viernes, 1 de julio de 2016

SIN RENCORES

                                                               SIN RENCORES

-De lo que tú me estás hablando es de hace mil años atrás, esto asó en el jurásico nena.
-No te pases, si hubiera pasado tanto tiempo, no estarías aquí tomando una cerveza con esta zorra.
-¡Ya estamos…! Oye que aquí de momento nadie te ha faltado el respeto ¿he? Estamos sentados delante de todo el mundo, cualquiera podría habernos visto hablar y brindar, aunque con una cerveza no es muy propio brindar.
-Si no pertenecieras a nadie, en este caso a mí,  no pasaría nada, la cosa no sería más que una anécdota de las muchas que pasan en la vida. Pero el caso es que me esperas a la salida del trabajo en compañía de este pendón.
-Oye guapa, ya me estoy hartando de tus insultos ¿vale? De pendón nada de nada, que yo estuviera saliendo con tú novio actual durante un tiempo, y luego lo dejáramos, no significa que porque nos hayamos encontrado accidentalmente sea una zorra ni una buscona.
-¡Ya, pero que te hubieran dado la oportunidad…! Te habrías lanzado a por él como una leona en plena caza.
-Pues en qué mal concepto te tienes nena, yo creía que era lo contrario lo que buscabas, acaparadora, desconfiada y celosa, eso es lo que yo creo que eres tú. Al fin y al cabo yo lo probé primero que tú, y la verdad… tampoco hay para tanto, de manera que te lo puedes confitar y comértelo con una guinda en la punta.
Mientras las dos mujeres han levantado la voz en la discusión y la gente de la terraza del bar está expectante, Salvador que se sabe deseado por varias mujeres, las observa divertido, sin meterse para nada en la conversación, pero divertido sí.
-Escuchad chicas… ¿y si dejáis esta charla para otro momento?, la gente no para de mirarnos y creo que no es plan. Ni que fuéramos los únicos que nos encontramos en una circunstancia como esta, cosas así pasan cada día, no hay para tanto.
-Eso, arréglalo tú ahora con este comentario. ¿Todavía piensas en ella no es cierto…?
-No, para nada, ha sido una cosa accidental nada más. Ahora bien, si cualquiera de las dos quiere ver fantasmas eso es otra cosa. Los hombres somos así, no digo que seamos buscones por naturaleza, pero nos gusta que se nos recuerde, y más cuando coincidimos tres personas en una circunstancia como esta.
-O sea… que si la vuelves a ver por aquí paseando, la invitarás a otra cerveza…
-Mujer no quiero decir eso, solo quiero decir que nos hicimos el mismo daño los dos, yo a ella y ella a mí, eso quiero decir.
-Pues mira… cuando estés decidido nos lo haces saber, no tienes ni pizca de dignidad ni honradez.
Se despidieron los tres sin rencores, cada cual se fue para su casa, luego, al cabo de un par de horas, fue a disculparse a casa de las dos. Sin rencores.


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