CANDELERO DE
PORCELANA
A
esta muchacha que desde hace años se hizo preciosa. Preciosa por su dulzura,
por la mirada franca que despiden sus límpidos ojos, y por esa comedida ansia,
de ser valiosa para los que necesiten de su luz, del significado del respeto.
Esta
mujer es la elegida, si, la que ha sido apartada para llevar la luz a otros,
magnífica conversadora, mejor madre y esposa, seleccionada entre miles para
estar donde ha llegado.
Y
dicen que… como ella, aun habiendo muchas, solo unas pocas pueden permanecer
inmóviles en su lugar, para soportar cual candelabro de porcelana fina, la luz
necesaria que transporta vida.
Me
puede su elegante sencillez, su austeridad, su estrella. Sus padres la han
amado especialmente, se la nota feliz aunque cansada, capaz de superar
cualquier tormenta inesperada, y siempre… sin que su luz se apague, porque su
candelabro es de largos brazos, capaces de abrazar al mundo entero.
Siempre
a los pies de los demás, siempre con diligencia, nos cuida, y el calor de sus
manos se deja sentir en todo aquel que quiere notar la caricia de sus manos. He
tenido el gran placer de tener a otras Marías en mi familia.
Mi
madre primero, incansable trabajadora, dulce aliento siempre, a pesar de tanto
esfuerzo, a veces desperdiciado, mi sobrina preferida, otra escogida, otra
María, otra mujer esforzada y joven, que dedica su tiempo a los desamparados.
Sin
embargo de la que aquí hablo, es una María diferente, ¡ya pueden estar
orgullosos todos los que tratan con ella, es un encanto!
Las
Marías siempre me han conquistado, quizás será el sentido de su nombre, el
timbre de sus voces, el agasajo que siempre he recibido de ellas. De esta
María, percibo su triste alegría, la que a todos nos embarga por vivir como
vivimos, ella en cambio, transforma cualquier cosa en sonrisa.
Aprecio
que sea sincera, me consta, no es que me lo haya dicho, pero toda ella lo
manifiesta, seguro que criará a sus hijos como si fueran aguas de un manantial
dulce y puro, que más pudiera decir de esta figura envidiada.
Me
dicen algunos que soy un romántico perdido, pues sí, y me alegro por ello, es
gracias a candelabros de porcelana fina como María, que sigue enriqueciéndose
mi inventario galante.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario