domingo, 22 de junio de 2014

EL MONO CIEGO.


                                               EL MONO CIEGO


Todo lo escucha, lo habla todo, y en cambio, siempre va con las manos sobre los ojos, dice que no quiere ver, que no le hace falta ver lo que hay a su alrededor. Bastante tengo ya con todo lo mío, dice de si mismo.
Ahora bien, cuando le conviene… bien que abre los ojos, en ocasiones como platos se le ponen, no por nada ni nadie en concreto, depende de por donde le de. A veces se queda mirando a alguien, por el simple placer de observar como se comporta la gente mayor, otras se queda mirando a un bebé que va sentado en el carrito tirado por alguno de sus padres.
Quién no lo conozca diría, que desvaría un poco, porque de pronto y sin motivo alguno, es como si se metiera dentro de un caparazón, se vuelve hermético, desaparece, es como si no estuviera.
Su gente está preocupada por ese comportamiento suyo, están pendientes de lo que hace, dice, mira o deja de mirar. Entre ellos, hablan del tema    Hay que llevarlo al médico, este comportamiento no es normal.   Si estoy de acuerdo, pero… ¿quién le pone el cascabel al gato?
Esto lo dicen por la razón de quién es que lo convence para que lo vea un neurólogo, o el médico de cabecera, pero va, este, seguro que lo deriva al especialista, al neurólogo. De todas maneras hay que pasar por el primero para que recomiende verlo el especialista, y eso… ya se sabe, representa pedir cita, que te den día y hora, que mientras no empeore el enfermo… un sinfín de asuntos que ha menudo acaban con las ganas de que te visiten.
Haber… ¿Qué le pasa?    Pues mire doctor, que últimamente está muy raro.   Señora, permítame, deje que hable él.   Ah bueno, bueno, pero es que él no sabrá decirle…   Volvamos al principio, ¿señor que le pasa?    Pues mire usted, a veces voy por la calle y me quedo mirando a los niños jugando al balón, los gestos que hacen, las cosas que dicen, estoy así un rato, y continuo hasta que encuentro un banco para sentarme. Allí, me pongo a hablar con la persona que tenga a mi lado, sea señor o señora, mantenemos una conversación un rato, me despido y vuelvo a mi casa, me siento en una mesita de despacho que tengo y tomo apuntes de todo cuanto he aprendido de la salida a la calle, entonces no me gusta que me interrumpan, le digo a quién sea de la familia que esperen un poco que estoy haciendo algo importante para mi.    Ah, eso está muy bien, y después ¿qué más?    Pues que oigo como discuten acerca de que no estoy bien, que debería ir al médico, que me viera, para saber si me estoy volviendo loco.
No me lo puedo creer, ¿es por eso por lo que me trae aquí a este señor?    Si doctor, es que esto nos parece muy raro, no sé, es como si viviera en su propio mundo, a veces le interesa todo lo que se habla, otras veces, si puede se escabulle de la conversación, como si no quisiera estar presente, ¡no me diga que esto es muy normal…!    Pues mire usted, sinceramente creo que, depende de lo que ustedes hablen es normal que se quiera retirar, no a todo el mundo le interesan las mismas cosas.    En casa, cuando están todos nuestros hijos, hablan mucho de fútbol, unos son de un equipo, otros de otro, ¡si los viera…! A veces, se arma la marimorena, yo me río, son unos tontos, después de discutir un buen rato, nos sentamos a la mesa a comer, entonces sale él de la habitación y se sienta a la mesa con todos.    Y a usted le debe parecer extraño este proceder.   Mucho, de verdad.    Señor ¿le gusta a usted el fútbol?    No señor para nada, jamás me ha gustado.    Lo que hace su marido, es buscar las cosas que le gustan, si las encuentra en la calle, paseando y hablando con la gente del barrio, no veo en que medida es esto malo o extraño.
Pues que a todos nos gustaría tenerlo más cerca de nosotros, que estuviera con los hijos y los nietos cuando vienen a casa.    ¿Ha probado usted de hablar con sus hijos y decirles que su padre se esforzaría por estar presente con todos ellos, si se dejaran de hablar de fútbol y discutir?    La verdad no se me había ocurrido, ¿cree que daría resultado? yo me inclino a pensar, que si le diera algún sedante o algo que lo tranquilizara, sería mejor para él.    Y yo me inclino a pensar que no, que quienes necesitarían tomarse alguna tila de vez en cuando y dejar a su marido con su vida, sería lo más apropiado. No vuelva por aquí con su marido con este pretexto. Un consejo de médico, tendrían que tener alguna que otra visita con un siquiatra, todos ustedes, este señor está perfectamente, dígaselo a sus hijos.



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