UN AÑO ÚNICO
Han
muerto unos cuantos amigos míos, han nacido nuevos retoños, niños y niñas
llenos de vida. Ha sido un año único, con él se ha renovado todo, la tierra que
reclama lo que le pertenece, el mar que también se ha llevado a los suyos,
todos los años son únicos. El caso es que no siempre ha exigido su pago, las
imprudencias se pagan y muere mucha gente inocente en la carretera. Se podría
decir sin temor a equivocarnos que todos los años son únicos. La vida y la
muerte son absolutamente necesarias, sin esos factores la vida no sería vida en
consecuencia, las dos son antagónicas y sin embargo llegan al mismo fin.
Hay
personas, que piensan que porque les toque la lotería y sean millonarios, son más
felices que los demás, eso es una falacia, hasta los millonarios mueren al
mismo ritmo que lo hacen los pobres. No hay diferencia alguna, el fin es el fin
sin más preámbulos. ¡Cuánta gente daría todo cuanto tienen, con el único fin de permanecer un tiempo más vivos! No hay
razones de peso que influyan en esta discusión, los años únicos son todos sin
excepción, es cierto que no gusta hablar de este asunto pero sí que es
necesario.
No
vaya a ser que algunos piensen, que la vida les da alguna clase de ventaja
sobre los demás. Ni una cosa ni la otra, la vida o la muerte, son exclusivos de nadie. De
pronto a una persona le detectan un cáncer, naturalmente piensa de inmediato… ¡Pero si yo he sido siempre una persona sana,
he practicado deporte, he vigilado mi dieta…! Sí, pero el cáncer ha llamado a
tu puerta has de afrontarlo y no hundirte, de lo contrario, tu vida corre más
peligro del que pensabas al principio cuando se te diagnosticó.
Lo
mismo, en el mismo plano quiero decir, están los que se gastan millonadas en
autos excelentes, artesanales, que no pueden fallar. Pero el hecho es que vas
por la carretera disfrutando de tu vehículo y otro que puede que lleve un coche
igual de caro o no, se sale del trazado e invade tú calzada con el resultado de
tu muerte. Vida muerte, ¿Qué eliges? Por supuesto que queremos estar vivos
cuanto tiempo mejor, pero eso sí, sin garantía alguna de que esto deba der así.
Alguien puede pensar que soy un pájaro de mal agüero, de eso nada, lo que no
hago es disfrazar la realidad ni dibujar como hacen los anuncios de televisión,
vacaciones en cruceros, piscinas en las que la gente disfruta de sus vacaciones…
todo esto está muy bien, pero la realidad es otra.
La
gente mata y la gente muere, y los que viven, como es mi caso, tarde o temprano
pensamos en la muerte porque la llevamos impresa en nuestros genes al igual que
la vida. ¡Un año más felicidades, ya has cumplido los cuarenta! Todo es alegría
y desenfreno cuando llegan estos momentos, especialmente cuando los cumpleaños
son de nuestros hijos, pequeños críos que nos llenan de gozo porque ya estamos
pensando que el año que viene le toca lo prometido, una bicicleta de marchas.
Lo cierto es que este último año ha sido un año único, no se va a volver a
repetir. Y esa ilusión se transmite, los hijos son lo mejor que hay en la vida
y… ¡hay de aquel que lo pierda por cualquier circunstancia! Nadie está en la
piel de nadie, hay quién piensa que muerto este infante, que es una desgracia
tremenda, el matrimonio es joven pueden tener otros u otros, seguro que otros
allegados pensarán que con una desgracia así ya es suficiente, unos se acobardan
otros se garantizan de alguna forma a que su apellido no desaparezca.
Y en
cambio, la vida sigue caprichosamente su ritmo, como si fuera una partida de
dominó hasta que el primero que se queda sin fichas gana la partida. Cuando
llega el sosiego y la calma, uno comienza a pensar en el hecho de que este ha
sido un buen año, entre comillas.
Esa
es la razón para ver todo lo que sucede a nuestro alrededor de una manera pragmática,
cuando todo ha pasado la vida sigue y el bienestar vuelve por sus fueros a
hacer que nos confiemos en que las cosas deben de ser así, como son.
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