HASTA CUANDO
SEÑOR…
No
es sin razón, millones de personas dirigen sus miradas al cielo, buscando
consuelo, ayuda, protección, soluciones urgentes a problemas urgentes.
Y
este llamamiento no excluye a ninguna clase social en concreto. Unos porque ven
acercarse determinado desastre personal, otros porque quieren que llueva,
incluso algunos, hacen llamamientos silenciosos para que de alguna manera,
alguien o algo, acabe con sus miserables vidas.
Pero…
¿porqué miramos al cielo en busca de respuestas, quién hay ahí arriba que
escuche estas peticiones?
Los
que creen en los santos celestiales, que ahora son espíritus, los pasean en
procesión rezándoles plegarias o flagelándose, con el fin de ser escuchados. Para
pedir que lleguen las lluvias, especialmente en Sudamérica se acude a Santa
Bárbara, creo que en España también, aunque me han informado por ahí, que hay
más santos a los que rezar que son más efectivos.
Pero
amigos… cuando llegan las lluvias, no llueve siempre a gusto de todos, es
normal, en unos lugares llueve y la cosa tira bien, mientras que otros sitios
diluvia y se inunda todo, o se lía a caer granizo, que ya ni te cuento como
maldicen al cielo los que antes rezaban porque lloviera.
Todo
no puede ser, el santo puede que interceda a quién quiera que sea, pero no le
puede poner condiciones al tiempo. La cosa es así, si llueve moderadamente, se
satura la tierra y los cereales crecen de coña, vale, pero como granice…
sueltan sapos por la boca a quienes no les conviene.
Están
también los desesperados de la vida, aquellos que son maltratados al máximo de
sus posibilidades, los que ya no pueden vivir más tiempo en determinadas
circunstancias, que tienen unos gobiernos que pasan de ellos, estos también
miran al cielo, y se preguntan, que han hecho ellos para merecer eso. ¿Qué es
lo que he hecho yo señor para merecer eso? Nada, tú nada, son los que quieren
chuparte la sangre aquellos que te tienen en estas circunstancias, no hace
falta que te desgañites gritando al cielo, nadie escucha en esta ocasión.
Si
hay alguien arriba que está al tanto de esta situación, pensará que no es
asunto suyo, él es un espíritu y como tal, no puede influir en los problemas de
los hombres, vive en otra esfera, en otra dimensión que le impide por su propia
naturaleza, inmiscuirse en estos temas. De manera que, ya puedes ir rezando que
no la quieres, que si te toca, te toca y punto.
Otros
huyen de la desgracia de la guerra, eso si que es jodido, es una lotería
funesta, todo va marcado por los intereses armamentísticos de determinadas
potencias, si quieren que la guerra llegue adonde estás viviendo llegará, no
hay que preocuparse, cuando llegue ya se verá lo que se hace. Pero levantar las
manos al cielo pidiendo piedad, cuando caen bombas y silban balas alrededor de
uno, no vale para nada, seguirán cayendo hasta que alguien se canse de invertir
en armas, o a alguien no le convenga suministrarlas. Puedes pensar, Hay mira,
ahora parece que se va a solucionar todo, se han sentado a negociar las dos partes
en conflicto… Nada hombre, no te creas de la misa la mitad, y de la mitad que
queda, desconfía. Al cabo de cuatro telediarios, todos con las mantas en la
cabeza, y a huir a alguna zona protegida, que está llena de señores con cascos
identificativos que te “garantizan seguridad”.
Y
por último, están los que claman al cielo, pidiendo ayuda o pegándose golpes en
el pecho en señal de arrepentimiento, jurando que nunca más van a volver a
hacer lo que hicieron mal, pero que se les libre de todo mal, que harán penitencia,
que irán cada día a misa a poner una vela a san No se qué, pero que el cielo
les libre de la prisión, de los juicios, del que dirán los demás que los tenían
en alta estima, que no violarán a ninguna mujer más, que no robarán más
millones, que querrán a sus mujeres con todo su corazón. ¿Cómo van a hacer eso
si ya tienen el corazón podrido? Pues nada oye, aun así, quieren que el cielo
les escuche.
Y
mientras tanto, todos ellos sin excepción, unos con razón y otros sin ninguna,
claman al cielo… “¡Hasta cuando señor…!
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