viernes, 1 de julio de 2016

GRADOS DE DIVERSIÓN

                                                            GRADOS DE DIVERSIÓN

Ese verano estuvimos de vacaciones toda la familia en la Costa Dorada, la estancia era asequible para la familia, parecía que el lugar, era un buen sitio donde pasar tres semanas despreocupados de los problemas cotidianos, desconectar de las preocupaciones que normalmente tienes durante el año. Pensar solo en solazarnos en la playa, comer alguna buena paella, pasear y conocer los alrededores, ir a Port Aventura y recrearnos con las magníficas instalaciones lúdicas para niños y mayores era nuestro único propósito.
La idea era buena los planes relativamente sencillos, habida cuenta de las ofertas que la agencia de viajes nos hizo, y los precios que se ajustaban a nuestro presupuesto. Todo dispuesto, cargamos el coche y nos dirigimos sin prisa alguna a nuestro destino. Los dos o tres primeros días todo fue a pedir de boca, prácticamente todo estaba a nuestro gusto, la playa perfecta, en fin, que durante el día disfrutamos como enanos en un circo.
A la cuarta noche comenzaron las complicaciones, nuestros dos hijos quería salir a ver el ambiente de la noche, el primer día los acompañamos, en un local de buena reputación y ambiente sano, tomamos unas copas, ellos dos sin alcohol evidentemente, Nuestra hija Begoña no puso demasiado buena cara, vio que servían alcohol también a los menores eso la puso de mal humor. Su madre y yo, pudimos convencerla de que aquellos críos estaban transgrediendo la ley y podían tener serios problemas.
Para determinados jóvenes, la diversión no es tal sino ingieren alcohol. Begoña hizo pronto amigas del mismo complejo hotelero donde estábamos.  Pero como eres tan tonta… nadie se va a enterar si vienes con nosotras una noche vamos de discoteca a tomar algo que no sea un Kas de naranja. La convencieron y el temor a perder aquella amistad efímera, vacacional, porque aparte de los números de móvil poca relación más iba a tener en el futuro, hizo que Begoña les contara un cuento chino a sus padres para que la dejaran salir, solo hasta las doce de la noche. La diversión debería medirse por el grado de pasarlo bien al margen de con quién estés, en este grado concreto, la diversión sin alcohol estaba reñida. Si no había cuba libres de por medio y algún que otro escarceo, la diversión era nula.
¡Ha venido de vacaciones una chica de Madrid que cuando la veáis flipareis…! ¡Que culo tiene la chavala… y que tetas…! Alguien del grupo que ya se conocían dijo sin más… Me la pido, esta noche dejádmela a mí ¿vale? Nadie contradijo la máxima de aquel grandullón con experiencia en este tipo de lances. A las tres y media de la mañana los padres estaban buscando por todo el pueblo, ¡imagínate un pueblo atestado de turistas!, a su hija. La encontraron medio desnuda y bebida hasta las trancas, no sabía que era lo que había pasado, no recordaba nada salvo que estuvo dos días con un dolor de cabeza impresionante.
Hay como en todas las cosas, grados y grados de diversión, para la familia de Begoña, las vacaciones habían terminado. Cuatro días duraron aquellas vacaciones tan bien organizadas.


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