jueves, 14 de julio de 2016

NADA SIRENA MÍA, NADA

                                                       NADA SIRENA MÍA, NADA

Diles a todos estos peces que contigo están, que te hacen compañía, que reposan a tu lado, que has tenido una vida fructífera y feliz, que tuviste tres hijos maravillosos, exhortalos a que ellos hagan lo mismo, que se procreen y crezcan, que cuiden de sus padres como los tuyos hicieron contigo hasta la muerte. Esa muerte transitoria y pausada, que no ha significado más que gozo, que esperen a que llegue el invierno, vosotros desde esta humilde morada, veréis los colores de diferente forma que nosotros, pobres mortales, los podemos ver.
Sirena mía, ¡Cuánto te echo de menos sabiéndote tan lejos, tan profunda, tan cercana por los recuerdos y tan lejana por la distancia que nos separa!
Amor de juventud, ese que echó a volar quizás antes de tiempo pero que ajustando nuestras alas, nos pusimos a volar juntos sin temer a nada ni nadie, que nos subió a las nubes y nos ayudó a conocer bosques y praderas cogidos de la mano. Recuerdo como si fuera ayer mismo, nuestros días y nuestras noches y me consuela el hecho de que estando, si es posible, juntos de nuevo, podamos revivir todos esos momentos aunque de forma simbólica.
¡He confundido tantas y tantas cosas… que se me hace difícil pedir perdón, solo un gran te quiero me basta para hacerte llegar mi deseo de volver a verte!

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