COPIA
El
puñetero niño es una copia de su santo padre, ¡mira que se le parece…! Si es verdad tú, hasta en la mala leche que
le sale de forma instantánea, podría haber heredado algo de su madre ¿no? Calla, calla, que hace dos días estaba
hablando con la vecina del primero, llega el crío del colegio y nos
suelta… ¿Qué haciendo planes para joder
no? ¡No me digas…! Como lo oyes, nos quedamos mirándonos los
dos, y Mercedes se quedó pálida como la pared de mi casa. Oye, tú no habrás contado nada a nadie de lo
nuestro, me pregunta, claro, le contesté que nada de nada. ¿Ah, pero os entendéis? Sí, pero me pregunto, como lo habrá sabido
el mequetrefe este, ¡si ellos viven en el cuarto y nosotros en el primero,
puerta por puerta! Que fuerte chico,
esto debe ser que su padre se lo debe haber contado, o que lo ha oído por los
vecinos.
Por
lo que sea, Adolfo, hijo de Anselmo, sabe del tema, no saben cómo pero se ha
enterado. Quieras que no, esto inquieta y mucho a la chica, que está prometida
con un gestor desde hace cinco años, imagínate si él se enterara de todo el
rollo, se armaría la de Cristo es dios, porque casarse, ella quiere terminar
casándose con el gestor. Ya me dirás, con el futuro que tiene en la gestoría,
algún día será la dueña, y claro, que este affair se divulgara, sería
catastrófico para sus planes. Adolfo será todo lo malo que quieras, pero no sé
yo quién tiene más mala leche, si él, o los dos amantes, Mercedes y Justo,
quién por cierto, no hace honor al nombre que le pusieron, pero para nada,
vamos.
¡Que
buenorra estás zorrona…! le suelta un día al bajar a la calle con los amigos, le
pilla tan a traspiés con esta frase, que no le da tiempo a reaccionar, y como
esa otras muchas cosas, que ya, cuando las escucha de boca de aquella pequeña
copia de su santo padre Anselmo, las ignora. Luego cuando llega a su casa, a
veces ha llorado de rabia, por no poder contestar a aquel mocoso, con el móvil
no deja tranquilo a Justo, siempre que lo llama, la mayoría de las veces, es
para oírla llorar, y contarle lo último que le ha dicho el niñato de los huevos.
Bien
visto, esto tendría fácil solución, que pasa, por dejar correr el rollo que se
tienen montado, este par de sinvergüenzas. Hay que ser un canalla, saber en las
circunstancias que se encuentra la chica y seguirle la corriente. Aunque en
honor a la verdad, es ella quién lo busca, parece que el gestor no está por los
intereses de Mercedes, se puede decir sin ningún tipo de dudas, que quiere
hacer carrera política en el ayuntamiento de su ciudad, y eso… lleva su tiempo
y dedicación. En los cinco años que llevan festejando juntos, no ha estado en
casa de Mercedes más que en tres ocasiones, y solo en dos de ellas, se quedó a
pernoctar en su casa.
La
copia de Anselmo, está al loro de todos los movimientos que se llevan a cabo en
el primero, desde la primera vez que les soltó aquella frase que los dejó secos
a ambos, ha pasado algún tiempo, y como quiera que sea, que ha visto u oído,
que las puertas se abren y cierran en la primera planta, pone su oído para
saber, cada vez con mayor interés, que es lo que sucede en aquellos dos pisos.
Solo en el primero, hay dos pisos, en las siguientes plantas hasta el cuarto,
tres por rellano. Los del primero, son dos, porque son pisos más grandes, menos
soleados, pero más grandes, esto hace por la naturaleza propia de la
construcción, que los dos pisos del primero, estén más expuestos a ser
investigados por el resto de los vecinos que viven arriba, esa es la cuestión.
Adolfo
tiene en su habitación, un balcón que da directamente a la terraza del primero,
y sin darse ni cuenta, ha menudo Mercedes, sale a ella en paños menores, a
colgar la ropa, a regar las plantas que adornan la terraza, a barrerla y darle
un agua con la manguera. Para un chaval precoz con once años, que se pasa el
tiempo en la calle, en compañía de los colegas con el monopatín, o yendo a un
centro recreativo, a jugar con las máquinas de disparos o de conducir, la vista
de la vecina de abajo haciendo estas labores, es todo un acontecimiento.
Anselmo
su padre es más de lo mismo, todo el mundo sabe que es un calavera, que anda
por determinados bares ligando con mujeres, no importa si son casadas o solteras,
que de vez en cuando va con otros como él, a clubs nocturnos o bares de top les,
a tomarse un cubata o cerveza, ambas bebidas le gustan mucho. Si el vecindario
lo sabe… ¿cómo no va a saberlo su hijo?, la madre pasa de todo, no es un
maltratador, solo es un crápula. Se lo consiente todo porque han dejado de
amarse, duermen en habitaciones separadas, ella lleva una vida corriente de ama
de casa, y él, trabaja en una empresa de transportes. Adolfo lo sabe todo
acerca de sus padres, está presente en más de una ocasión que han saltado
chispas en casa por discusiones, todas relacionadas por las cosas que su padre
hace, y las que su madre deja de hacer, eterno problema este en las parejas.
Mercedes,
me coge un no sé qué cuando te veo vecina, se me pone la piel de gallina, eres
guapa de cojones. ¡Anda que no…! esto es lo último que le ha dicho ayer cuando
la vio llegar del trabajo, no miente, el chavalillo tiene buena vista, y
Mercedes, aunque no conteste y lo mire con cierto desprecio, se sabe guapa,
guapa y ardorosa, de qué sino, está cada día, reclamando la presencia de Justo
para que vaya a su casa. Está comprobado, cada día del mundo entra en casa de
Mercedes y se ven, luego, lo que pase o deje de pasar halla dentro, es otro
tema.
Bien
mirado, a pesar de ser diferentes unos de otros todos los hombres tenemos
muchas cosas en común, lo mismo que las mujeres, estamos hechos de la misma
pasta unos y otros, pero con diferentes necesidades afectivas generalmente.
Algunas necesidades son comunes a todos, unos y otras, sin embargo, partiendo
de la base de puntualidades, todos tenemos que sentir, emocionarnos y amar,
enamorarnos y desenamorarnos, unirnos por un motivo u otro, pero al fin y al
cabo unirnos. Es nuestro sino, estamos diseñados de este modo, no somos robots,
de ahí que las frases que a veces le suelta Adolfo a Mercedes, por lo menos
ahora, con la edad que tiene, tengan determinado sentido.
Justo,
ahora resulta que se está enamorando de una chica preciosa del trabajo, quiere
promocionarse para subir en la empresa, pero a lo mejor no es solo por eso que
va detrás de su encargado, Justo. Si esto termina cuajando, Justo dejará de ver
a Mercedes, se buscará una copia que esté más o menos a su altura, eso es
seguro, todavía no hay fecha de casamiento a la vista, por lo que se ve.
Adolfo
es una copia de su padre, Mercedes ve tú a saber si lo es de su madre, nadie la
conoce por el vecindario. Asunción seguro que también es a su vez, copia de algún
familiar, esas cosas se heredan de padres a hijos, unas veces heredamos
virtudes de los padres, y otras defectos, si es de la madre, tres cuartos de lo
mismo. Puede que no nos parezcamos mucho físicamente a nuestros padres o puede
que sí, pero lo que si se puede asegurar, es, que, en todo el mundo, y pesar de
las diferencias raciales o lingüísticas, todos vamos juntos tras los mismos
afanes de búsqueda.
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