NO NECESITAS TENER
NOMBRE PROPIO
Para cualquier cosa que a alguien
se le ocurra hacer, no es preciso que su nombre sea agraciado, tener
determinadas características personales o ser y tener una figura
excepcionalmente bella. Yo me llamo Lucas, y sin embargo, estoy desarrollando
un proyecto, que va revolucionar el campo de la física.
Me califico a mí mismo como una
persona normal dentro del campo de esta ciencia que no busca personas guapas,
busca personas eficientes en su trabajo, que no sepan decir que no cuando se
nos pide quedarnos a hacer horas extras, pero para ello no se mide ni nuestra altura
ni nuestra apariencia. Yo mismo voy por las instalaciones, que son hasta cierto
punto secretas, con una bata blanca en la que podrían caber dos como yo. Mis
superiores me llaman Luc, es suficiente para mí porque sé que es a mí a quién reclaman
cuando oigo mí nombre por los altavoces del complejo.
No es por lo que eres como
persona que se te aprecia aquí, tú sabes bien que es por todo lo que sabes, por
todo lo que intuyes, por tus sugerencias, es por todo eso que estás aquí al
margen de que seas poco agraciado y bajito. Al poco de trabajar sin descanso en
estas instalaciones, se me hizo saber qué es lo que se esperaba de mí, y a base
de trabajo concienzudo, los logré. Cuatro años vagando por el mundo para
perfeccionar el inglés, el francés, son idiomas importantes para poder ser
alguien, en mi caso no era una ambición personal, al principio fue pura curiosidad
el saber cómo funcionaban determinadas cosas, pero con el paso de los años se
ha convertido en una curiosidad que jamás queda satisfecha, siempre quiero
saber más.
En el bloque donde vivo, algunos
vecinos dicen que soy un tipo raro, que siempre voy con carpetas y legajos bajo
el brazo y hasta algunos creen que soy de algún cuerpo de contraespionaje, no hablo
con ellos porque de poco me serviría enseñarles, los números y letras que
componen las ecuaciones que explican el porqué de determinadas cosas que
suceden a nuestro alrededor y como nos afectan.
Cualquiera de mis otros
compañeros de trabajo se encontrarían en la misma situación, algunos son gordos,
con una mentes privilegiadas, otros, son verdaderos mosntruos que te
desarrollan cualquier duda en un instante, además son guapos y altos, tienen
mucho éxito entre las féminas que trabajan junto a nosotros en los
laboratorios. Hay un inconveniente en este oficio, la carta de compromiso que
explica muy claramente, que personas de diferente sexo y que trabajen en el
mismo centro de trabajo, tienen prohibido relacionarse. No sé qué medidas
tomarían estos capitostes si esto sucediera en algún caso en concreto, yo de
momento estoy a lo mío y sin temores a ser engatusado por alguna de las mentes
privilegiadas, mujeres me refiero, que se quisiera acercar a mí con ese fin.
No es el cómo te llamas, ni
siquiera el cómo eres lo importante, es el nombre que te vas labrando a fuerza
de trabajo y esfuerzo continuado, la perseverancia, lo que hace que las
personas se acuerden de ti y vayan poco a poco recordando a aquel hombre bajito
y calvo, con la nariz puntiaguda y un bigote que parece un cepillo para limpiar
los zapatos. De una gran limusina, he salido escuchando las aclamaciones del
público. Los flases de las cámaras y el ofrecimiento de mi jefa de departamento,
me ha despertado del sueño. Yo con mi taje de pingüino, he echado pie al suelo
alfombrado, he subido las escaleras que me separan del holt del hotel y allí he
recibido más felicitaciones, no sé de qué va todo esto pero lo acepto con
gusto, lo ha preparado la empresa de manera que… no hay que hacer desprecios.
Para el próximo día que vaya a
trabajar seguro que seguiré siendo Luc, de forma que me digo yo mismo camino
del trabajo, en el metro que cruza media Barcelona… “Bueno Lucas, a ver qué es
lo que pasa ahora, porque lo que soy yo… voy cagado de miedo”
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