SOLES CIEGOS
A estas horas, después del
desayuno, en la residencia, hay doscientos pares de ojos que miran y que no
ven, son los cuidadores y técnicos sanitarios los que miran por ellos. Los
dirigen, les dicen lo que deben hacer, cuando y como, no los dejan mirar, porque
no tienen por qué mirar nada que a ellos no les interese.
Si es verdad que cuando vienen
los familiares a visitarlos, las cosas cambian sustancialmente, entonces les
dejan abrir los ojos, pero después de tantos días sin visitas, ya no ven nada.
Los hijos y nietos de los abuelos ni siquiera se alegran de estas visitas,
están acostumbrados a la oscuridad y a que los lleven de la mano a todas
partes, confían en sus cuidadores más que en la propia familia, al fin de
cuentas son ellos los que los hacen sentarse en los asientos del comedor, comer
los purés que hacen que se vayan patas debajo de manera continua, y así, poco a
poco se van deshidratando y quemando la salud dentro de ese centro de cuidados
extremos para la gente mayor.
Durante la noche se escuchan unos
gritos espeluznantes, sueñan, llaman a los suyos, les piden que los saquen de
ahí, que quieren morirse de una vez, terminar con ese suplicio que los va
consumiendo poco a poco y que les va atrofiando la mente hasta límites
insospechados. ¡Qué bonito es el gimnasio que les tienen preparado! ¡Qué
hermoso jardín ese que les procura paz y una calma difícil de encontrar en otro
lugar! Pero cuando salí de allí, con todos mis respetos por la labor que llevan
a cabo todo el personal que trabaja allí, me vi bendecido por una mano divina.
Las residencias de la tercera
edad o cuarta en algunos casos, son para personas que no tienen alternativas,
donde los hijos y el resto de la familia ven a sus mayores como meros estorbos en
sus casas. Prefieren pagar lo que sea necesario con tal de tenerlos lejos y
separados de las vidas corrientes que llevan en sus propios hogares. Desde
determinado punto de vista es apropiado que se tenga a los abuelos en una
residencia, facilita la vida del resto de la familia en todo sentido, pero no
debe servir cualquier excusa para que viendo todavía, los conviertan en
personas ciegas, y creedme en muchos aspectos este lugar está lleno de personas
ciegas porque no las dejan ver, les han hecho creer que ya no son personas
válidas, más que para que se les cambien los pañales tres o cuatro veces cada
día.
En la medida que podáis no dejéis
a vuestros parientes en lugares así, ven, pero es como si estuvieran ciegos,
muchos de ellos, la mayoría no dicen
nada, no se quejan, no pueden, creen en el convencimiento de que los han metido
allí porque es lo mejor para ellos, pero no es así. Se alegran cuando reciben
nuestras visitas pero más contentos estarían si estuvieran al cuidado de sus
parientes, al fin y al cabo ellos son los responsables de nuestra vida, de
nuestros logros.
----------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario