jueves, 19 de junio de 2014

NO SÉ CÓMO SE LO VOY A DECIR...


                               NO SÉ CÓMO SE LO VOY A DECIR…


¿Cómo decirle a alguien que quieres con toda tú alma, que te sientes defraudado, que, sabes su secreto? Aunque cueste admitirlo, aunque las entrañas se retuerzan dentro del cuerpo y te cueste digerir la comida, por la amargura que sientes, tener que tomar la decisión de terminar con la mentira, y descubrir el engaño es muy duro.
Llevo este pesar en el corazón y la mente, mientras trabajo, mientras duermo, mientras como, me asalta la infidelidad que me obliga a descubrirla. Tengo que hablar con ella, el asunto no es nada fácil, desde mi punto de vista, hay que valer para abordar el tema con absoluta frialdad, con decisión. Yo, que siempre he ido presumiendo de familia, de una buena vida, de unos hijos que son fantásticos, de una esposa ejemplar…, y fíjate ahora, en que tesitura me encuentro.
Como el tema no es demasiado urgente, dejo pasar un poco de tiempo, veremos si así me recompongo, me estimulo a mí mismo y decido abordar el tema con más aplomo del que ahora tengo. No es que me encuentre mal, no es eso, es que la herida está muy abierta todavía, y francamente, creo que hay que actuar con los cinco sentidos puestos en el tema. Aun así, ¿cómo se lo voy a plantear, como se lo voy a decir?, he ahí la incógnita de la cuestión, si me hubiera formado un poco más, a lo mejor tendría mejores argumentos, no quiero herirla.
Pues mira, tiene razón mi suegro, seguiré su consejo, decírselo de plano y punto, si él dice que es así como comprende su hija las cosas, será porque la conoce mejor que yo. Lo que me parece extraño, es que la madre, se halla quedado callada todo el tiempo, la mujer es habladora y muy extrovertida, sin embargo esta vez para mi asombro, enmudeció. Cuando he salido a la calle y me han despedido, la mujer se ha acercado a mí, me ha hecho una seña con la mano para que me acercara a la esquina de la calle, que está a diez metros de su puerta.   Mira niño, esto que ha pasado, hace mucho tiempo que lo comentamos tu suegro y yo, esta chica siempre ha sido así. No sé si lo sabrás, pero antes te salir contigo, tuvo cuatro novios oficiales, bueno tú ya me entiendes, reconocidos vamos, y de uno de ellos, tuvo un aborto. Me sabe muy mal decírtelo en estas circunstancias, pero es así.
Claro, bien mirado, ¿qué sabían ellos si lo nuestro cuajaría o no? El caso es, que saberlo ahora, no me sirve de consuelo alguno. Ahora, la pelota está en mi tejado, soy yo quién tengo que resolver el asunto, con una agravante, esto lo tengo muy claro, si no se soluciona el problema, ella, de todos modos, se quedará con los niños, y servidor tendrá que pasarles una manutención a los tres, a ellos dos y a su madre.
¡Vaya tela…! que injusta es la vida. Bueno, ¡que se le va a hacer!, lo cierto es que de tanto pensar me estoy volviendo loco, ya no por lo que me ha hecho, sino porque, todavía la quiero, ha sido mi primer amor, jamás había besado a una mujer antes que a ella. Mi amigo Pepe me ha dicho que soy un gilipollas, que debería dejarla sin más, buscarme un buen abogado y si no llegamos a un pacto, llevarla a juicio. ¡Como se nota que es soltero…! así cualquiera es capaz de dar consejos.
En una cosa si que lleva razón Pepe, no se puede demorar esta situación, hay que aclararla cuanto antes mejor. No sé que le pasa a la gente hoy que todo el mundo me pita por la calle.  ¡Venga ya muerto, que eres un muerto, acelera un poco ¿no?   Es verdad, me cuesta un huevo llegar a casa, he hecho todo el camino de vuelta a casa en segunda y tercera, a punta de gas. Bueno ya está aparcado el coche, pero ahora lo que me pesan son las piernas, parece que lleve zapatos de plomo, como los que usan los buzos. Sin darme cuenta suspiro, me vacio los pulmones de aire y cojo aire renovado.
Mira cariño, tú sabes que te quiero como el primer día que nos conocimos, creo que te querré siempre, eres lo más importante de mi vida, tú y los dos hijos que me has dado, pero hay que afrontar la realidad… ¿me comprendes verdad?    No me digas más, estaba esperando que llegaras para decírtelo.   ¿Decirme el qué?   Que me equivoqué al casarme contigo, creía que te quería, pero no fue más que un impulso pasional, llevo tiempo tratando de decírtelo, Pablito no es hijo tuyo. Es hijo de mi jefe, lo siento, debería habértelo dicho antes, pero es que no me atrevía, supongo que no quería perderlo todo, nuestro matrimonio, nuestros hijos, todo.
Bueno…, yo creía que iba a resultar más difícil para mí que para ella, pero ha resultado lo contrario. ¡Menudos seis meses que he pasado cavilando acerca de este asunto!, planteándome cómo iba a decírselo, y ya ves, ha sido ella la que lo ha resuelto de un plumazo. Queda, el que nos pongamos de acuerdo, para tener a los niños, pero eso va a ser harina de otro costal. Se va a vivir con su jefe, a Galicia nada menos, ¿cómo me lo voy a montar para ver a los niños?    Me gustaría mucho estar más cerca, pero a Pablo, le dan la gerencia de una oficina con casa y todo en A Coruña, no sé como te irá para poder venir a visitarnos, y llevarte a los niños unos días.   Así que el ponerle Pablito al niño, fue por motivo del padre…    Pues sí, a él le hacía mucha ilusión que le diera un hijo, perdóname.
Vaya, vaya, de lo que tiene que enterarse uno a toro pasado… bueno, por lo menos no he tenido que hablar demasiado, ha sido ella, eso me tranquiliza, aunque solo sea a medias claro. Nada, este verano próximo me llevo a mis suegros de vacaciones a Galicia, ellos también merecen ver a los niños, tener relación con ellos, al fin y al cabo, son los que nos los han criado mientras nosotros trabajábamos. ¡Como es la vida oye, que cambios de rumbo, cuánta angustia!


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