sábado, 21 de junio de 2014

COPIA


                                                COPIA


El puñetero niño es una copia de su santo padre, ¡mira que se le parece…!   Si es verdad tú, hasta en la mala leche que le sale de forma instantánea, podría haber heredado algo de su madre ¿no?   Calla, calla, que hace dos días estaba hablando con la vecina del primero, llega el crío del colegio y nos suelta…   ¿Qué haciendo planes para joder no?   ¡No me digas…!   Como lo oyes, nos quedamos mirándonos los dos, y Mercedes se quedó pálida como la pared de mi casa.   Oye, tú no habrás contado nada a nadie de lo nuestro, me pregunta, claro, le contesté que nada de nada.    ¿Ah, pero os entendéis?   Sí, pero me pregunto, como lo habrá sabido el mequetrefe este, ¡si ellos viven en el cuarto y nosotros en el primero, puerta por puerta!   Que fuerte chico, esto debe ser que su padre se lo debe haber contado, o que lo ha oído por los vecinos.
Por lo que sea, Adolfo, hijo de Anselmo, sabe del tema, no saben cómo pero se ha enterado. Quieras que no, esto inquieta y mucho a la chica, que está prometida con un gestor desde hace cinco años, imagínate si él se enterara de todo el rollo, se armaría la de Cristo es dios, porque casarse, ella quiere terminar casándose con el gestor. Ya me dirás, con el futuro que tiene en la gestoría, algún día será la dueña, y claro, que este affair se divulgara, sería catastrófico para sus planes. Adolfo será todo lo malo que quieras, pero no sé yo quién tiene más mala leche, si él, o los dos amantes, Mercedes y Justo, quién por cierto, no hace honor al nombre que le pusieron, pero para nada, vamos.
¡Que buenorra estás zorrona…! le suelta un día al bajar a la calle con los amigos, le pilla tan a traspiés con esta frase, que no le da tiempo a reaccionar, y como esa otras muchas cosas, que ya, cuando las escucha de boca de aquella pequeña copia de su santo padre Anselmo, las ignora. Luego cuando llega a su casa, a veces ha llorado de rabia, por no poder contestar a aquel mocoso, con el móvil no deja tranquilo a Justo, siempre que lo llama, la mayoría de las veces, es para oírla llorar, y contarle lo último que le ha dicho el niñato de los huevos.
Bien visto, esto tendría fácil solución, que pasa, por dejar correr el rollo que se tienen montado, este par de sinvergüenzas. Hay que ser un canalla, saber en las circunstancias que se encuentra la chica y seguirle la corriente. Aunque en honor a la verdad, es ella quién lo busca, parece que el gestor no está por los intereses de Mercedes, se puede decir sin ningún tipo de dudas, que quiere hacer carrera política en el ayuntamiento de su ciudad, y eso… lleva su tiempo y dedicación. En los cinco años que llevan festejando juntos, no ha estado en casa de Mercedes más que en tres ocasiones, y solo en dos de ellas, se quedó a pernoctar en su casa.
La copia de Anselmo, está al loro de todos los movimientos que se llevan a cabo en el primero, desde la primera vez que les soltó aquella frase que los dejó secos a ambos, ha pasado algún tiempo, y como quiera que sea, que ha visto u oído, que las puertas se abren y cierran en la primera planta, pone su oído para saber, cada vez con mayor interés, que es lo que sucede en aquellos dos pisos. Solo en el primero, hay dos pisos, en las siguientes plantas hasta el cuarto, tres por rellano. Los del primero, son dos, porque son pisos más grandes, menos soleados, pero más grandes, esto hace por la naturaleza propia de la construcción, que los dos pisos del primero, estén más expuestos a ser investigados por el resto de los vecinos que viven arriba, esa es la cuestión.
Adolfo tiene en su habitación, un balcón que da directamente a la terraza del primero, y sin darse ni cuenta, ha menudo Mercedes, sale a ella en paños menores, a colgar la ropa, a regar las plantas que adornan la terraza, a barrerla y darle un agua con la manguera. Para un chaval precoz con once años, que se pasa el tiempo en la calle, en compañía de los colegas con el monopatín, o yendo a un centro recreativo, a jugar con las máquinas de disparos o de conducir, la vista de la vecina de abajo haciendo estas labores, es todo un acontecimiento.
Anselmo su padre es más de lo mismo, todo el mundo sabe que es un calavera, que anda por determinados bares ligando con mujeres, no importa si son casadas o solteras, que de vez en cuando va con otros como él, a clubs nocturnos o bares de top les, a tomarse un cubata o cerveza, ambas bebidas le gustan mucho. Si el vecindario lo sabe… ¿cómo no va a saberlo su hijo?, la madre pasa de todo, no es un maltratador, solo es un crápula. Se lo consiente todo porque han dejado de amarse, duermen en habitaciones separadas, ella lleva una vida corriente de ama de casa, y él, trabaja en una empresa de transportes. Adolfo lo sabe todo acerca de sus padres, está presente en más de una ocasión que han saltado chispas en casa por discusiones, todas relacionadas por las cosas que su padre hace, y las que su madre deja de hacer, eterno problema este en las parejas.
Mercedes, me coge un no sé qué cuando te veo vecina, se me pone la piel de gallina, eres guapa de cojones. ¡Anda que no…! esto es lo último que le ha dicho ayer cuando la vio llegar del trabajo, no miente, el chavalillo tiene buena vista, y Mercedes, aunque no conteste y lo mire con cierto desprecio, se sabe guapa, guapa y ardorosa, de qué sino, está cada día, reclamando la presencia de Justo para que vaya a su casa. Está comprobado, cada día del mundo entra en casa de Mercedes y se ven, luego, lo que pase o deje de pasar halla dentro, es otro tema.
Bien mirado, a pesar de ser diferentes unos de otros todos los hombres tenemos muchas cosas en común, lo mismo que las mujeres, estamos hechos de la misma pasta unos y otros, pero con diferentes necesidades afectivas generalmente. Algunas necesidades son comunes a todos, unos y otras, sin embargo, partiendo de la base de puntualidades, todos tenemos que sentir, emocionarnos y amar, enamorarnos y desenamorarnos, unirnos por un motivo u otro, pero al fin y al cabo unirnos. Es nuestro sino, estamos diseñados de este modo, no somos robots, de ahí que las frases que a veces le suelta Adolfo a Mercedes, por lo menos ahora, con la edad que tiene, tengan determinado sentido.
Justo, ahora resulta que se está enamorando de una chica preciosa del trabajo, quiere promocionarse para subir en la empresa, pero a lo mejor no es solo por eso que va detrás de su encargado, Justo. Si esto termina cuajando, Justo dejará de ver a Mercedes, se buscará una copia que esté más o menos a su altura, eso es seguro, todavía no hay fecha de casamiento a la vista, por lo que se ve.
Adolfo es una copia de su padre, Mercedes ve tú a saber si lo es de su madre, nadie la conoce por el vecindario. Asunción seguro que también es a su vez, copia de algún familiar, esas cosas se heredan de padres a hijos, unas veces heredamos virtudes de los padres, y otras defectos, si es de la madre, tres cuartos de lo mismo. Puede que no nos parezcamos mucho físicamente a nuestros padres o puede que sí, pero lo que si se puede asegurar, es, que, en todo el mundo, y pesar de las diferencias raciales o lingüísticas, todos vamos juntos tras los mismos afanes de búsqueda.


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