EL AQUAPARC
¡Qué día pasamos el sábado en el
aquapark todos en familia…! Fue fantástico, ¡si vierais a los niños en la playa
de olas… tirándose por el tobogán acuático que es gigantesco… no me podía
imaginar que fuera tan divertidas estas atracciones, la verdad. Tendríais que
ir un día, podríamos ir juntos, a nosotros no nos importa repetir ¿a que no
niños? Que va, ha sido lo mejor de las vacaciones aparte de la playa que es
maravillosa. ¡Venga animaros, tenemos que hacer planes para ir juntos! La verdad
es que a nosotros nos gusta más la playa, tienes un montón de cosas para
distraerte allí. Berta se subió a uno de estos para caídas que van remolcados
por una lancha, al principio pasó un poco de miedo, gritaba como una loca
cuando estaba en el aire pero luego se le pasó enseguida. En cuanto vio la
playa a vista de pájaro, ¿Verdad nena? Sí que lo pasé mal pero luego nada oye,
flotas en el aire como una nube.
Pues que bien oye, nosotros nos
fuimos y alquilamos una barraca valenciana en mitad de unos arrozales inmensos,
¡qué paz, qué sosiego, qué tranquilidad viendo pasar las barcas a cada momento!
Los niños lo disfrutaron un montón, delante de la casa habían construido como
si fuera una playa artificial y los pasamos de miedo. Por la tarde nos paseamos
en bicicleta y nos acercamos al pueblo de Alboraia, tendríais que verlo tiene
un encanto sin igual, no está para nada masificado está repleto de monumentos, allí escribió
Vicente Blasco Ibañez precisamente una novela que lleva ese nombre “La Barraca”,
si queréis leerlo tenemos un ejemplar en casa, vale la pena leerlo para darse
cuenta de cómo vivían la gente en aquel tiempo.
Todo el mundo tiene sus
preferencias a la hora de escoger un lugar donde pasar sus vacaciones, yo me
las he pasado en casa, ¡como mi pueblo no hay nada…! La paz y la tranquilidad
que se respira ahí es incomparable con ningún otro lugar, paseas por las calles
y hueles a estiércol de vaca, hay quién todavía tiene la costumbre de tener su
vaquería en casa, otros traen a las ovejas cada tarde después de pacer todo el
día por el monte, caminas por las calles, dependiendo de qué hora sea, y tienes
que cambiarte de calzado, llevas toda la suela llena de cagarrutas que no son
pocas, pegadas en las suelas de los zapatos, pero es mi pueblo y me gusta que
siga como es.
¡Que hay a quién le gusten los
aquaparck o unas vacaciones en mitad de las barracas del campo valenciano… yo
eso no lo discuto! Pero como mi pueblo no hay dos, palabra de honor, no los
busquéis porque no los encontraréis, son solo para que viva gente escogida, es
posible que lo peorcito de la sociedad, lo más tosco que uno pueda imaginarse,
lo más vulgar y lleno de gente que la mayoría no saben ni leer siquiera, pero pienso
pasar mis vacaciones siempre ahí, se lo debo a mí mismo, a mí conciencia.
Coged aviones, coged, trenes o
barcos, yo siempre a pie firme, con los pies tocando esta bendita tierra que es
mi pueblo y que tiene un poder sobre los que lo visitan que a todos tiran para
atrás. Así me gustaría que continuara, se parece a mí, un pueblo solitario en
mitad de ninguna parte y cerca de todo, como el que suscribe este pequeño
escrito.
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