NO SÉ CÓMO SE LO
VOY A DECIR…
¿Cómo
decirle a alguien que quieres con toda tú alma, que te sientes defraudado, que,
sabes su secreto? Aunque cueste admitirlo, aunque las entrañas se retuerzan
dentro del cuerpo y te cueste digerir la comida, por la amargura que sientes,
tener que tomar la decisión de terminar con la mentira, y descubrir el engaño
es muy duro.
Llevo
este pesar en el corazón y la mente, mientras trabajo, mientras duermo,
mientras como, me asalta la infidelidad que me obliga a descubrirla. Tengo que
hablar con ella, el asunto no es nada fácil, desde mi punto de vista, hay que
valer para abordar el tema con absoluta frialdad, con decisión. Yo, que siempre
he ido presumiendo de familia, de una buena vida, de unos hijos que son
fantásticos, de una esposa ejemplar…, y fíjate ahora, en que tesitura me
encuentro.
Como
el tema no es demasiado urgente, dejo pasar un poco de tiempo, veremos si así
me recompongo, me estimulo a mí mismo y decido abordar el tema con más aplomo
del que ahora tengo. No es que me encuentre mal, no es eso, es que la herida
está muy abierta todavía, y francamente, creo que hay que actuar con los cinco
sentidos puestos en el tema. Aun así, ¿cómo se lo voy a plantear, como se lo
voy a decir?, he ahí la incógnita de la cuestión, si me hubiera formado un poco
más, a lo mejor tendría mejores argumentos, no quiero herirla.
Pues
mira, tiene razón mi suegro, seguiré su consejo, decírselo de plano y punto, si
él dice que es así como comprende su hija las cosas, será porque la conoce
mejor que yo. Lo que me parece extraño, es que la madre, se halla quedado
callada todo el tiempo, la mujer es habladora y muy extrovertida, sin embargo
esta vez para mi asombro, enmudeció. Cuando he salido a la calle y me han
despedido, la mujer se ha acercado a mí, me ha hecho una seña con la mano para
que me acercara a la esquina de la calle, que está a diez metros de su puerta. Mira niño, esto que ha pasado, hace mucho
tiempo que lo comentamos tu suegro y yo, esta chica siempre ha sido así. No sé
si lo sabrás, pero antes te salir contigo, tuvo cuatro novios oficiales, bueno
tú ya me entiendes, reconocidos vamos, y de uno de ellos, tuvo un aborto. Me
sabe muy mal decírtelo en estas circunstancias, pero es así.
Claro,
bien mirado, ¿qué sabían ellos si lo nuestro cuajaría o no? El caso es, que
saberlo ahora, no me sirve de consuelo alguno. Ahora, la pelota está en mi
tejado, soy yo quién tengo que resolver el asunto, con una agravante, esto lo
tengo muy claro, si no se soluciona el problema, ella, de todos modos, se
quedará con los niños, y servidor tendrá que pasarles una manutención a los
tres, a ellos dos y a su madre.
¡Vaya
tela…! que injusta es la vida. Bueno, ¡que se le va a hacer!, lo cierto es que
de tanto pensar me estoy volviendo loco, ya no por lo que me ha hecho, sino
porque, todavía la quiero, ha sido mi primer amor, jamás había besado a una
mujer antes que a ella. Mi amigo Pepe me ha dicho que soy un gilipollas, que
debería dejarla sin más, buscarme un buen abogado y si no llegamos a un pacto,
llevarla a juicio. ¡Como se nota que es soltero…! así cualquiera es capaz de
dar consejos.
En
una cosa si que lleva razón Pepe, no se puede demorar esta situación, hay que
aclararla cuanto antes mejor. No sé que le pasa a la gente hoy que todo el
mundo me pita por la calle. ¡Venga ya
muerto, que eres un muerto, acelera un poco ¿no? Es verdad, me cuesta un huevo llegar a casa,
he hecho todo el camino de vuelta a casa en segunda y tercera, a punta de gas.
Bueno ya está aparcado el coche, pero ahora lo que me pesan son las piernas,
parece que lleve zapatos de plomo, como los que usan los buzos. Sin darme
cuenta suspiro, me vacio los pulmones de aire y cojo aire renovado.
Mira
cariño, tú sabes que te quiero como el primer día que nos conocimos, creo que
te querré siempre, eres lo más importante de mi vida, tú y los dos hijos que me
has dado, pero hay que afrontar la realidad… ¿me comprendes verdad? No me digas más, estaba esperando que llegaras
para decírtelo. ¿Decirme el qué? Que me equivoqué al casarme contigo, creía
que te quería, pero no fue más que un impulso pasional, llevo tiempo tratando
de decírtelo, Pablito no es hijo tuyo. Es hijo de mi jefe, lo siento, debería
habértelo dicho antes, pero es que no me atrevía, supongo que no quería
perderlo todo, nuestro matrimonio, nuestros hijos, todo.
Bueno…,
yo creía que iba a resultar más difícil para mí que para ella, pero ha
resultado lo contrario. ¡Menudos seis meses que he pasado cavilando acerca de
este asunto!, planteándome cómo iba a decírselo, y ya ves, ha sido ella la que lo
ha resuelto de un plumazo. Queda, el que nos pongamos de acuerdo, para tener a
los niños, pero eso va a ser harina de otro costal. Se va a vivir con su jefe,
a Galicia nada menos, ¿cómo me lo voy a montar para ver a los niños? Me gustaría mucho estar más cerca, pero a
Pablo, le dan la gerencia de una oficina con casa y todo en A Coruña, no sé
como te irá para poder venir a visitarnos, y llevarte a los niños unos
días. Así que el ponerle Pablito al
niño, fue por motivo del padre… Pues
sí, a él le hacía mucha ilusión que le diera un hijo, perdóname.
Vaya,
vaya, de lo que tiene que enterarse uno a toro pasado… bueno, por lo menos no
he tenido que hablar demasiado, ha sido ella, eso me tranquiliza, aunque solo
sea a medias claro. Nada, este verano próximo me llevo a mis suegros de
vacaciones a Galicia, ellos también merecen ver a los niños, tener relación con
ellos, al fin y al cabo, son los que nos los han criado mientras nosotros
trabajábamos. ¡Como es la vida oye, que cambios de rumbo, cuánta angustia!
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