miércoles, 27 de julio de 2016

EL UMBRAL DE LA RIQUEZA

                                               EL UMBRAL DE LA RIQUEZA

Lo mismo que existe el umbral de la pobreza también existe el de la riqueza, hay familias, personas que ya no saben qué hacer para poder sobrevivir, que buscan salidas para su situación penosa y angustiada, que están dispuestos a traspasar las fronteras de la legalidad con tal de poder comer, estafándose a sí mismos, con el único propósito de ir por la calle con la cabeza alta. Gentes que admiten que es el único modo de poder, buscando resquicios en las leyes, llegar a tener cierto grado de dignidad en ellos mismos.
Este mismo caso es el que lleva a que otros, en la situación contraria, que son muy ricos, riquísimos, se vean en el umbral de la riqueza. ¿Qué hacer con tanto dinero y patrimonios, propiedades y lujos desmesurados? No ven el modo de saber de cierto, cómo poder esconder, camuflar, trabajar con un dinero que al principio fue ganado de forma legal pero que ahora se ha convertido en un auténtico suplicio para ellos.
Lo poco y lo mucho se tocan, se traslapan, se tocan, de hecho sin lo uno no sería posible que existiera lo otro. Sin pobres no hay ricos y sin ricos no hay pobres, es una dinámica necesaria que nos ayuda a entender la necesidad de que coexistan estas dos cosas. Sin barrenderos los ricos se empobrecerían, sin los grandes hoteles con servicios de lujo para gente que los pueda pagar, los ricos no sabrían que hacer con su dinero, lo único que sí pueden hacer que haga este dinero es que viaje, que viaje mucho y por cuantos más lugares mejor, tratar de no dejar pistas de donde descansa este dinero, en que cajas fuertes están depositados.
Los pobres tratan de hacer lo mismo, no tienen nada, o casi nada, eso los lleva a despistar a los inspectores que persiguen a los que quieren defraudar al fisco, las arcas públicas se deben llenar y un modo es persiguiendo a aquellos que quieren tener un poco más de lo imprescindible para vivir. Todo aquel que quiere estar en los umbrales de lo mucho o lo poco están dentro del mismo peligro, unos por un motivo y otros por otro. Querer tener cosas mejores no es en sí mismo malo, mira sino en los Emiratos Árabes, tienen hasta cuatro mujeres y está bien visto, aparte de las concubinas que siempre están a su alrededor para ver si les cae alguna migaja de la mesa del jeque. ¡Pobrecillos… ignorantes! Para poder mantener este ritmo de vida, llevan a su alrededor a ni se sabe cuántos guardaespaldas pobres.
Fulanito de tal, lo dice la revista “Yo que sé”, es el más rico de mundo, el segundo es fulanito de tal, el tercero menganito. ¡Qué pena me dan esta gente tío, te lo digo en serio! Un pobre puede pensar… Pues ya me gustaría a mí tener un tercio de la fortuna de este menda, no, que no vale la pena, que las riquezas se pagan con gotas de sangre, te lo digo yo. ¿Tú sabes las agonías que deben pasar esta gente a diario con tanto tragín como tienen? Dependen de muchos pobres para poder ser ricos ellos, francamente yo prefiero estar en el umbral de la pobreza que lo contrario.
Vivir este sistema de vida lleno de lujos y de placeres sin fin no es agradable, puede que lo sea al principio pero luego, dado que las riquezas mal llevadas, tienen que llevarse mal a la fuerza porque cansan mucho, de ahí que muchas grandes fortunas no puedan evitar lo irremediable, la muerte que s al fin y al cabo lo que a todos nos tiene que llegar en un momento u otro.


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