sábado, 2 de julio de 2016

SOLES CIEGOS

                                                                 SOLES CIEGOS

A estas horas, después del desayuno, en la residencia, hay doscientos pares de ojos que miran y que no ven, son los cuidadores y técnicos sanitarios los que miran por ellos. Los dirigen, les dicen lo que deben hacer, cuando y como, no los dejan mirar, porque no tienen por qué mirar nada que a ellos no les interese.
Si es verdad que cuando vienen los familiares a visitarlos, las cosas cambian sustancialmente, entonces les dejan abrir los ojos, pero después de tantos días sin visitas, ya no ven nada. Los hijos y nietos de los abuelos ni siquiera se alegran de estas visitas, están acostumbrados a la oscuridad y a que los lleven de la mano a todas partes, confían en sus cuidadores más que en la propia familia, al fin de cuentas son ellos los que los hacen sentarse en los asientos del comedor, comer los purés que hacen que se vayan patas debajo de manera continua, y así, poco a poco se van deshidratando y quemando la salud dentro de ese centro de cuidados extremos para la gente mayor.
Durante la noche se escuchan unos gritos espeluznantes, sueñan, llaman a los suyos, les piden que los saquen de ahí, que quieren morirse de una vez, terminar con ese suplicio que los va consumiendo poco a poco y que les va atrofiando la mente hasta límites insospechados. ¡Qué bonito es el gimnasio que les tienen preparado! ¡Qué hermoso jardín ese que les procura paz y una calma difícil de encontrar en otro lugar! Pero cuando salí de allí, con todos mis respetos por la labor que llevan a cabo todo el personal que trabaja allí, me vi bendecido por una mano divina.
Las residencias de la tercera edad o cuarta en algunos casos, son para personas que no tienen alternativas, donde los hijos y el resto de la familia ven a sus mayores como meros estorbos en sus casas. Prefieren pagar lo que sea necesario con tal de tenerlos lejos y separados de las vidas corrientes que llevan en sus propios hogares. Desde determinado punto de vista es apropiado que se tenga a los abuelos en una residencia, facilita la vida del resto de la familia en todo sentido, pero no debe servir cualquier excusa para que viendo todavía, los conviertan en personas ciegas, y creedme en muchos aspectos este lugar está lleno de personas ciegas porque no las dejan ver, les han hecho creer que ya no son personas válidas, más que para que se les cambien los pañales tres o cuatro veces cada día.
En la medida que podáis no dejéis a vuestros parientes en lugares así, ven, pero es como si estuvieran ciegos, muchos  de ellos, la mayoría no dicen nada, no se quejan, no pueden, creen en el convencimiento de que los han metido allí porque es lo mejor para ellos, pero no es así. Se alegran cuando reciben nuestras visitas pero más contentos estarían si estuvieran al cuidado de sus parientes, al fin y al cabo ellos son los responsables de nuestra vida, de nuestros logros.


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