jueves, 12 de junio de 2014

JULIÁN EL PREGUNTÓN.

JULIÁN EL PREGUNTÓN.

Desde que nació Julián, se notaba que no era un niño como los demás. Nació con un peso normal tres kilos doscientos, con una mata de pelo rizado asombroso, por lo demás normal, a excepción de los ojos, tenía unos ojos que no correspondían a un recién nacido, desproporcionados, grandes, saltones, parecía que se le fueran a salir del rostro. Hasta cuando dormía se notaban estas dos protuberancias, los parpados no podían disimular aquellos ojos.
Para la familia es el niño más guapo del mundo, como no, normal, un niño que nació después de media vida matrimonial intentándolo… y sin ningún otro hijo, Julián llegó como un regalo divino.
Conforme crecía se iba acentuando esta… digamos diferencia con relación a los demás niños de su familia y del resto que lo rodeaban. En el colegio, Julián era algo así como una referencia para los demás, ¿porqué? Pues porque siempre preguntaba aquello que no entendía por insignificante que fuera. En la clase de ciencias naturales, don Marín les hablaba un día de los leones: El león, el rey de la selva… disculpe don Marín ¿Por qué es el rey de la selva, quién le pone la corona? Pues porque es el animal más poderoso que hay en ella y también el más temido… ¿más que el elefante? No eso es diferente, el elefante es el más grande pero es más inofensivo, solo viaja en familia y se dedica a comer y beber, pero no es un depredador… ¿Qué es un depredador señor Marín? Un depredador es un animal que espera escondido, y organiza partidas de caza, en el caso de los leones, cazan en manada… ¿y al que más caza le ponen una corona?... Cuando hablaba con este afán de saber, los globos oculares le salían de las órbitas, parecía que fueran a caérsele al suelo. El profesor tuvo que cambiar de tema, imposible seguir con la clase sin tener que parar en cada frase, para contestar las preguntas de Julián.
Cuando volvía a casa, más de lo mismo, cualquier duda que le hubiera quedado, se la tenían que aclarar sus padres, si no era así, el chaval no se iba a la cama. Sin embargo, siempre le quedaban preguntas sin respuesta y se cabreaba mucho cuando no las encontraba, se encerraba en su cuarto, se sentaba en cuclillas sobre la cama, y enterraba la cabeza entre las piernas, quería saber el porqué de todas las cosas que le rodeaban, fueran estas por lo escrito o visto. Donde viera u oyera algo que para él se salía de lo normal, allá que iba a averiguar, o si no era así preguntaba a la persona directamente.
Su tía Juanita, hermana  de su madre, llegó un día llorando a casa, se había separado de su marido, la mujer estaba destrozada, once años de matrimonio habían terminado con una separación, el marido se enamoró de una chica joven del trabajo, ambos trabajaban en una conservera de sardinas. Su tío es el encargado de una sección, y se conoce que ya hace tiempo que se rondan el uno al otro, hasta que al final pasó lo inevitable.
A la semana y poco de estar viviendo en casa, Julián oyó lamentos, o por lo menos eso es lo que él interpretó que venían del baño, justo al lado de su habitación. Dejó el libro ilustrado de Erase una Vez que estaba leyendo sobre la cama, y se fue derechito al baño, cuando abrió la puerta, se encontró a su tía de pie en la bañera, toda enjabonada con una pierna en lo alto del canto de la bañera, y frotándose entre las piernas con la mano. ¿Tía te pasa algo, quieres que avise a mamá? Que susto me has dado, ¿no te han enseñado a llamar antes de entrar en los sitios? No, aquí en casa no llamamos nunca para entrar, solo dejamos las puertas cerradas, pero no hay pestillos para cerrar, ¿debería haberlos? Y yo que sé niño, lo que sé es, que no se entra en los sitios donde hay alguien, sin llamar antes. Anda cierra la puerta y no te preocupes por lo que me pueda pasar a mí, no tengo nada solo tristeza, anda sal y cierra la puerta.
Julián con esos ojazos que tiene, sabe muy bien que no es tristeza lo que embarga a su tía, no sabe precisamente que es lo que le sucede, pero el acontecimiento que acaba de presenciar no es el de una mujer triste, le da que hay algo más, algo que todavía no alcanza a entender, pero que entenderá un día u otro.
Con el tiempo, el hecho de estar al lado de una persona que se pasa el día preguntando por todo, se hace molesto, muy molesto, hasta el punto que en el colegio no tiene amigos, solo algún que otro compañero de clase se acerca a él, con el fin de que lo instruya, en cosas que él no sabe. En ese sentido, se ha hecho un hueco importante entre la clase, no es que sea el sabelotodo, no, no es eso, pero mientras los demás se han pasado la niñez jugando y teniendo una vida normal, él se ha dedicado a buscar las respuestas, a todas las preguntas que tenía pendientes en su cabeza, sin quererlo probablemente, ha entrado en un mundo desconocido para los demás. Ha descubierto los entresijos de muchos asuntos, que para el resto de humanos son asuntos triviales, intrascendentes, poco importantes.
A él no le importan ni las conserveras, ni su tía, que aparece por casa frecuentemente con amigos diferentes, con permiso de sus padres por supuesto. No está pendiente del horizonte del mar, tampoco se queda pasmado por los cielos de su Galicia natal, que desde las rías son espectaculares, mira con atención a un vacío que siempre tiene en su interior, ¿porqué, porqué, porqué?
Ahora, ya ha crecido, comienza a hacer una recapitulación de todo lo visto, oído, preguntado, no contestado, se da cuenta de que se ha pasado, que sus ojos saltones han entorpecido su crecimiento como persona, debería haber podido jugar más, buscar sin preguntar bruscamente el porqué de las cosas. ¡Cuánta saliva gastada, solo para no tener respuesta auténtica a su afán de saber!
La universidad ha sido un paseo por la playa para Julián, su carrera no le satisface, ahora que es biólogo, se pregunta de qué le va a servir. Busca un destino para su realización personal, se despide de la familia y embarca hacia una isla remota, casi virgen, donde dicen se encuentran las respuestas a muchas de las preguntas que la gente se hace, Madagascar, ha leído mucho sobre James Cook, libros, cuadernos de viaje, ensayos, apuntes, no espera ser como él ni mucho menos, espera solo satisfacer en la medida que pueda, tantos porqués que le quedan pendientes.
Su familia ha envejecido sin saber nada más de él, quizás ha encontrado las respuestas adecuadas a sus preguntas, quizás no, pero sea cual sea el caso, su madre está convencida de que su hijo, con aquellos ojos desmesurados, ven más que los demás.

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