JULIÁN EL PREGUNTÓN.
Desde que nació Julián, se notaba
que no era un niño como los demás. Nació con un peso normal tres kilos
doscientos, con una mata de pelo rizado asombroso, por lo demás normal, a
excepción de los ojos, tenía unos ojos que no correspondían a un recién nacido,
desproporcionados, grandes, saltones, parecía que se le fueran a salir del
rostro. Hasta cuando dormía se notaban estas dos protuberancias, los parpados
no podían disimular aquellos ojos.
Para la familia es el niño más
guapo del mundo, como no, normal, un niño que nació después de media vida
matrimonial intentándolo… y sin ningún otro hijo, Julián llegó como un regalo
divino.
Conforme crecía se iba acentuando
esta… digamos diferencia con relación a los demás niños de su familia y del
resto que lo rodeaban. En el colegio, Julián era algo así como una referencia
para los demás, ¿porqué? Pues porque siempre preguntaba aquello que no entendía
por insignificante que fuera. En la clase de ciencias naturales, don Marín les
hablaba un día de los leones: El león, el rey de la selva… disculpe don Marín
¿Por qué es el rey de la selva, quién le pone la corona? Pues porque es el
animal más poderoso que hay en ella y también el más temido… ¿más que el
elefante? No eso es diferente, el elefante es el más grande pero es más
inofensivo, solo viaja en familia y se dedica a comer y beber, pero no es un
depredador… ¿Qué es un depredador señor Marín? Un depredador es un animal que
espera escondido, y organiza partidas de caza, en el caso de los leones, cazan
en manada… ¿y al que más caza le ponen una corona?... Cuando hablaba con este
afán de saber, los globos oculares le salían de las órbitas, parecía que fueran
a caérsele al suelo. El profesor tuvo que cambiar de tema, imposible seguir con
la clase sin tener que parar en cada frase, para contestar las preguntas de
Julián.
Cuando volvía a casa, más de lo
mismo, cualquier duda que le hubiera quedado, se la tenían que aclarar sus
padres, si no era así, el chaval no se iba a la cama. Sin embargo, siempre le
quedaban preguntas sin respuesta y se cabreaba mucho cuando no las encontraba,
se encerraba en su cuarto, se sentaba en cuclillas sobre la cama, y enterraba
la cabeza entre las piernas, quería saber el porqué de todas las cosas que le
rodeaban, fueran estas por lo escrito o visto. Donde viera u oyera algo que
para él se salía de lo normal, allá que iba a averiguar, o si no era así
preguntaba a la persona directamente.
Su tía Juanita, hermana de su madre, llegó un día llorando a casa, se
había separado de su marido, la mujer estaba destrozada, once años de
matrimonio habían terminado con una separación, el marido se enamoró de una
chica joven del trabajo, ambos trabajaban en una conservera de sardinas. Su tío
es el encargado de una sección, y se conoce que ya hace tiempo que se rondan el
uno al otro, hasta que al final pasó lo inevitable.
A la semana y poco de estar
viviendo en casa, Julián oyó lamentos, o por lo menos eso es lo que él
interpretó que venían del baño, justo al lado de su habitación. Dejó el libro
ilustrado de Erase una Vez que estaba leyendo sobre la cama, y se fue derechito
al baño, cuando abrió la puerta, se encontró a su tía de pie en la bañera, toda
enjabonada con una pierna en lo alto del canto de la bañera, y frotándose entre
las piernas con la mano. ¿Tía te pasa algo, quieres que avise a mamá? Que susto
me has dado, ¿no te han enseñado a llamar antes de entrar en los sitios? No,
aquí en casa no llamamos nunca para entrar, solo dejamos las puertas cerradas,
pero no hay pestillos para cerrar, ¿debería haberlos? Y yo que sé niño, lo que
sé es, que no se entra en los sitios donde hay alguien, sin llamar antes. Anda
cierra la puerta y no te preocupes por lo que me pueda pasar a mí, no tengo
nada solo tristeza, anda sal y cierra la puerta.
Julián con esos ojazos que tiene,
sabe muy bien que no es tristeza lo que embarga a su tía, no sabe precisamente
que es lo que le sucede, pero el acontecimiento que acaba de presenciar no es
el de una mujer triste, le da que hay algo más, algo que todavía no alcanza a
entender, pero que entenderá un día u otro.
Con el tiempo, el hecho de estar
al lado de una persona que se pasa el día preguntando por todo, se hace
molesto, muy molesto, hasta el punto que en el colegio no tiene amigos, solo
algún que otro compañero de clase se acerca a él, con el fin de que lo
instruya, en cosas que él no sabe. En ese sentido, se ha hecho un hueco
importante entre la clase, no es que sea el sabelotodo, no, no es eso, pero
mientras los demás se han pasado la niñez jugando y teniendo una vida normal,
él se ha dedicado a buscar las respuestas, a todas las preguntas que tenía
pendientes en su cabeza, sin quererlo probablemente, ha entrado en un mundo
desconocido para los demás. Ha descubierto los entresijos de muchos asuntos, que
para el resto de humanos son asuntos triviales, intrascendentes, poco
importantes.
A él no le importan ni las
conserveras, ni su tía, que aparece por casa frecuentemente con amigos
diferentes, con permiso de sus padres por supuesto. No está pendiente del
horizonte del mar, tampoco se queda pasmado por los cielos de su Galicia natal,
que desde las rías son espectaculares, mira con atención a un vacío que siempre
tiene en su interior, ¿porqué, porqué, porqué?
Ahora, ya ha crecido, comienza a
hacer una recapitulación de todo lo visto, oído, preguntado, no contestado, se
da cuenta de que se ha pasado, que sus ojos saltones han entorpecido su
crecimiento como persona, debería haber podido jugar más, buscar sin preguntar
bruscamente el porqué de las cosas. ¡Cuánta saliva gastada, solo para no tener
respuesta auténtica a su afán de saber!
La universidad ha sido un paseo
por la playa para Julián, su carrera no le satisface, ahora que es biólogo, se
pregunta de qué le va a servir. Busca un destino para su realización personal,
se despide de la familia y embarca hacia una isla remota, casi virgen, donde
dicen se encuentran las respuestas a muchas de las preguntas que la gente se
hace, Madagascar, ha leído mucho sobre James Cook, libros, cuadernos de viaje,
ensayos, apuntes, no espera ser como él ni mucho menos, espera solo satisfacer
en la medida que pueda, tantos porqués que le quedan pendientes.
Su familia ha envejecido sin
saber nada más de él, quizás ha encontrado las respuestas adecuadas a sus
preguntas, quizás no, pero sea cual sea el caso, su madre está convencida de
que su hijo, con aquellos ojos desmesurados, ven más que los demás.
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