EL MONO CIEGO
Todo
lo escucha, lo habla todo, y en cambio, siempre va con las manos sobre los
ojos, dice que no quiere ver, que no le hace falta ver lo que hay a su
alrededor. Bastante tengo ya con todo lo mío, dice de si mismo.
Ahora
bien, cuando le conviene… bien que abre los ojos, en ocasiones como platos se
le ponen, no por nada ni nadie en concreto, depende de por donde le de. A veces
se queda mirando a alguien, por el simple placer de observar como se comporta
la gente mayor, otras se queda mirando a un bebé que va sentado en el carrito tirado
por alguno de sus padres.
Quién
no lo conozca diría, que desvaría un poco, porque de pronto y sin motivo
alguno, es como si se metiera dentro de un caparazón, se vuelve hermético,
desaparece, es como si no estuviera.
Su
gente está preocupada por ese comportamiento suyo, están pendientes de lo que
hace, dice, mira o deja de mirar. Entre ellos, hablan del tema Hay que llevarlo al médico, este comportamiento
no es normal. Si estoy de acuerdo, pero…
¿quién le pone el cascabel al gato?
Esto
lo dicen por la razón de quién es que lo convence para que lo vea un neurólogo,
o el médico de cabecera, pero va, este, seguro que lo deriva al especialista,
al neurólogo. De todas maneras hay que pasar por el primero para que recomiende
verlo el especialista, y eso… ya se sabe, representa pedir cita, que te den día
y hora, que mientras no empeore el enfermo… un sinfín de asuntos que ha menudo
acaban con las ganas de que te visiten.
Haber…
¿Qué le pasa? Pues mire doctor, que
últimamente está muy raro. Señora,
permítame, deje que hable él. Ah bueno,
bueno, pero es que él no sabrá decirle…
Volvamos al principio, ¿señor que le pasa? Pues mire usted, a veces voy por la calle y
me quedo mirando a los niños jugando al balón, los gestos que hacen, las cosas
que dicen, estoy así un rato, y continuo hasta que encuentro un banco para
sentarme. Allí, me pongo a hablar con la persona que tenga a mi lado, sea señor
o señora, mantenemos una conversación un rato, me despido y vuelvo a mi casa,
me siento en una mesita de despacho que tengo y tomo apuntes de todo cuanto he
aprendido de la salida a la calle, entonces no me gusta que me interrumpan, le
digo a quién sea de la familia que esperen un poco que estoy haciendo algo
importante para mi. Ah, eso está muy
bien, y después ¿qué más? Pues que
oigo como discuten acerca de que no estoy bien, que debería ir al médico, que
me viera, para saber si me estoy volviendo loco.
No
me lo puedo creer, ¿es por eso por lo que me trae aquí a este señor? Si doctor, es que esto nos parece muy raro,
no sé, es como si viviera en su propio mundo, a veces le interesa todo lo que
se habla, otras veces, si puede se escabulle de la conversación, como si no
quisiera estar presente, ¡no me diga que esto es muy normal…! Pues mire usted, sinceramente creo que,
depende de lo que ustedes hablen es normal que se quiera retirar, no a todo el
mundo le interesan las mismas cosas.
En casa, cuando están todos nuestros hijos, hablan mucho de fútbol, unos
son de un equipo, otros de otro, ¡si los viera…! A veces, se arma la marimorena,
yo me río, son unos tontos, después de discutir un buen rato, nos sentamos a la
mesa a comer, entonces sale él de la habitación y se sienta a la mesa con
todos. Y a usted le debe parecer extraño este
proceder. Mucho, de verdad. Señor ¿le gusta a usted el fútbol? No señor para nada, jamás me ha
gustado. Lo que hace su marido, es
buscar las cosas que le gustan, si las encuentra en la calle, paseando y
hablando con la gente del barrio, no veo en que medida es esto malo o extraño.
Pues
que a todos nos gustaría tenerlo más cerca de nosotros, que estuviera con los
hijos y los nietos cuando vienen a casa.
¿Ha probado usted de hablar con sus hijos y decirles que su padre se
esforzaría por estar presente con todos ellos, si se dejaran de hablar de
fútbol y discutir? La verdad no se me
había ocurrido, ¿cree que daría resultado? yo me inclino a pensar, que si le
diera algún sedante o algo que lo tranquilizara, sería mejor para él. Y yo me inclino a pensar que no, que
quienes necesitarían tomarse alguna tila de vez en cuando y dejar a su marido
con su vida, sería lo más apropiado. No vuelva por aquí con su marido con este
pretexto. Un consejo de médico, tendrían que tener alguna que otra visita con
un siquiatra, todos ustedes, este señor está perfectamente, dígaselo a sus
hijos.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario