IMPRESIONES
Me
sorprendo a diario, cuando veo amanecer cada día con un nuevo sol. Sé que es el
mismo de siempre, el que ha dado luz y vida a la Tierra desde hace cientos de
miles de años, sin embargo, deseo cada mañana, ver este gran planeta lejano y
brillante, como el responsable de que de nuevo, esté vivo.
Ha
menudo me gusta encontrar un lugar, mientras paseo, donde esconderme, pasar
desapercibido, solo de ese modo, puedo observar a la gente que me rodea en su enorme
variedad sin ser recriminado por ser un mirón, un curioso. Tiempo atrás,
mirando a una pareja, que enfadados, discutían por la calle sin mirar quién los
observaba, se pararon a mi lado, junto a un gran árbol al final de un paseo. No
pude evitar mirarlos en aquellas condiciones, parecía que se fueran a comer el
uno al otro. “¿Y tu que miras capullo?”
–preguntó él-, es triste que a causa de estas circunstancias tengas que
abandonar tu espacio.
Mi
esposa si que es hermosa, no tiene nada destacable físicamente hablando, pero
es hermosa de espíritu, amable, bondadosa, tanto que ha menudo los que estamos
a su alrededor, abusamos de sus bondades, ¡y ella que no es capaz de darse
cuenta, que a veces se aprovechan de esas cualidades!
Me
gustaría mucho saber amar de todo corazón, no debo saber como se hace esto,
quizás no me lo han enseñado nunca, o no he querido aprenderlo, he sido siempre
mal alumno. Pero como existe el cielo, que me hace falta, porque dentro de mi
alma se acumula el resentimiento. Ahora ya viejo como soy, quién me niega el
saludo, ya está listo, que no espere nada de mí.
El
resto del año, me gusta estar lejos de todo y de todos, pero cuando llega el
verano, quiero que me abran las puertas de todas partes, ¡que imbécil que soy!
¿Cómo me las van a abrir, si me he apartado de las voluntades de los demás
tantos meses?
A
veces grito, grito con todas mis fuerzas, en mitad del campo, espero recibir el
eco de mi voz, pero nada, solo oigo el sonido de los pájaros, el ruido que con
el viento mueve las hojas de los árboles, entonces pienso… ¿Estoy solo, o es a
que la gente que me rodea, no le importa mi infortunio?
Envidio
a mucha gente, es una envidia sana por supuesto, o eso creo yo, se les ve
felices, siempre con ánimos renovados, pienso en como sería un mundo con la
gente estandarizada, no como si fuéramos robots, más bien, viéndolos a todos
tristes, o todos contentos, vaya mierda ¿no?
La
lectura despierta los sentidos, eso me decían a mí los maestros que he tenido,
no lo he comprendido hasta después de muchos años. Creo que lo que querían
decir es, que te ayuda a tomar decisiones, que interiorizando lo que dicen los
escritores, se enriquece el pensamiento, la vida se ve de otro modo, a los que
no les gusta leer, nos ven como bichos raros.
Duermo
poco, y ha menudo mal, pero cuando hablo con otras personas y sale a colación
este asunto, ellas me dicen que muchas veces ni siquiera duermen. Entonces me
digo a mi mismo que debo ser afortunado, no tengo que salir de casa a trabajar,
no puedo, me dieron de baja hace, ni sé los años ya, los tengo olvidados.
Muchos no duermen, dicen, porque tienen deudas y no pueden pagarlas, eso les
angustia y les quita el sueño, no es mi caso. Otros, me cuentan que los
problemas de familia los mantienen en vela casi permanentemente, tampoco tengo
ese problema, mi familia se limita a unos cuantos seres, que cuando pueden me
llaman por teléfono, o vienen a visitarme de vez en cuando. ¡Tengo mucha suerte
de que lo que mantiene en vela sea solo una enfermedad!
Hace
unos días, asusté sin querer, a unas palomas que hay cerca de mi casa,
protegidas en un viejo edificio abandonado, no era mi propósito, estaban
concentradas en comer, una vecina les baja cada día pan mojado para que lo
digieran mejor, no exagero si digo, que había no menos de sesenta o setenta,
pujando por el pan. Lástima que en el municipio, las buscan para exterminarlas,
les ponen trampas para cogerlas, “traen consigo muchas enfermedades”, me dijo
un día un municipal que estaba junto a la brigada de exterminio. Las palomas
traen consigo enfermedades que hasta se desconocen hoy día, los murciélagos
tienen la rabia, los perros sueltos pueden morderte, hay muchos gatos sin dueño
que tienen sarna, las cotorras se reproducen de modo alarmante, se han adaptado
al medio de la ciudad y los ruidos, ¿con quién podemos convivir entonces, con
nuestros vecinos?, los míos ni siquiera saludan cuando me los cruzo por la
escalera…
El
paseo, según se dice, debe servir para que nos solacemos, para estirar las
piernas, que los miembros se desentumezcan, lo curioso es, que cada vez que
salgo a la calle, no veo más que caras tristes, en muchos casos, de claro
enfado, mujeres y hombres van a la compra, y parece que estén haciendo cola en
los establecimientos, esperando como ovejas que van al degüello. En el caso de
las mujeres, me gustaría poder acercarme a ellas y regalarles una flor, y a los
hombres, invitarlos a un café, y brindarme a escuchar sus quejas. Pero creo que
sería en balde, unos y otros desconfiarían de alguien como yo, un perfecto
desconocido.
“¡Amigo,
como estás…!”, me alegro poder hablar con ellos, sé que me aprecian, lo curioso
es, que si no los llamo yo, casi nunca puedo saludarlos, ellos no llaman,
cuando vivíamos en el mismo pueblo, era diferente, parece que las distancias,
aunque sean mínimas, causan estragos en la amistad, se rompe, y todavía no
comprendo muy bien el porqué. ¿Será que no son amigos de verdad?
He
procurado que mi casa, sea siempre un lugar de refugio, para aquellos que lo
han necesitado. Me alegro de haber podido contribuir a que estuvieran felices
mientras estaban allí. Pero siempre hay infames, que no teniendo este espíritu
de hospitalidad, siembran discordias diciendo cosas de ti que no son ciertas,
han terminado por olvidarme, tienen sus propios problemas e inquietudes, es
cierto, me pregunto que pasaría si me hiciera falta ahora mismo un refugio, a
alguno de ellos para que me consolaran, la verdad, no encuentro la respuesta.
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