuando comienza un río imposible de cruzar. De ahí que se le llame aventura, y con todo y con eso, grandes exploradores y expertos en esta clase de vida, la han perdido en un instante. Todo está lleno de espacios, de obstáculos, es fácil perderse y caer en el precipicio de la desesperación, del arrepentimiento cuando ya no hay posibilidades de dar marcha atrás. Es preferible ser cautos, madurar los planes que uno tiene en la cabeza y solo entonces, valorando los riesgos a los que quedas expuesto, dar el paso. Los temerosos son mucho más estables, más quietos, observan, valoran y sin embargo aunque tengan todo a su favor, se quedan quietos.
Tarde o temprano llega su oportunidad, y entonces estallan de gozo, se dan cuenta que ha valido la pena la espera, han encontrado el buen camino, la estabilidad que va asociada a la felicidad que sin darse cuenta, crece y crece, cual río alimentado por las nieves del invierno, cuando llega la primavera.
Pero para todo esto, hay que dejar que pase el tiempo, sí la vida es breve y hay que aprovecharla, pero en nuestra mano está usarla con buen fin, sin que nadie se aproveche de nosotros, ni aprovecharnos nosotros de otros, al observar el grado de desesperación o de falta de juicio de la otra persona. Parece que esto sea una lección de moralidad, no es eso, es solo que hay que evitar entrar en un juego en el que perdamos siempre por la mínima, pero perdemos. La ruleta juega para que apostemos, nunca sabemos dónde se va a detener, solo sabemos que se detendrá y quizás nuestros esfuerzos, nuestras ganancias se esfumen en un abrir y cerrar de ojos.
No vale la pena entrar en un juego en el que se puede perder la vida, quizás no la vida física, pero si la moral, que es en definitiva la que importa.


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