YA ESTAMOS DE
VUELTA
Sí lo cierto es que lo hemos pasado
bastante bien, salvo algunas cosillas que han hecho que estos días de fiesta,
fueran un auténtico desastre. El primer día ya se sabe, todo el mundo a lo
suyo, este año tocaba ir a una playa nudista y claro… Rosana con sus dieciséis años
cumplidos, me escandalizó hasta a mí. ¡Hombre es mi hija y a una hija no la ves
con los mismos ojos que a las demás mujeres! Pero hacía bastante tiempo que no
la veía desnuda, de hecho desde que fuimos a casa de unos amigos el año
anterior a pasar el día a su chale, allí como todo el mundo iba desnudo pues
eso la vi como a otra chica cualquiera de su edad, pero es que de un año a otro
las personas cambiamos y eso hace que nuestros ojos sufran una especie de
mutación que hace que lo de ayer no lo veamos como hoy.
Oye me quemé hasta las uñas de los
pies que ya es decir, no me di cuenta, a medida que pasaba el día y montaba la tienda
de campaña, el sol me pilló por su cuenta y riesgo y dijo… “a este me lo
meriendo yo en un santiamén”, joder si se me merendó… como que esa noche y la
siguiente no pude pegar ojo, envuelto en un par de kilos de crema protectora del
cien por lo menos y con un hay constante. Al final me tuve que ir a dormir
encima del cañizo que pusimos en la entrada de la tienda sobre una toalla o
dos, no lo recuerdo bien, y al día siguiente ni te cuento el cachondeo que se
llevaba la gente de los alrededores al ver a una gamba de casi cien kilos más
roja que un pimiento.
El agua del mar me hizo mucho bien,
me suavizó las quemaduras y me dieron un poco de respiro, mientras, Rosana ya
había ligado con un chico marroquí de Argelia creo que era. Mira que cuando veo
estas cosas, a mí me gusta avisar…Ten cuidado con los extraños que donde menos
te lo piensas salta la liebre. No fue el caso, tuvo mucho cuidado, no sé cómo,
pero tuvo cuidado. La prueba es que terminada nuestra estancia en aquella parte
de costa que era de acampada libre, los tres nos subimos al coche y marchamos
hacia otro lugar, teníamos unos cuantos días más de vacaciones y la que se
comenzó a encontrar mal fue Mari, mi mujer. Que si para porque tengo nauseas,
que si para porque tengo que ir al lavabo… hicimos cien kilómetros en tres horas
imagínate como estaba el tema. Rosana en la parte de atrás del coche hacía
pompas de chicle y jugaba con una maquinita de esas que se matan unos a otros y
esas cosas.
¡Qué mal estaba Mari…! era un
quejido constante y al final decidimos parar en un servicio de urgencias para
que le echaran un vistazo. Resulta que estaba en estado de buena esperanza,
vamos que estaba preñada. ¡Me cagué en mis muertos! Pero ¿Cómo había podido
suceder algo así si cuando salimos de casa no había nada de nada, es más,
acababa de pasarla regla? Al principio no pensé en nada malo, pero luego sí, no
habíamos tenido más que unos cuantos escarceos íntimos y siempre a escondidas
de los demás. Tiene huevos la cosa… allí en mitad de una playa nudista viendo como
saltaban tetas y chorras y nosotros jugando a novios recatados y castos.
Ya está pensé, me la ha pegado con
alguien y no me he enterado de nada, que por otra parte es lo que suele pasar…
que te enteras el último de todo lo que pasa en tú casa. No, mi Mari no podía
haberme hecho esto a mí, ¡si me adoraba, si era lo más importante de su vida,
por lo menos eso decía ella! Pues ahora tenía la duda sembrada en el cuerpo y
no podía decir nada, al estar casado me podría haber dicho… Si hombre, te
acuerdas aquella noche que la pasamos en la terraza cuando la niña se fue a
dormir a casa de Marta, y vas y te tienes que callar porque puede que fuera
verdad lo que te decía. Pero ese embarazo tan incipiente, tenía tan mala pinta,
que yo pensé definitivamente en lo peor. Ya está me dije yo para mí, eso ha sido
el argelino este que merodeaba alrededor de Rosana que se lea ha clavado, pero
no, no puede ser, ¿Cuándo, donde, en qué momento?
Esas son preguntas sin respuestas,
que nunca las ha tenido nadie, ni nadie las tendrá jamás. Se quedó preñada y
punto en las vacaciones del dos mil catorce y nació un niño con el cabello
escarolado y la tez morena aunque no del todo para poder silenciar a los
curiosos, a la gente que no era del barrio le podías decir que era adoptado,
pero a los más próximos no coño, ¡que asistieron al parto y todo, porque el
niño nació en casa, sencillamente no dio tiempo a avisar para que vinieran a
recoger a la madre! Es que ni para esto se pone de acuerdo la gente joder…
---------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario