lunes, 30 de junio de 2014

ORO PURO


                                                      ORO PURO


Que hay más puro que el oro, que de más valioso. La tierra tiene en sus entrañas muchas cosas hermosas, piedras preciosas, corales rarísimos que también son muy valiosos, pero como el oro… no hay nada.
Recorre grandes caminos, hasta llegar a lugares, donde parece esconderse del calor y de los fríos. Hay que cavar la tierra, profundizar en sus entrañas para dar con ese don precioso, oro puro.
Así eres tú hermosa mía, así de reluciente y cara, brillo desenterrado para no volver jamás a tu antiguo entorno. Ahora estás aquí conmigo, yo te he adquirido y no te pienso soltar. No te apures no te vendo, eres demasiado preciosa para mí, como esas escasas perlas negras que en contadas ocasiones se encuentran.
Te amo dulce amor mío, antes solo te quería, ahora ya no es eso, sueño contigo despierto, a veces dicen la gente que voy bebido por la calle, no es cierto tu bien lo sabes, quisiera estar borracho de ti eso es cierto, me ven hablando solo, dando algún que otro traspiés, también aciertan en esto. Es todo por culpa tuya que me tienes hechizado, me llevas por donde quieres sin reparar en el daño.
¡Te extraño tanto amor!, te ansío tanto, que ya ni siquiera duermo, pensando que te voy a ver  mañana temprano. Tesoro amable, luz caprichosa y sutil, encanto de los ambiciosos traficantes de almas.
Sabedlo todos, es un aviso, que si alguien la molesta, le arrancaré el corazón y aun latiendo lo enterraré bajo tierra. Adviérteles tú también amor mío, desde aquí poco más que lo que hago puedo hacer.
A todos pues aconsejo… dejadle camino franco, que nadie merece pisar después, por donde ella pasa. Y os recomiendo algo por vuestro propio bien, no la miréis contra sol, sino queréis quedar ciegos, porque es tal la pureza de su dorada figura, que no podréis recobrar la vista jamás, iréis palpando por calles y plazas perdidos y solos, gritando ¡piedad…!
Jamás se me olvidará aquel día, en el que me ofreciste tus labios para poderlos besar, oh dioses, que favor me hicisteis entonces, cuando me la ofrecisteis sacándola del barro, junto al lecho de aquel rio.
Ahora de vez en cuando te veo, pero… ¡se me hace tan largo el camino…! que ha veces me cuesta esperar. Tengo este tu rincón en mi casa para cuando quieras venir, no te tardes por favor, te necesito tanto, que el sufrimiento se hace pesado, como una rueda de molino atada a mis espaldas.
Sí lo sé, soy demasiado insistente, hasta el hartazgo, lo sé. No puedo vivir sin ti, voy por la calle con la mano extendida como si llevara la tuya  cogida, ¡eres tan valiosa!, oro puro eres para mi dulce amor mío, te estoy esperando. Perdona a este pobre loco, por ti lo estoy, tesoro mío.



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CANDELERO DE PORCELANA


                                 CANDELERO DE PORCELANA


A esta muchacha que desde hace años se hizo preciosa. Preciosa por su dulzura, por la mirada franca que despiden sus límpidos ojos, y por esa comedida ansia, de ser valiosa para los que necesiten de su luz, del significado del respeto.
Esta mujer es la elegida, si, la que ha sido apartada para llevar la luz a otros, magnífica conversadora, mejor madre y esposa, seleccionada entre miles para estar donde ha llegado.
Y dicen que… como ella, aun habiendo muchas, solo unas pocas pueden permanecer inmóviles en su lugar, para soportar cual candelabro de porcelana fina, la luz necesaria que transporta vida.
Me puede su elegante sencillez, su austeridad, su estrella. Sus padres la han amado especialmente, se la nota feliz aunque cansada, capaz de superar cualquier tormenta inesperada, y siempre… sin que su luz se apague, porque su candelabro es de largos brazos, capaces de abrazar al mundo entero.
Siempre a los pies de los demás, siempre con diligencia, nos cuida, y el calor de sus manos se deja sentir en todo aquel que quiere notar la caricia de sus manos. He tenido el gran placer de tener a otras Marías en mi familia.
Mi madre primero, incansable trabajadora, dulce aliento siempre, a pesar de tanto esfuerzo, a veces desperdiciado, mi sobrina preferida, otra escogida, otra María, otra mujer esforzada y joven, que dedica su tiempo a los desamparados.
Sin embargo de la que aquí hablo, es una María diferente, ¡ya pueden estar orgullosos todos los que tratan con ella, es un encanto!
Las Marías siempre me han conquistado, quizás será el sentido de su nombre, el timbre de sus voces, el agasajo que siempre he recibido de ellas. De esta María, percibo su triste alegría, la que a todos nos embarga por vivir como vivimos, ella en cambio, transforma cualquier cosa en sonrisa.
Aprecio que sea sincera, me consta, no es que me lo haya dicho, pero toda ella lo manifiesta, seguro que criará a sus hijos como si fueran aguas de un manantial dulce y puro, que más pudiera decir de esta figura envidiada.
Me dicen algunos que soy un romántico perdido, pues sí, y me alegro por ello, es gracias a candelabros de porcelana fina como María, que sigue enriqueciéndose mi inventario galante.


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LA INDIA.


                                                MI INDIA


Me robaron a mi india con mentiras y falacias, a la pobre la engañaron diciéndole que estaba muerto, que en la pampa me encontraron devorado por los perros, a mí y a mi caballo. Mentiras, que juré que pagarían aquellos desgraciados, todo por conseguirla a ella, no iba a estar esperando toda la vida, al espíritu de su gaucho.
Me mataron, así es, y sin reparar ninguno en el dolor que su corazón sentía, de los cuatro implicados en estas habladurías, el mayor de ellos la tomó por suya, se apoderó de mi india, razones tenía para hacerlo. Su cuerpo era loza fina, de la que usa para momentos especiales, su sonrisa era un espejo, donde los demás se miraban.
Sabed amigos, que cuando te estocan así te matan, te atraviesan con mil lanzas, te vuelves loco y atacas, en la llanura no hay sombra que enfríe tus sesos, arden de día, y de noche, te desvelan mientras se enfrían de nuevo antes de salir el sol. Cuatro fueron los condenados que urdieron esa falacia, dejé mi trabajo en el rancho y me fui a buscarlos para atajarlos enteros, cuatro monturas mudé antes de dar con el primero, por los nombres que me dieron a los cuatro conocía.
Al final del cuarto día, al primero lo encontré en una hacienda, marcando reses robadas, le eché las bolas tan pronto lo vi, cuando salió corriendo, pero cayó de morros al suelo, y no tuve compasión de él, le até la cuerda a los pies y me lo llevé al galope, cuando me cansé del galope paré, desmonté y corte la soga, dejándolo colgado en un árbol seco por los pies. Así murió el pobrecito, que tan mal habló de mí, subí al alazán y partí en busca del cantor.
A este no me costó encontrarlo, siempre con su guitarra andaba para pagarse el cacho y agave, que lo tenía medio loco desde que era niño. Solo con arrimarme a la puerta de alguna cantina, si oía una guitarra mal sonante era la suya. En tiempos de soledad en la pampa, por la noche junto al fuego, cantaba coplas de familia, se te caían las lágrimas de tan bien como rimaba. Una tarde de medio invierno en una taberna lo hallé, desmonté y cogí mi guitarra para retarlo esta vez, decirle como lo mataría, y lo desollaría después.
Me vio entra en la posada, no pudo ponerse de pie, sabía que llegaba su hora, le dije que se defendiera con cantos, que yo le contestaría con mis argumentos, a un vaso de agave lo invité y esto fue lo que le dije, porque lo que es él, ni rascar una nota podía.
Hermanos fuimos un día, con el mismo poncho nos cubrimos, los hermanos están para eso,
no para endulzar la ponzoña, que llevan en el corazón clavada.
Tengo motivos sobrados, para hacerte una pregunta hermano, si nunca te negué nada
que falta te hacía robarme, los hombres se miran a la cara, se dicen lo bueno y lo malo,
y si acaso lo discuten, con un cuchillo en la mano, por tu boca te voy a matar, por hablar
mal de mi y querer darle mi india a otro, cuando todavía es mía.
Me levanté de la silla y lo llamé a la calle, de un salto como un gato, de la rabia que llevaba, le atravesé el cuello con mi acero, y se quedó boqueando, como pez sin agua en la charca. Sin conocerlo de nada, hasta mi caballo lo odiaba, se acercó adonde él, y con dos coces lo mandó al otro lado de la calle.
Para entonces ya me buscaban, me conocían todos en la pampa, era el único gaucho, que calzaba espuelas de plata. El ejército, mandó un destacamento en mi busca, un tenientito que siquiera se afeitaba, iba siguiéndome como culebra enjaulada, daba vueltas y más vueltas, los soldados mal juraban por tanto desplazamiento inútil.
Eso me dio ventaja para galopar sin tocar la silla, el gaucho listo es aquel que cuando tiene prisa le quita peso al caballo del lomo, Sigiloso lo sabía y debierais verlo correr… con que compostura lo hacía. A doscientas leguas encontré al tercero, si la pampa es grande, la gente es poca, de forma que se comprende que se vean en un momento u otro a gauchos en busca de parada. Un viejo talabartero, me indicó que había comprado una mina, un hombre recién llegado, le grité a Sigiloso y monte arriba fue directo, a la entrada de la explotación.
Una forrada sujeta a dos palos, y sujeta con piedras a la montaña era su casa, pero él no estaba. Me alejé un poco detrás de unas rocas, y esperé con tranquilidad, la paciencia aquí ha de sobrarte, de otro modo acabas loco y te conviertes en reptil seco. Al poco llegó con dos cubos de agua, el deslenguado largo, alto era aquel hombre, delgado y lleno de nervio, así que esperé a que entrara a la mina, al rato lo oí picar con un pico, trabajaba en el fondo del abismo. Até los dos postes de aguante a la silla de Sigiloso, y a mi grito tiró con fuerza, todo se vino abajo, techo y paredes fueron su tumba. Tú ya no harás más daño a nadie.
A diez cuadras de mi casa, vi a mi india salir a tender la ropa, hermosa como nunca antes la vi, un niño pequeño llevaba ceñido a la espalda, otro no mucho mayor andorreaba en la entrada desnudo, corriendo tras una gallina flaca. Desmonté de mi caballo y hacia ella me dirijo, ella que levanta la vista, la baja de pronto y llora cubriéndose la cara con las manos, nunca la vi llorar conmigo.
Vete de aquí gaucho malo, no tenías que matar por mi, estoy viva y tu muerto. ¡Cuanta razón tenía…! un muerto que ni siquiera ha resucitado, una pequeña nube de polvo llegaba de la lejanía, el ejército viene a por mi, me harán preso y no volveré a verla ni siquiera a vivir cerca de ella para oler su piel.


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MAL PASO


                                                      MAL PASO


Mea culpa, eso es lo que se me ocurre, cuando pienso en todo lo que  me estoy perdiendo de la vida. Un mea culpa en mayúsculas, en un gran rótulo que llevaría a manera de san Benito sobre mi cabeza o colgado sobre mi pecho, que indicara a todos cuantos me vieran, que soy un condenado.
No por el Santo Oficio, sino por parte de los que no perdonan la herejía de haberme equivocado. Me he equivocado si, pero ahora, lo más desastroso para mi, es que ni siquiera recuerdo en que ha consistido ese error. Debe de haber sido un gran pecado, ya que voy en el carro de los condenados a muerte, hacia la pira voy, después de haber abandonado toda esperanza, de recuperación del tiempo perdido.
Antes de subirte a ese maldito carro, el martirio se hace patente en todos los condenados, unos desmembrados, otros sin siquiera poder hablar, porque les han cortado la lengua, no hace falta que hablen, ya está todo resuelto, decidido, por lo tanto por mucho que pudieras gritar que eres inocente de tal castigo, te llevan igualmente ante la chusma, que espera expectante el inicio de la fiesta.
Eso es lo que para algunos resulta ser, están allí con sus niños y jóvenes, les dan frutas podridas para tirar a los condenados a su paso delante de ellos. Los niños no saben nada, nadie los deja entrar en estas jaulas, donde durante días y días, los tienen colgados dentro de un patio de determinado lugar para ser ajusticiados. Por un mal paso, no han denunciado a nadie, a nadie han perjudicado de manera que se les enjuicie con ellos, solo han dicho cuatro cosas mal dichas, inoportunas si acaso, eso es todo lo malo que han hecho.
Ya ha terminado la fiesta, el pueblo está infestado de olor a carne quemada y madera, se van para sus casas y comienzan a confabular contra otros, pero ellos son gente de ley, creyentes de mucho rango, nadie puede contradecir lo que hablan, porque todos hablan de todos, al oído del otro, en voz baja. Pero eso no es condenable, porque iba a serlo si nadie les llama la atención, si solo se ultrajan entre ellos.
Mal paso, uno solo, y se escarba en la historia del condenado, entonces sale todo, todo lo que jamás nadie se ha atrevido a decirle, por eso es considerado un hereje, por todos sus pecados pasados.
Hay algo que ignoran y deberían ponderar, que un acto injusto como ese, que acaba con la vida de una persona, siempre se vuelve contra uno mismo, es una flecha lanzada al cielo pero que siempre regresa al lugar desde donde ha partido. Por dejadez permiten, que crezca la hierba en el camino de la vida, Confucio lo dijo y es cierto, permitir que ocurra eso, hace más temprano que tarde que existan disensiones, espanto y crimen incalificable.
Todo por ese mal paso que ellos esta vez han dado   No queremos saber nada de ti, vete, estás condenado, has abusado de nuestra paciencia, de nuestro aguante, de nuestros hermanos o padres. Y así, sin darse cuenta, se convierten en tus jueces, El Santo Oficio ha hablado, a la hoguera con él.



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CÁSATE CON ÉL, MEJOR.


                                      CÁSATE CON ÉL, MEJOR


Os tengo que contar una cosa, que hace tiempo me pasó.
Salía de discoteca como cualquier joven cansado, de trabajar como un perro durante toda la semana, algunas veces, hasta el sábado curraba. Decía el dueño que sin mí no andaba la imprenta, y eso que no era oficial ni nada.
Claro está que de esta forma, no podía quedar siempre con los amigos que acostumbraba, así que de vez en cuando, iba y me presentaba a los lugares frecuentados por todos, pero era una lotería, unas veces daba con ellos y otras no, normal, no podía exigirles nada cuando el que no cumplía era yo. Sabes que, me dije una vez, hoy me voy Al Gavilán de Oro, y allí me fui, oye que ambiente esa noche, era semana santa, y aquello estaba que para que te cuento. Saqué la entrada y me voy para adentro, la música estaba bien, y de chavalas ni te cuento, por encima yo conté, y eso que estaba a media luz, diez parejas de chicas bailando entre ellas, una vasca impresionante había allí esa noche.
Nada tú, al abordaje, que de aquí puede salir un plan. Y salió, ya ves si salió. Una chica de unos veinte, con una trenza que le llegaba al culo, meneaba la cintura como sardina recién pescada, me fui para ella, y sin decirle nada me puse a bailar a su lado. Vio que me movía bien, y se volvió hacia mí    Hola como te llamas   Nico dije yo –no le iba a decir de entrada, que mi nombre era Nicomedes, ya lo sabría si le gustaba-.   El mío es Casandra, te gusta   Me encanta, le dije.  Acabamos de bailar después de un par de piezas más.   Oye salimos un rato fuera, hace una calor aquí…    Si y de paso me invitas a un cigarrillo   Hecho  Salimos fuera, previo timbre de tinta en la mano, y nos pusimos a hablar.   De donde eres Casandra   Soy gallega, no se me nota el acento   Nada de nada chica, tienes un castellano purísimo    Ah pues fíjate tú, todo el mundo dice que se nota que soy gallega. Vaya si se le notaba, pero quedar bien no cuesta nada.
Total, que quedamos en vernos al día siguiente. Oye se puso de guapa que espantaba, vaqueros apretaditos, blusita de algodón blanca con bordados y zapatos de tacón tipo sandalia. Comimos juntos en un bar que preparan cosas de la mar, boquerón frito, pulpo, chipirones rebozados, y una jarra de sangría que no se la salta un gitano.   De que trabajas   Soy encargado en una imprenta, que imprime para revistas buenas, el Lecturas, Intervíu, Hola, estas cosas. Mentira todo, editábamos panfletos a miles, algún que otro catálogo de electrodomésticos y revistas de veinte hojas de un sindicato conocido que era mensual.   Y de ti que me cuentas.    Poca cosa chico, estudio por no llorar, mis padres están bien posicionados, me pagan un instituto, pero yo quiero ser azafata.    Ah eso está bien, conocer mundo es bueno, si mi trabajo me lo permitiera, viajaría lo que pudiera, pero ya sabes como son estos cargos de responsabilidad, no te dejan. Te consultan portadas de revistas, los colores de impresión… en fin, ya me llegará el día ya.   Estábamos tomando un batido en una heladería y va y me suelta    Me gustas mucho Nico  ¡Coño que me dijo…! Yo que le respondo…, me lo has quitado de la punta de la lengua Casandra, dije su nombre lentamente, para impactarla ya sabes.   A si…, entonces que hacemos aquí, vamos a conocernos mejor, si quieres claro.   Claro que quiero, la gente si no intima no puede tirar para adelante, mi tío tiene un chalet que está vacio, están pasando unos días en Málaga.
Ni camas ni hostias oye, no pasamos del jardín, nos lo montamos en las tumbonas, encima de la hierba. Ya ves que moto, para flipar, creía que se me iban a salir los ojos de las órbitas cuando la vi desnuda tíos, palabra, una diosa, esa es la palabra, una diosa pero de verdad.
Pues nada, que me mudé a Galicia, ¡vaya mierda de clima eso sí! pero que quieres que te diga, la familia muy maja tú, tienen una casa de dos plantas, en la de abajo viven los padres y un hijo que se pasa el día durmiendo, ¡más manta el pieza…!, el padre me buscó curro en una conservera, olía a pescado todo el puto día, no me lo podía quitar de la nariz, se me había alojado en el cerebro, que cosas… ella interpretaba que había hecho un sacrificio grande dejando la imprenta, ¡con el cargo que yo tenía y que lo dejé todo por amor…! ¿Qué pasó?, pues que al poco y viendo que yo la satisfacía en todo aquello que me pedía, pero en todo, todo, comenzó a hacer planes más serios.
Como te quiero amor mío, comenzó a decirme, que sin ti no podría vivir, que sé que podemos ser muy felices…, se me encendieron todas las alarmas, pero de golpe oye. Yo esto de vivir en familia, que quieres que te diga, no me va, ya tenía la experiencia de mi padre con su suegra viviendo toda la vida con ellos, que se las tenían que no veas, mi abuela era de armas tomar, ¡que se hizo la dueña de la casa y eso que no era de ella! Que no que no, que no iba a pasar por el aro.   Mira cariño, si quieres, podemos alquilar algo pequeñito para los dos, y luego ya se verá…    ¡Que dices, pagar un alquiler teniendo casa aquí, ni hablar!    Pero escucha, tu no has oído este dicho de que el casado casa quiere.    Pues eso, ya tenemos casa, esta. Además piensa que mis padres me están pagando los estudios.    Eso quiere decir que dejarían de hacerlo si nos fuéramos a vivir a otra parte. No me contestó, mal, muy mal, eso significaba que ya se lo había estado hablando entre ellos.
Que si quiero una boda así, que si quiero que hagas más horas porque necesitamos comprar esto y lo otro, en fin, que me quería gilipollas perdido, y no, por esas no paso. Menos mal, que tenía un par de amigos en la conservera que eran buena gente, tomamos alguna que otra birra juntos, y salimos unos cuantos fines de semana de fiesta. Floro era el único que no tenía pareja, pero ¡que buen tío oye, más bueno que el pan, exagerado! Se me encendió la luz, ya está me dije, este chaval está hecho a la medida de Casandra, haber como puedo endosársela. Hey, que el chaval se la miraba con una cara de deseo que te cagas, solo le faltaba que se callera la baba, y noté que a ella le gustaba que la miraran, y si la miraban, se movía más exageradamente.
Nada, que Floro acabó hecho caldo por ella, yo les dejaba espacio libre.   Una tarde, sentados en un bar tomando unas tapas después del trabajo, me saco el móvil del bolsillo con sorpresa y lo miro    Me cago en la leche, que se me ha olvidado ir a recoger a Mario, que le prometí que lo llevaría a la fábrica, me voy.   Oye Nico, nos dejas aquí, como vuelvo a casa.   Floro te lleva, verdad tío que me harás este favor.   Claro hombre, cuenta con ello, bueno… si a tu novia le parece bien.    Como le va a parecer mal, a que no cariño.   No, que va. Pues desde esa primera vez, me lo monté para que esto se repitiera más veces, y eso, me ausentaba repentinamente, pero siempre procurando que Floro fuera mi sustituto. ¡Que cabrón que soy lo reconozco! Pero que iba a hacer, oye, que les hice un favor a los dos en el fondo, se encontraron dos almas gemelas, ella una mandona de no te menees, y Floro, un enamorado hasta las trancas. Además los dos gallegos, que más se podía pedir, yo creo que se había pasado por la perla a unos cuantos, aunque eso es lo de menos, hoy en día esto es lo que menos se mira.
Pues nada, que se casaron y son felices, bueno felices no sé si lo son, pero por lo menos yo lo soy, que soy un egoísta de mierda, vale, pero imagínate tú si no llego a montar este tinglado donde estaría ahora. Que no, que si que me quiero casar algún día, porqué no, pero tiene que ser de una forma civilizada, de mutuo acuerdo, tomando las decisiones los dos.
Entre nosotros, cuanto más tarde mejor, con Floro está mejor casada.



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domingo, 29 de junio de 2014

PASO DE TI, CORAZÓN


                                        PASO DE TI, CORAZÓN


El corazón siempre me ha llevado por el camino de la amargura. Y cuando tienes un corazón así, ojo, lo tienes claro. No lo puedes cambiar, será genético no sé, a lo mejor es que cada cual se lo tiene que currar para cambiarlo, lo ignoro, pero lo que tengo claro es, que me ha procurado más disgustos que alegrías.
Esto que se frecuentemente escuchas a los sabios decir que “El corazón anula la razón”, lo comprendo, lo he vivido en carne propia. Pero… como en todas las cosas que le ocurren al ser humano, no termino de ver el fondo de este entresijo.
Vayamos por partes; lo que excita el corazón es lo que ves, y lo que ves está conectado estrechamente con nuestro cerebro, este te hace sentir, y es solo entonces, cuando el corazón comienza a latir con más fuerza. Actuar independientemente el uno del otro no puede ser, esto está claro, somos uno solo, estamos hechos de una pieza, como un monolito de piedra. No es broma, hay monolitos que se han tallado de una sola pieza de granito que miden más de cien metros de alto, ojito, que tiene tela.
El ser humano no puede actuar independientemente, quiero decir que todos los órganos del cuerpo aunque hay muchos diferentes, están atados y muy bien atados, por nervios, vasos capilares, tendones y demás… Ahí surge mi pregunta, ¿el corazón actúa solo?, para mi que no, tiene que estar conectado al resto de la máquina –es solo una forma de hablar-, y como sea que está probado que esto es así, surge de nuevo otra pregunta ¿quién me puede explicar si el corazón va por libre o no?. No creo ni que los científicos lo sepan, la verdad, a ellos les pasa lo mismo que al resto de los mortales, se excitan cuando descubren algo, el corazón se les acelera como a todo hijo de madre.
Si es por descubrir algo que las cuatro válvulas comienzan a forzar el ritmo, imagínate cuando eras joven –como lo he sido yo-, cuando tenía diecisiete o dieciocho años, y quedaba con una amiga para ir al cine, buscando las filas de atrás, las más vacías que hubieran, cuando sacaba la entrada para ver cualquier película –poco me importaban las pelis entonces-, es que ya se me salía el corazón por la boca colega. Del resto del acontecimiento ni te cuento, muchos habrán pasado por este trago, salía del cine… que parecía que la cara me iba a estallar, rojo como un tomate, a veces más salido que antes de entrar –dependiendo de la acompañante-, ¡anda que no…! que no me cuenten rollos sabes, que el corazón es mala cosa, leches entonces no era por lo que estaba viendo, no miraba la película, cerraba los ojos, solo tocaba.
Eso si, el corazón se me salía del pecho, la de botones de camisa que se me han roto por culpa de estos malditos colapsos, ¡para palmarla, lo que te digo! La acompañaba a casa, oye, quieres que quedemos para el sábado, te llevo a un estreno va…   No que eres muy tocón, no me has dejado ver El Zorro, búscate a otra que se deje meter mano marrano.  ¡Y solo me había dejado tocarle una teta!, he que era ella la que se había desabrochado el sujetador vale, yo solo seguía el rastro.
El caso es que esta chica me gustaba, me hubiera casado con ella y todo. Luego piensas… ¿solo porque se te ha acelerado el corazón? no vale la pena, y era verdad, no lo valía, era el puñetero corazón el que me daba una señal equivocada, o era la cabeza no lo sé. Oye que el sexo no lo es todo, eso es verdad, lo bueno es el amor, el cariño que sientes hacia la otra persona, los detalles, las pequeñas cosas, las flores que les regalas, eso…
Pero no futem, aun en estas pequeñas grandes cosas, el corazón va pim, pam, pim, pam, que es un metomentodo leches, que hay ocasiones en las que prescindiría de él, ¿o no? Que al final sabes una cosa, he terminado por concluir que haga lo que le venga en gana, lo va a hacer de todas formas… Con el tiempo terminas conociendo el corazón, sabes por donde te la va a colar, es como cuando te tiran un penalti, los paro todos, ya no me engaña haciendo amagos, ni hablar.
La última vez que hablé con él se lo deje muy claro… le dije   Sabes que te digo colega, que paso de ti, tú por tu camino y yo por el tuyo.


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EXPANSIÓN


                                                EXPANSIÓN


Antes, años atrás, era un joven iluso que pensaba poder cambiar cosas, cosas normales, como la manera de amar, de comportarse con otros, que supieran apreciar como yo, que era necesario un cambio de actitud general ante determinados acontecimientos normales de la vida.
Pues bien, sigo siendo un iluso, lo mismo que antes, pero ahora peor porque soy mayor. Me digo a mi mismo a veces…  Tío eres un fraude, no has entendido nada, todo lo tergiversas, cambias el sentido de las aguas del rio, que siempre, quieras o no, van a parar al mar.  Y en estas ando todavía, se conoce que ya es costumbre en mí, tratar de abrirme camino entre fronteras infranqueables.
Veo muy mal este rollo que llevo, cuando pretendo ajustarme a otros, a su manera de ser y hasta de sentir, resulta que llego tarde, no puedo expandirme, decir la mía. Alguien antes que yo, ha llegado antes, y me cuarta a seguir adelante, o es mala suerte o soy un idiota irremediable, la intención es buena, pero se ve que el camino lo llevo equivocado en el mapa.
Y no será porque no me animen a seguir intentando establecer mis criterios, por lo menos dejar que se oigan, al contrario   Explícate, dinos cuales son tus conceptos, como se pueden llevar a cabo. Llegado este punto me matan, la razón es sencilla de explicar, o no me sé explicar –cosa jodida esta-, o no me comprenden –peor todavía-.
He preguntado a muchos cual es su intención al respecto; encuentras respuestas para todos los gustos, unos pasan de esforzarse por cambiar las cosas   A mí ya me está bien así. Dicen algunos, la vida pasa sin darse uno cuenta, los años y si me apuras hasta los decenios, sin poder hacer nada más auténtico, que lo que vengo haciendo hasta ahora. Otros en cambio se afanan por cambiar, yo el primero, quizás es que no sabemos encontrar la persona que sepa comprender nuestras inquietudes, aquello que nos preocupa y que nos sacia.
Entre tanto, llevamos dentro, esta especie de volcán a punto de erupción, que nos señala interiormente, que nos hace falta algo más sólido para autentificar nuestra identidad. Pero nada, en este intento nos quedamos, por lo menos yo que pienso siempre, que mientras hay vida hay esperanza, y es cierto, pero cada día que pasa, nuestras posibilidades se arrugan, como una ciruela pasa.
A mis cincuenta y quince, creo, que todavía se es joven para expandirse, pero el asunto tiene miga, ¿Qué es lo que quieres expandir? ¿Tu vida sexual?, mal lo llevas, ya no está uno en edad de buscar milagritos, ¿Tu capacidad intelectual?, vale eso sí, se puede, pero se necesita esfuerzo continuado, ser perseverante y metódico. Si de joven no has aprendido, las técnicas necesarias para poder leer, deducir y estudiar en una palabra, y quiere uno que se lo den todo masticado ahora, va listo. Vale más la pena que cojas el bastón y salgas a pasear, luego te sientas en un banco del parque a ver pasar a la gente, sin nostalgias eso sí, porque sino, eres capaz de suicidarte.
¡Hay señor si hubiera aprovechado el tiempo cuando era joven!, nada, deja esto colgado en la percha detrás de una puerta. No te va a servir más que para deprimirte, para sentirte más impotente –intelectualmente hablando, claro-. Conozco a bastante gente, jubilados como yo que dicen   Es que yo, coger un libro y ponerme a leer, es matarme. Claro, pero la cuestión es plantearse si quiere uno o no expansionarse. Si lo deseas puedes, lo contrario también es cierto, Charle-Maurice Talleyrant Péricor lo concreta en una frase: “Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible” Hay que tener presente, que el tiempo siempre corre en contra de uno, pase lo que pase, suceda lo que suceda, el tiempo inexorablemente marca los segundos minutos y horas como decía Herbert Spencer “El tiempo es lo que los hombres tratamos de matar y que termina matándonos”. ¡Y tanto que sí, lógico y muy bien razonado, verlo de otro modo es engañarse a uno mismo.
Por ese motivo, no cejo de encontrar vías alternativas para expansionarme, ¿Qué tengo que ser selectivo…? está más que claro, pero es cuestión de progresar de cualquier modo posible. Particularmente, a mi me preocupa saber, como y de que manera puedo progresar en este sentido, tengo metido en la cabeza un pensamiento de Pericles :  “El que sabe pensar, pero no sabe como expresar lo que piensa, está en el mismo nivel del que no sabe pensar”. ¡Que fuerte…! Claro, cuando uno se identifica un poco con estos pensamientos se siente algo incómodo, por lo menos yo me considero un pedazo de burro del copón.
No sé si es que no me da más de si la mente, o que en mi tiempo había mucho genio y a mi, y a unos cuantos más, nos tocaron las neuronas con tara. Debe ser esto último, fijo. De cualquier manera, a mi no me vencerán, seguiré haciendo lo que pueda aunque sea de forma ilusoria, con tal que se note aunque sea de una forma lenta, poco alentadora, que me quiero expansionar.


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TARA.


                                                     TARA


Si todo el género femenino fuera como tú Sabrina, el mundo andaría de otra forma. Eres la mejor amiga que jamás pueda llegar a tener nunca, te quiero preciosa mía, anda vamos a correr un rato. Sabrina, que con aquel cuerpo impone a cualquiera, galopa sobre la arena, salta al agua en busca del hueso de caucho que su dueño le tira sobre las olas. Vuelve cansada y se echa a su lado, con media lengua fuera, lo observa. Aníbal sentado en cuclillas sobre la arena, traza en el suelo dibujos de montañas y un rio, árboles a su alrededor, un puente… va está cansado de soñar despierto. Se levanta chasquea los dedos y Sabrina camina pausadamente a su lado, lo cierto es, que poco más que eso podría hacer la perra. Suben los dos al solario del ático y él la lava con la manguera, está llena de arena, hasta dentro de la boca lleva una especie de barro, mezcla de saliva, arena y agua salada.
Ahora quédate aquí fuera un rato, hasta que te seques, ya sabes la peste que echas cuando te mojas, si, si, no me mires así que sabes que no exagero. Mañana iremos a la montaña que se te da mejor, se que te gusta más que la playa ladrona –le dice mientras le rasca la cabeza con los dedos de la mano-. Sabrina sabe de lo que le habla y si pudiera reiría, lo debe hacer a su modo y manera, siempre está agradecida, se siente querida, atendida sin decir palabra, cuando quieres a tu mascota, resulta con el tiempo que llegan a ser un tándem, como ellos dos lo son.
-Hola, sabes quién soy.
-Tara….?
-Sí, que tal estás, espero que bien con la señorita que siempre anda contigo. Os he visto ha menudo por la playa.
-Pero como…, cuando nos podemos ver Tara, te echamos mucho de menos, y hablo en nombre de Sabrina también, se quedó muy triste después de tu partida.
Se escucha ruido de fondo, de gente que entra y sale de algún lugar, no sabe adivinar el que ni donde, pero aguza el oído para tratar de saber donde se encuentra.
-Mira Aníbal, sé que me porté mal contigo, las cuatro líneas que te dejé en casa no eran suficiente explicación, por eso te llamo, para que me perdones, si puedes claro.
-No, no me vengas con esas Tara, entonces fue una nota, y ahora, crees que con una llamada puedes disculparte, no amiga mía de eso nada. Si quieres disculparte nos vemos, yo no te voy a obligar a nada, lo sabes, pero las cosas hay que decirlas a la cara, así es como a mi me han enseñado que deben de ser las cosas.
-Verás es que yo… ahora mismo no puedo, no en las circunstancias que estoy, no te puedo contar más por teléfono, el número desde el que llamo no lo memorices, no es mío, es prestado el móvil.
-Pues entonces nos vemos cuando tú digas en el bar Ras-Mar, el lugar donde voy siempre, que te parece.
-Bueno vale, yo te vuelvo a llamar y te digo que día, vale.
-Escucha antes de cortar, como estás tú, dime…
-Venga ya está bien, trae el móvil, ya has hablado bastante, ahora ve a la número ciento seis te espera en el pasillo Laura.
Que coño está pasando ahí, se pregunta Aníbal, ve, a la número ciento seis…, te está esperando Laura…  Se queda aturdido, cae a plomo en el sofá, Sabrina ya seca, lo mira con la cabeza de lado, sabe como su dueño que es, que esta expresión no es normal en él. Otro día jodido por culpa de esta llamada, no sabe aun si oportuna o no, pero que lo deja inquieto, se le ha revenido todo el cuerpo al oír la voz de Tara.
Ha comenzado a las seis a trabajar con el taxi, ahora, lleva un Mercedes, tiene que ir cambiando y si puede ser a mejor, los clientes lo merecen. En cambio, desde que se le murió el televisor, no ha comprado otro, para que si casi no está en casa, y cuando está, todo su tiempo libre, lo pasa con Sabrina, que bastante  lo echa de menos a pesar de estar acostumbrada. En cambio ha comprado uno de los mejores equipos de música que hay en el mercado, le gusta la música, un amigo taxista, le pasa C.D, descargados de Internet, cualquier música que le pida al siguiente día se lo da en la parada. Hace unos meses atrás, ha comenzado a leer libros de su madre, de Ernesto Sabato, pintor y ensayista calabrés, de padres inmigrantes italianos, está leyendo “Los hijos de Absalón”, disfruta con esta lectura, como con la obra de Virgilio Piñera, cubano y en su caso poeta, aunque su madre tiene un libro de cuentos completos de este autor.
Estas últimas semanas está haciendo poca caja, pasa de clientes que lo quieren para a pesar de llevar el piloto en verde sobre el techo, está absorto en un sinfín de asuntos que lo tienen perturbado. En realidad solo Tara lo perturba, esta llamada que recibió de ella, lo tiene inquieto. Por la emisora de radio, lo llaman para que baya a recoger a unos señores que salen del hotel a la terminal internacional del Prat, el aeropuerto. Apaga el piloto y se dirige al hotel, Condes de Barcelona, Paseo de Gracia chaflán con Mallorca, el guardapuerta se dirige a él y le pregunta si viene a recoger a alguien.
-Pues claro hombre, sino que crees que hago aquí, anda entra y pregunta en recepción.
Apaga el motor y espera, maletero abierto, y puerta lateral derecha abierta también, son detalles que agradecen los clientes, un taxi con las puertas cerradas no da tan buena impresión, él, lo sabe. En una puerta lateral de servicio ve a dos chicas con uniforme del hotel, están en su pausa seguro, la que está de espaldas a Aníbal le llama la atención, tiene unas piernas preciosas que se dejan intuir por el vestido corto que lleva, hablando con la compañera se coloca de perfil.
-Eres tú…  Tara, aquí.
Tara se vuelve al instante, tira a una papelera próxima el resto del emparedado que se está comiendo y se acerca a Aníbal poco a poco. Salen tres señores con equipaje, debe atenderlos, corre hacia ellos, les quita la maleta de las manos a la vez que vuelta la cabeza hacia Tara le pregunta
-A que hora terminas que vengo a buscarte.
-A las diez, pero es que tú estás trabajando.
-No te preocupes, te pasaré a buscar a esta hora.
Le lanza un beso con la mano, sube al coche y alerta a los clientes que se pongan los cinturones de seguridad, algunos se descuidan.
-Bueno señores, que tal están, disculpen no quiero distraerles si están hablando, solo quiero que sepan que mi nombre es Aníbal y que estoy encantado de que usen mis servicios. Ahora… al aeropuerto, vamos allá.
Los clientes se sonríen y le dan las gracias, tienen acento francés, se sienten a gusto en un taxi cómodo como este, Mercedes.
-Quien es este hombre que te ha saludado, un antiguo cliente.
-Calla boba, es un amigo que me sacó de un aprieto gordo. No supe agradecerle nada de lo que hizo por mí, soy un desastre de persona.
-Hay querida… si supieras las veces que yo me he planteado lo mismo sin llegar a ninguna conclusión…
-Ya, pero me ayudó a reflexionar sobre mi vida, los objetivos que tenía, y esto es de agradecer.
-Bueno… no es que seas muy diferente de entonces que digamos…
-Pero por lo menos ahora lo hago porque quiero, no por la avaricia del dinero como antes, por tener muchas cosas, ir a la última moda y todo eso.
-Visto así, vale la pena tener a alguien a tu lado, alguien que te espera cuando vuelves a casa, cosas de las que ocuparte, no sé, supongo que una también se cansa de tener una vida sin sentido, con unas rutinas tan austeras, sin expectativas de hacer nada nuevo.
-Eso es lo que yo pienso Laura, no me gustaría envejecer sola, sin que nadie me eche de menos, sin siquiera poder tener una mascota que te pueda relajar paseando juntos. Sabes que tiene una perra que es una maravilla… le puso por nombre Sabrina, que te parece, y no creas que es cualquier perra, es un rottweiler, grande como un ropero, pero cariñosa…
-Bueno, pues ya me dirás que tal va esta noche.
-Claro, serás la primera en saberlo, no te apures.
No ha habido forma de encontrar un hueco cuando ha ido a buscar a Tara, Aníbal ya está a las diez menos diez ante la puerta del hotel. Pregunta al botones por donde sale el personal del servicio y este le señala una puerta en la calle Mallorca, es una salida como de emergencia, la puerta es de acero y encima del marco hay un aparato de aire acondicionado. Comienza el cambio de turno, ya han entrado unas cuantas mujeres, otras comienzan a salir, la segunda de ellas es Tara que se lanza hacia Aníbal,  este le sujeta la cabeza contra su pecho por la melena. Las compañeras vuelven la cabeza para mirar a aquel apuesto joven moreno, a la vez que ríen entre dientes observando la carita de tonta que tiene Tara.
-Circunstancias de la vida… que curiosas, cuando me llamaste y oí aquella voz que te decía que le devolvieras el móvil, se me puso la piel de gallina.
-Te entiendo, pero ya ves la razón, por eso te dije que no guardaras el número, es el teléfono de un cascarrabias de capataz que tenemos.
-Cuanto me alegra volver a verte…
-Verás, quería decirte que cuando me marché…
-Basta ya de eso, déjalo, tendrías tus razones, lo comprendo, y si no lo comprendo peor para mí no te parece. Lo que a una persona le parece inadmisible, para otros es perfectamente justificable, así es la vida. No hablemos más de este asunto te parece, piensa que he hecho campana por ti.
-No te quejes sinvergüenza, tan mal no te debe ir, mira el cacho de carro que se ha comprado el tío…
-De comprado nada guapa, es un arreglo que se llama leasing, es por decirlo de alguna manera comprensible como un renting, lo tengo alquilado, y cada determinado tiempo, lo puedo cambiar.
-Mira tú que bien, así cualquiera puede llevar esos cochazos, joder, que ventajas tenéis los taxistas.
-Sí, eso si una noche de esas no te sube alguien que te quiere robar, y si no le das la caja te pincha, o te pega un tiro.
-Eso si que es verdad. Pero cambiando de tema que a mí estas cosas me ponen de los nervios, como está Sabrina.
-Loca por volverte a ver, te lo aseguro. Me he acercado a casa a cambiarme de ropa y se lo he dicho, la he tenido que regañar porque cuando le he dicho que venía a buscarte, se ha puesto a ladrar como una loca.
-No me lo creo, no puede ser. Va, me lo dices de verdad.
-Que no te miento mujer, tu misma lo verás cuando la veas. Pero antes, vamos a cenar te parece bien.
-Esta noche dejo que seas mi dueño y señor, llévame a donde tú quieras.
-Mira, no me tientes… que paso de la cena. No de verdad, te voy a llevar a una bodega del casco antiguo que se cena de muerte, cocina de mercado pero… cuando vamos nosotros, los taxistas digo, tienen deferencias especiales, les llevamos mucha clientela.
-Pues venga que tengo un hambre canina, ah y luego, me llevas a ver a Sabrina.
-Por supuesto, crees que te ibas a ir de rositas sin saludarla, seguro que ya te está oliendo. Por cierto, no has cambiado de perfume, me gusta mucho, me trae recuerdos amables.
La cena ha sido copiosa, la atención de primera, Salvador, el dueño de “Tarranco”, sabe como debe atender a estos clientes especiales. Tara no puede resistirse a probar el postre estrella de la casa, plátano frito con chocolate desecho encima. Todo le ha salido a Aníbal por veinticinco euros, precio especial de taxista, vayan los días que vayan y a la hora que sea.
Caminan un poco por el casco viejo, por la noche algunas de estas calles huelen a cocido a especies, a orines y basura, alguien podría pensar, que hay que estar loco para pasear por lugares así. Pero Tara y Aníbal se huelen el uno al otro, el la lleva cogida por el hombro, ella por la cintura, así de forma sigilosa, van dando forma a su mundo. Cada cual quiere adivinar lo que piensa el otro, es una forma de comunicación telepática pretendida, que no tiene argumentos sólidos, científicos, pero que sin serlo, tienen toda la ventaja de la magia, son, alquimistas de la vida. Este segundo encuentro circunstancial, ha hecho que se den cuenta, que se necesitan mutuamente, no pueden cambiarse pero pueden complementarse, intentar se algo más de lo que son, sin más.
-Sabrina encanto… mírala Aníbal, es verdad que me echaba de menos, no llores cariño estoy aquí de nuevo.
Aníbal al escuchar esas palabras se enternece, escucha la súplica de Sabrina que sin ladridos le susurra, no te vayas más, no me hagas esto. Imposible evitar que Sabrina no le lama las manos, las piernas y los pies, parece una ceremonia de conciliación, su mini rabo no deja de luchar contra otra fuga.
-Te das cuenta de lo que significas para ella, pues imagínate para mí.
Para cuando se acuestan los dos en la cama grande, Sabrina está presente, vigilante para que,  nadie estorbe este momento. Ahora están intentando cerrar el espacio que antes quedaba abierto, fruto del desencuentro, del miedo mutuo, del respeto hacia sus propios objetivos. Deberán quemar sus naves si quieren que sus nombres se recuerden en el futuro, zanjar diferencias, estudiarse mutuamente, con la intención de amarse más y mejor.
Sabrina no sabe del significado del trabajo, sabe eso sí, que el cariño es lo único que se necesita para hacerse necesario para otro, para su dueño, dueños en su caso. La vida sigue del mismo modo que las olas llegan a la playa y se van, y regresan, y se vuelven a ir, pero siempre con el mismo fin, hacer de nuestro espacio un lugar más feliz donde poder llevar a cabo nuestros deseos.


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sábado, 28 de junio de 2014

HÁBLAME DE TU BLUES.


                                           HÁBLAME DE TU BLUES


Salía corriendo de un bar del casco antiguo, mirando hacia atrás se precipitó sobre el capó del taxi, estaba libre, llevaba el piloto verde encendido buscaba pasaje e iba despacio, más por aquella zona donde las aceras son estrechas, la gente sube y baja continuamente de las aceras para no tropezar con los que van en sentido contrario. La mujer rebotó sobre el coche y calló al suelo, Aníbal bajó de inmediato, fue, muerto de miedo, hasta donde se había quedado la chica, afortunadamente estaba bien, solo el golpe la mantuvo unos minutos en un estado de confusión.
El golpe y el alcohol que había consumido, la dejaron flotando por unos instantes, como si estuviera en una nube. Cuando despertó de este letargo momentáneo, estaba en un box del servicio de un hospital. Aníbal estaba a su lado, sentado en una silla a su lado. La habían desnudado, su pantalón de cuero negro, su blusa de seda, la cazadora del mismo género de piel que el pantalón, y las botas camperas también negras, estaban en un rincón del lugar colgado todo de una percha, junto al bolso de piel girada con flecos que llevaba en bandolera.
Una vía con un suero colgaba de su brazo, y una máquina de tomar la presión sanguínea, presionaba su bíceps periódicamente, hinchándose primero, y luego aflojando la presión sobre el brazo. Se despertó tapada con una sábana verde que olía a antiséptico, se asustó cuando abrió los ojos, como platos se le pusieron.
-Quién eres tú, que hago aquí, donde estoy.
-Te están echando un ojo, para ver que no tengas nada a consecuencia del golpe que te has dado contra mi taxi.
-Y solo por eso me has tenido que traer aquí, no tengo nada hombre. Llama a esta gente y diles que me quiero ir, solo me duele un poco la cabeza, eso es todo.
-Creo que sería mejor que te dejaras hacer la prueba del scanner, ya que estás aquí no te viene de media hora más y asegurarte que no tienes ninguna lesión en la cabeza.
Tara cierra los ojos y calla, está cansada de hablar, y eso que solo ha intercambiado cuatro palabras con Aníbal.
-Quién me ha desnudado, has sido tú.
-¡No! yo he entrado aquí después de haberte puesto la vía que llevas en el brazo. Han preguntado por el acompañante y he dicho que era yo, al fin y al cabo, ha sido contra mi coche que has chocado.
-¡Maldita sea…! hubiera preferido que pasaras por encima de mí y haber muerto.
-Caray que consuelo que me das, no veas en el fregado que me hubieras metido. No te gusta vivir.
-No como lo estoy haciendo ahora, la verdad.
-Anda no hables más ahora, descansa, tiene que bajarte la presión y si no te tranquilizas, no va a ser posible. Piensa que si sigues así, eres capaz de estropear la máquina del scanner, cosas más raras se han visto.
Tara ha cerrado los ojos y le sonríe, no porque haya contado un chiste ni nada por el estilo, pero le hace gracia esta salida de Aníbal. A estas alturas ya conoce su nombre, le recuerda a aquel famoso general cartaginés, que cruzó con su ejército y sus elefantes de guerra, los Pirineos y los Alpes, alzándose contra Roma, allá por el final del primer siglo antes de J.C y terminó en derrota en la llanura de Zama.
A Tara le dan el alta, a eso de las cinco y media de la mañana, todavía es de noche, pero ya comienza a dejarse sentir el calor, más bien, el bochorno típico de una ciudad, que duerme a orillas del Mediterráneo.
-No sé que es lo que me han puesto esta gente en la vena, pero estoy un poco mareada.
-Te parece bien que vayamos a un lugar que conozco, que hacen un chocolate estupendo y de paso desayunamos ahí.
Tara mira el reloj de pulsera, se ha parado. Ella está viva pero su reloj se ha muerto.
-¿Qué te parece…? yo que soy más frágil que un reloj de acero he salido viva de este accidente, y sin embargo el Omega que llevo puesto, se ha quedado para el arrastre, ¿no es curioso?
-¡Mujer, yo prefiero que no te haya pasado nada a ti…! cuando quieras te puedes comprar un reloj nuevo, o a lo mejor te lo regalan, quién sabe.
Han llegado a la granja Ras – Mar, allí desayuna todos los días Aníbal, se puede decir que por alguna razón, es un cliente preferencial. Los pocos que ha esa hora están allí, lo saludan de manera cordial.
-Que tal conquistador, como se ha pasado la noche.
-Como siempre Corso, como siempre, distraída pero con poco pasaje.
-Oye, porqué te llama conquistador.
-Creo que lo dice, por aquello de aquel cartaginés de la antigüedad, que le hizo la guerra a los romanos con elefantes.
-Un hombre interesado en la historia antigua.
-Fue maestro en Córcega, es Corso, por eso se le  conoce con ese sobrenombre.
-Y como ha venido a parar aquí.
-A no sé yo en estas cosas no me meto nunca, oye uno tantas cosas en mi oficio, que al final pierdes el interés en todo lo que oyes, y lo que se cuenta la gente dentro del taxi. Hay que ser discreto en este oficio.
-Entiendo, y dime, como es tú vida si puede saberse.
-Prefiero que me hables de ti si no te importa. Esta noche pasada no saliste muy normal de aquel bar, no es que sea curioso, pero ya que me tocó a mí directamente, me podrías contar algo sobre ti.
-Vale, soy prostituta, tengo veintidós años y ejerzo este oficio desde los dieciocho. Mi nombre ya lo sabes, llegué a esta ciudad hace cuatro años, y tengo un apartamento en la antigua carretera que lleva a la urbanización El Lebrel.
-Ves, esto es algo que jamás hubiera imaginado. Me parecía que huías de alguien anoche, saliste disparada como una bala del bar. Disculpa, no tengo ningún derecho a preguntar, pero una cosa es cierta, jamás nadie se ha echado encima del taxi en todos los años que conduzco.
-Claro, y eso te da derecho a que te cuente mi vida y mis problemas no…
El corso les trae los tazones de chocolate negro, y una bandeja con unas cuantas pastas artesanas que ellos hacen a mano. Aníbal se frota las manos, sabe que la calidad siempre es la misma, que incluso se superan, dependiendo de si la masa la hace la mujer del corso o su suegra.
-Prueba estos bretzel, te van a encantar, son deliciosos y fíjate, a esta hora todavía están calientes, acabaditos de hacer.
Tara, curiosa, rompe el hojaldre y lo moja en el chocolate, cuando se lo mete en la boca, entrecierra los ojos, sus pómulos parecen dilatarse ante el sabor de aquella delicia.
-Oh, es estupendo, si señor tenías razón, valía la pena venir aquí. Aunque también me hubiera comido muy a gusto un buen bocadillo de jamón serrano, si te he de ser sincera.
-Bueno eso es porque cuando hay buena hambre, no hay pan duro que se resista.
Tara se ríe y señala el detalle que acaba de decir Aníbal. Él no le dice nada, pero se le está comenzando a marcar una parte del cuello, tiene un morado que se extiende desde debajo de la barbilla hasta casi el hombro, lo aprecia porque se ha desabrochado un botón de la blusa y se deja entrever el sujetador color berenjena que lleva puesto con puntillas blancas.
-No comas más chocolate y nos pedimos un bocadillo de jamón, que te parece.
-Sí, de acuerdo. Eres un buen tío Aníbal, me habría gustado haberte conocido antes, quiero decir unos años atrás, seguro que con una persona como tú, no estaría en esta situación.
Le hace una señal al corso y este viene enseguida. Le hace el pedido de los bocatas y le pregunta a ella que quiere para beber.
-Un vino rosado fresquito estaría bien, a ti que te apetece, vamos hombre, no te quedes mirándome como un pasmarote.
-Me está bien lo que tú bebas.
El corso, se queda mirando a su amigo taxista y mueve la cabeza de lado a lado. Este chaval se está enamorando, se dice a si mismo.
-Un amante é quasi sempre un uomo che, se ha trovato un carbone che brilla, se lo mete in tasca credendo che sia un diamante, ricorda amichi.
-Que coño dices corso, traduce por favor.
-Estudia tú el italiano, que a mi me costó lo mío.
Tara ha bajado el rostro al nivel de la mesa, es como si se hubiera desplomado su esqueleto de cintura para arriba.
-Se puede saber que pasa aquí, levanta la cara Tara. Acaso sabes lo que ha dicho.
-Sí, y creo que tiene razón, no tengo porque sentirme ofendida. De cualquier forma, soy lo que soy, el corso es un tío listo, me ha calado al entrar por la puerta creo yo.
-¡Corso, ven por favor que quiero pedirte algo más!
El corso llega al instante, tiene a otro camarero atendiendo la barra.
-Que hay, que más queréis.
-Que te vayas un poco a la mierda mariconazo. No sé que has dicho antes, pero no ha sido nada oportuno ni educado sabes. Te metes los bocadillos por donde te quepan.
-Disculpa, pero creo que no se me ha interpretado bien. Tienes derecho a pensar lo que quieras, sin embargo, lo que he querido decir es, que ha menudo, lo que para unos es solo una persona cualquiera, para otros es un auténtico tesoro. Señorita, créame si le digo, que es lo único que he querido significar con mis palabras, y si la he ofendido, le pido perdón.
-Seguro que ha sido eso corso, mira que he tenido una muy mala noche…
-Jamás mentiría a un amigo. Por favor no os vayáis, enseguida os sirvo lo que habéis pedido, estáis invitados esta vez.
Tara ha cambiado la postura, es posible que esté susceptible después de lo sucedido la pasada noche en el bar, antes de salir a la calle corriendo y tropezar con el taxi de Aníbal. Este, todavía continúa con las mandíbulas apretadas, está tenso, el caso es, que no sabe muy bien el porqué. La llegada de los bocadillos, las aceitunas aliñadas al estilo corso, y el vino, distienden bastante el clima.
-Que te decía, está bueno he. Quizás no me creas, pero es el único bar en el que paro, y lo hago para no tener que prepararme el desayuno cuando termino la jornada, que siempre es el turno de noche.
-Cierto está rico, sírveme vino por favor, anda… tanto no hombre, este vino hay que beberlo poco a poco, además, ten en cuenta que acabo de salir del hospital.
-Es verdad perdona, no estoy acostumbrado a servir vino a otros, yo bebo más que nada cerveza. Ah y en el taxi, alguna que otra coca cola.
Después de un par de horas que pasan sin darse cuenta, Tara se encuentra sorprendida de si misma, le está contando su vida, está deshojando esta flor que durante años ha tenido cerrada, salvo para algún que otro cliente habitual. Algún desafortunado de la vida, que tiene familia e hijos, y se va confesar a ella, en lugar de hacerlo con algún cura, porque normalmente son hombres de derechas, incluso alguno de ellos, clientes poderosos que pasan los gastos de alterne con ella a gastos de ayuntamientos, de los bancos que presiden o alguna sociedad contable. Gente que los domingos, o en ocasiones oficiales que exigen la presencia de un obispo para alguna inauguración, les besan la mano, cual si de santos se trataran estos representantes máximos de la iglesia católica.
Mira fijamente a Aníbal, se desnuda ante él de forma total. El taxista la escucha con atención, sabe que dependiendo de la atención que preste a lo que le dice, la podrá pretender. Va, eso es una tontería, como podría pretenderla yo, un pobre taxista de mierda, que se pasa más de la mitad de su vida pegado al asiento de un coche, que el único gesto automático que se hacer, es el que me exige el volante de mi Skoda.
-Bueno Aníbal, creo que me voy a mi casa. Estoy cansada, voy a dormir un rato.
-Si necesitas un taxi el mío está libre, venga te llevo. Me gustaría decirte algo por el camino.
-Bueno pero solo si me cobras la carrera, de otra forma cojo otro taxi, no quiero comprometerte más.
-De acuerdo, será un placer. Además ya te toca pagarme algo después de todo lo que he hecho por ti hoy hermosa.
-Ja,ja,ja, eres la leche Aníbal, a esto le llamo yo ser práctico, si señor.
-A ver… no te creas que te va a salir todo gratis, guapa. Hombre, un favor se le hace a quién lo requiera, pero en tu caso te has pasado un rato largo… ja,ja,ja.
Al salir a la calle Aníbal se despereza, alargando los brazos y haciendo gestos de cansancio, este gasto hace que quede al descubierto, el tatuaje que lleva en la espalda, más bien desde mitad de cintura, a alguna otra parte difícil de imaginar por ser de tipo tribal, solo con el culo desnudo podría  verse bien. Lo cierto es, que Tara, al entablar un poco de amistad con él, le pregunta directamente.
-¿De qué va el tatuaje este que llevas en la parte baja de la espalda?
Sorprendido como si hubieran descubierto a un ladrón con las manos en la masa, baja los brazos, los aprieta contra el torso, y se vuelve hacia ella mirándola un poco espantado.
-¿Un tatuaje? Ah ya veo, me has estado mirando el culo, vaya con Tara la fisgona  -dice en tono desenfadado-. Pues sí, me lo hice como una apuesta, con un amigo que luego se rajó.
-Me gustan los tatuajes, también yo llevo uno, son unas letras en sánscrito una lengua que todavía se habla, mejor dicho se hablaba en la antigua Mesopotamia, aunque todavía lo hablan unos cuantos cientos de miles de personas en lugares muy localizados.
-A sí, y que leyenda se saca de esas letras.
-Exactamente… “Sé feliz si puedes, haz el bien, hónrate a ti misma con tu vida”.
-Bonita frase Tara, es una muy buena recomendación. El mío va de la representación de la fuerza interior que tiene que tener el hombre, el ser humano, no olvidar jamás, que cualquier cosa que uno quiera conseguir, puede llegar a llevarlo a cabo con perseverancia y bondad.
-¿Y todo eso dice el dibujo que llevas en el tatoo?  
-Eso me aseguró el polinesio que me lo hizo. Fue en una especie de feria que se llevó a cabo en una exposición, está hecho con el método que ellos tienen, de pinchar golpeando la aguja con otra madera especial que sirve para que penetre en la piel la tinta.
-¡Hostia que dolor… no!
-Sí, íbamos con un colocón de cuidado. Con todo y con eso, me tocó ir a casa del hombre a quién la habíamos afanado el coche para irnos de marcha y devolvérselo, se lo dejé aparcado delante de su casa, dejé el claxon apretado, las llaves puestas y me largué campo a través. Los amigos no me esperaron, así terminé con ellos… ya no quise saber nada más, después de esa supuesta broma que me gastaron. Llegaron al siguiente día a mi casa, riendo por las escaleras subían. Llamaron con insistencia al timbre de mi piso y cuando les abrí la puerta, no les dejé que hablaran, solo se me ocurrió decirles que no volvieran por allí. Hemos terminado, desde ahora no me conocéis, les dije.
-Bien hecho no se portaron decentemente, es lo menos que se merecían, a mí me parece correcto que actuaras así. En cambio yo, jamás he podido plantarme delante de la gente para decirles eso, nunca. A veces he tenido que salir con tíos asquerosos, que pagan mucho dinero, y que se creen que por eso, tienen derecho a cualquier cosa con una puta.
Resbalaron unas lágrimas por las mejillas de Tara mientras cuenta esto. No entra en detalles pero a Aníbal le sobran, ha visto comportamientos dentro de su taxi, difíciles de describir.
-Una vez nos invitaron a una fiesta privada en una urbanización. Tenía que llevar a un par de amigas más, el dinero es muy goloso sabes, hablé con dos chicas que estaban dispuestas a llevarse esta pasta a casa, era solo una noche, ya me entiendes, yo no trabajo para ningún chulo, que se lleve la mitad del dinero por protegerme. Además, quién puede protegerte dentro de un chalet que es un bunker, nadie. Nos encontramos solas, delante de siete hombres muy educados todos, a mi me cogió miedo, sé por experiencia que estas cosas pueden terminar de cualquier manera, mala cosa me dije yo.
-No me cuentes más si no quieres Tara.
-Si,si, quiero contártelo porque lo llevo dentro desde hace mucho, necesito hablarlo con alguien. De esto hace dos años, parece que el tiempo se ha detenido desde entonces, a la más jovencita, le metieron en el cuerpo y por la fuerza, una botella de bourbon entera. Poco tenían que sacarle de ropa, ya sabes, para estas ocasiones, vas ligera de equipaje, la dejaron desnuda sobre el césped del jardín, dos de ellos le pisaban los brazos con los pies para que no se moviera. El resto, la hicieron polvo a la pobre, y nosotras dos, riéndoles la gracia para no salir mal paradas de aquella fiesta particular, estábamos muertas de miedo aunque ellos no lo apreciaban porque ya iban tocados por la bebida, martinis y margaritas a tope, Bruce Springsteen sonaba al máximo de volumen, en el equipo de música. No tuvimos manera de salir de allí esa noche, al amanecer con el móvil pedí un taxi, les vacié las carteras a aquellos hijos de puta y les robé las tarjetas, hice fotos de todo con el móvil, menos mal que esta vez la tecnología sirvió para algo. Las dejé a las dos en mi casa, con el taxi salí disparada dispuesta a vaciar las tarjetas de aquellos asquerosos, tengo amigas que jurarían haber ido allí a sus tiendas, a comprar con mujeres vestidos, bolsos y zapatos. Me volví para casa echa una mierda, creo que en mi vida he quemado tantas energías como en aquellas veinticuatro horas. Nadie reclamó nada, tiré las tarjetas en una alcantarilla lejos de casa, por si acaso, y me encerré con mis dos amigas dos días enteros. Pero desde entonces de vez en cuando, me tropiezo con sicarios que quieren darme un escarmiento, de ahí que me tropezara con tu taxi ayer.
-No sé que decir Tara, me has dejado sin palabras, quién te garantiza que no están esperándote cuando vuelvas a tu apartamento, esto no tiene sentido. Arriesgas la vida por nada…
-Crees que no lo sé, pero adonde voy dime.
-Recojamos lo más necesario de tu casa y ven a la mía, poco a poco lo arreglaremos, lo mismo que tú tienes amigos, también los tengo yo, y algunos me deben grandes favores. Nuestra comunidad es amplia, podemos perderlos de vista con un chasquido de dedos. No creo que tengas mucho tiempo para decidirte, sabes que no te quiero ningún mal, al contrario, pero debes dejar que te ayude con este marrón.
Tara, con los ojos humedecidos, se lo queda mirando, Aníbal no se había fijado en los  hermosos ojos de ella, de un azul gris profundo y grandes, como dos faros de bienvenida. Aníbal le coge la mano, ella se deja llevar por él, parece como si con el blus que le acaba de contar, se le hubieran acabado las fuerzas. Abre la puerta trasera del pasajero y la ayuda a meterse dentro del taxi, se sienta delante del volante y por un instante piensa.
-Vamos a tu casa Tara, cogeremos lo que te quepa en un bolso de viaje e iremos a la mía, eso en principio, te parece, luego pensaremos en lo demás.
Ella asiente sin decir nada, ha sacado un pañuelo de papel del bolsito que lleva y se suena la nariz, luego seca las lágrimas que siguen fluyendo sin descanso. Dan un gran rodeo antes de llegar a su casa, luego aparcan detrás de unos árboles que hay detrás de su apartamento, bajan los dos cogidos de la mano. Aníbal nota un escalofrío de placer intenso al llevarla a su lado, entran en el portal y suben al apartamento, es un lugar exquisito, con cuadros que parecen tener valor, complementos de muy buen gusto, muebles minimalistas pero buenos.
-Bueno, voy a recoger cuatro cosas, salgo enseguida. Desaparece por una esquina del piso y él la oye abrir y cerrar cajones, al poco sale con un bolso de piel marrón, parece cargado hasta las trancas.
Abre el frigo y coge de allí unas cuantas cosas, que mete en una bolsa de plástico con asas, vuelve con una sonrisa triste y se abraza a él. Salen a la calle y suben de nuevo al taxi camino de casa de Aníbal. En el trayecto por las rondas, Tara se apercibe que van en dirección mar, le pregunta a Aníbal donde vive.
-Aquí cerca, no te apures, tienes prisa por conocer mi casa.
-No, simple curiosidad, eso es todo. Esta salida que coges ahora nos lleva a la parte que fue en su día la Villa Olímpica no.
-Eso es, si señorita, quiere la señorita que vayamos más despacio para que pueda disfrutar del paisaje.
-Tonto… no creo que todos los taxistas tengan el mismo sentido del humor que tú.
-Pleno al quince, está usted hablando con el taxista más simpático de buena parte de la ciudad, piense que tengo gente que me espera a mi, como lo oye, en el aeropuerto, en las estaciones de tren, hasta en las de autobús… que le parece, y todo ello porqué, porque soy el número uno de la simpatía, y complazco a mis clientes en todo aquello que me pidan, vaya que si…
-Pues no sabía yo nada de usted, de haber lo sabido, lo habría contratado como mi chófer.
-No se equivoque señorita, valgo mucho más de lo que usted piensa, le costaría un dinero bueno contratarme, gente como yo se cuentan con los dedos de una mano, modestia aparte.
Este rato de viaje, no han parado de reír, casi cualquier cosa que dicen uno u otra, es motivo para soltar una carcajada o hacer una pequeña broma. Por fin llegan delante de unos pisos en segunda línea de mar, cerca del bar Ras-Mar en el que han desayunado hace unas horas, se levanta la puerta de un garaje comunitario y descienden por la rampa, la plaza de parking es amplia, maniobra con una facilidad asombrosa y deja el taxi de cara a la puerta de salida.
-Vamos, verás mi choza, espero que te guste, no es como tu apartamento pero bueno… tiene sus cosas buenas, subamos.
El ascensor los lleva a la cuarta planta que es el ático, cuando salen del ascensor, cruzan una puerta de seguridad y ya están dentro de la casa.
-Vaya… esto si que resulta práctico tío, el ascensor va directo a tu casa, asombroso.
-No es para tanto, estos pisos los construyeron como estancia para los atletas de las olimpiadas, de ahí que tengan los techos altos, los marcos de las puertas sobredimensionados, el baño con jacuzzi, y algún que otro detalle que le he ido añadiendo yo por mi cuenta.
-Pues un piso así debe costar una pasta, y más en el sitio donde está ubicado.
-Bueno el piso lo compró mi madre, murió el año pasado, le gustaba tanto el mar…, la mujer invirtió parte de su herencia en él y en la licencia del taxi, sabía que a mí me gustaba y que hacia mucho tiempo que iba tras conseguirla.
-Lo siento mucho Aníbal, tuvo que ser una gran mujer tu madre. Y tú un buen hijo para complacerla.
-Dejé la universidad para poder cuidar de ella en los últimos momentos de su vida, terminado mi turno cuando volvía a casa, me la llevaba a la playa y dábamos grandes paseos.
Casi de la nada salió un gran rottweiler que saltó sobre Aníbal, sus potentes patas resbalaban sobre el parquet del piso.
-Mírala ella… hola Sabrina, como estás guapa mía.
-Joder que susto, me hubieras podido avisar, me he llevado un susto de muerte.
-Tranquila, es como una gatita grande con la gente que viene conmigo. Con los que traen malas intenciones ni les ladra, se les tira al cuello, pero no se equivoca nunca, no temas nada, desde este momento ella sabe que tú podrás entrar y salir de casa sin problemas, eso sí, procurará lamerte las manos o buscará jugar contigo.
-Bueno, es un consuelo, seguro que ya me conoce.
-Claro que sí mujer, las personas nos equivocamos pero los perros no, nunca, captan la química que desprendemos, acaríciala y verás.
Eso es lo que ha hecho Tara, la ha llamado por su nombre y la perra se acerca a ella moviendo descontroladamente la parte trasera de las patas, mueve incesantemente la cola, los cuatro dedos de cola que tiene, porque de hecho no parece tener. Sabrina se regala con los mimos de Tara, se echa con la barriga al aire para que la acaricie, luego, efectivamente, busca sus manos para lamerlas.
-Fue el último regalo de mi madre…
Aníbal se queda un momento pensativo, sentado en una silla, de lado a la mesa del comedor cocina, enciende un cigarrillo y a mitad de consumirlo lo apaga. Le enseña a Tara las dependencias de la casa, tiene poco más de sesenta metros cuadrados, pero muy bien pensados, un baño completo con el jacuzzi, otro más pequeño con una mampara que separa la ducha del inodoro, y un gran espejo sobre el lavamanos, que su madre gravó a mano, siguiendo los pasos de una escuela de artes manuales. El dormitorio doble que está impoluto y donde nadie ha dormido aparte de su madre, luz indirecta, persianas mecanizadas, estantes con libros de novela histórica y libros de filosofía. Con el baño pequeño por medio, otra habitación sencilla con cama de metro diez, ahí es donde duerme Aníbal, todo está limpio, bien ordenado.
-Por el momento si quieres puedes dormir en la habitación grande, estarás más a gusto, hasta que decidas que hacer. No tengas reparo alguno en dormir en esta cama, mi madre pasó los últimos meses en el Hospital del Mar.
-Gracias Aníbal, pero es que no quiero causarte molestias, me sabe mal, aunque por otro lado, cierto, tendré que dormir en algún sitio.
-Pues ahí lo tienes, este espacio es tuyo hasta cuando quieras, te daré una copia de las llaves de casa. Confío en que vendrás algún día con nosotros a pasear por la playa, que te parece Sabrina dirá que sí.
Tara ha estado unos meses viviendo con su anfitrión, han intimado, han llegado a quererse, pero esta mañana cuando ha entrado en casa Aníbal, a las seis y diez de la mañana, ya no estaba. Le ha dejado una nota sobre el mármol de la cocina americana, dice así “Querido Aníbal, no merezco tanto como tú me has dado, necesito un poco de aire nuevo, es difícil de explicar… Te prometo volver dentro de poco para hablarte de mi blues”.


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