lunes, 23 de junio de 2014

ESCAPANDO DE LA FORMACIÓN


                                                ESCAPANDO DE LA FORMACIÓN


Como en una columna militar, todos caminamos en formación, se nos ha entrenado para ello. Hemos nacido como disciplinados soldados, que tienen como objetivo único, atacar y defenderse.
A ninguno de ellos en período de instrucción, se le ocurre romper la formación sin previa orden o consentimiento. Y así, de esa forma, nos vemos de manera automática, patrullando el mundo, dentro de los estándares que determinados mandos, que ni siquiera conocemos, nos han marcado desde pequeños.
Yo creo, que esto puede cambiar, he tenido amigos que han logrado llegar a Suecia a dedo, sí puede parecer extraño, pero esto es todo un logro, Suecia está muy lejos, al amigo al que me refiero, le costó seis meses hacerlo. ¡Que perseverancia!, o que hastío de vida llevaría que lo impulsó a hacer esto. Me lo contó a la vuelta de su viaje, me resultó un poco menos que increíble lo que me contó, traía consigo fotografías de los lugares por lo que pasó, mientras me contaba anécdotas de su viaje, pensé que era un inconformista, un rebelde, un hippie de esos que no pueden sentar el culo en un lugar fijo.
Pero no había nada de eso, era solo, que no estaba hecho para seguir eternamente la fila, la formación del resto del ejército. Sus hermanos, su familia, padres y amigos, todos eran soldados, y como tales, llevaban vidas normales, él no, lo consideraron como si se tratase de un desertor.
Esta experiencia y la de otros como él  -no era el único en ser un inconformista-, me llevó a probar hacer algo por el estilo, pero era demasiado tarde para mí. No estuve a tiempo de hacer eso, sin ser descubierto, descubierto y denunciado, tenía familia, esposa e hijos, y eso amigos míos…, eso si que no recomiendo que lo haga nadie. Pensé… ¡que puñetas, yo lo voy a hacer igual, al fin y al cabo, nadie me ha enseñado a establecer los límites de las razones que pueden llevar a uno a hacer algo así en cualquier época de su vida!
Evidentemente me equivocaba, sin embargo, no fui capaz de ver las alternativas que se me ofrecían, para poder romper la formación sin levantar sospechas, o sin recibir la crítica amarga de los que no se atrevían a hacer lo mismo. Me lancé al ruedo, sin saber torear, pero me lancé. El toro me pilló muchas veces, me dio revolcones por donde quiso y como quiso, me hirió, me llenó de moratones, pero antes de terminar en la enfermería, había conseguido levantar la admiración de la plaza.
Se puede romper la formación, no es cierto que esté observando alguien para castigarte si te sales de ella. Es la propia vida, sus circunstancias la que hacen que seas, o un héroe o un desertor.


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