ESCAPANDO DE LA FORMACIÓN
Como
en una columna militar, todos caminamos en formación, se nos ha entrenado para
ello. Hemos nacido como disciplinados soldados, que tienen como objetivo único,
atacar y defenderse.
A
ninguno de ellos en período de instrucción, se le ocurre romper la formación
sin previa orden o consentimiento. Y así, de esa forma, nos vemos de manera
automática, patrullando el mundo, dentro de los estándares que determinados
mandos, que ni siquiera conocemos, nos han marcado desde pequeños.
Yo
creo, que esto puede cambiar, he tenido amigos que han logrado llegar a Suecia
a dedo, sí puede parecer extraño, pero esto es todo un logro, Suecia está muy
lejos, al amigo al que me refiero, le costó seis meses hacerlo. ¡Que
perseverancia!, o que hastío de vida llevaría que lo impulsó a hacer esto. Me
lo contó a la vuelta de su viaje, me resultó un poco menos que increíble lo que
me contó, traía consigo fotografías de los lugares por lo que pasó, mientras me
contaba anécdotas de su viaje, pensé que era un inconformista, un rebelde, un
hippie de esos que no pueden sentar el culo en un lugar fijo.
Pero
no había nada de eso, era solo, que no estaba hecho para seguir eternamente la
fila, la formación del resto del ejército. Sus hermanos, su familia, padres y
amigos, todos eran soldados, y como tales, llevaban vidas normales, él no, lo
consideraron como si se tratase de un desertor.
Esta
experiencia y la de otros como él -no
era el único en ser un inconformista-, me llevó a probar hacer algo por el
estilo, pero era demasiado tarde para mí. No estuve a tiempo de hacer eso, sin
ser descubierto, descubierto y denunciado, tenía familia, esposa e hijos, y eso
amigos míos…, eso si que no recomiendo que lo haga nadie. Pensé… ¡que puñetas,
yo lo voy a hacer igual, al fin y al cabo, nadie me ha enseñado a establecer
los límites de las razones que pueden llevar a uno a hacer algo así en
cualquier época de su vida!
Evidentemente
me equivocaba, sin embargo, no fui capaz de ver las alternativas que se me
ofrecían, para poder romper la formación sin levantar sospechas, o sin recibir
la crítica amarga de los que no se atrevían a hacer lo mismo. Me lancé al
ruedo, sin saber torear, pero me lancé. El toro me pilló muchas veces, me dio
revolcones por donde quiso y como quiso, me hirió, me llenó de moratones, pero
antes de terminar en la enfermería, había conseguido levantar la admiración de
la plaza.
Se
puede romper la formación, no es cierto que esté observando alguien para
castigarte si te sales de ella. Es la propia vida, sus circunstancias la que
hacen que seas, o un héroe o un desertor.
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