miércoles, 25 de junio de 2014

LA ORQUESTA TULLIDA


                                          LA ORQUESTA TULLIDA


Doce miembros la componen, ni uno más ni uno menos, doce. Al lugar donde ha llegado, un pueblo de serranía, nadie los conoce. El alcalde, que tiene que cumplir con determinados protocolos en la fiesta mayor, deja al concejal de festejos, la labor de contratar una orquesta para amenizar los cinco días de fiesta.
Dos furgones con música, que sale de un altavoz del techo de uno de ellos, se hacen notar en el pueblo.   ¡Ya llega la orquesta, vamos, vamos a saludarlos  -dicen dos chicos adolescentes a los que están más arriba de la calle principal-, deben ser muchos porque llegan dos coches…! Al lado del único hostal que existe en este pueblo serrano, aparcan las dos camionetas, de la primera desciende un hombre alto y flaco, va vestido de traje a pesar del calor que hace, se saca las gafas de metal y las limpia con un pañuelo de bolsillo, levanta el brazo y saluda, a su alrededor unos veinte chicos y chicas le aplauden.
Muy buenos días señores, nos alegramos de haber llegado, ¡caramba que calor que hace…!.  Se seca la frente, se saca la gorra que lleva puesta y se pasa el pañuelo por la cocorota.   ¿Me podrían indicar ustedes donde está el ayuntamiento?  Nadie contesta, alguien levanta un brazo y con el índice extendido, le indica una casa que está a cuatro pasos de donde está él.   Vaya que tonto soy ¡si aquí lo dice bien claro!, Casa del Pueblo, bueno gracias, me disculpan ¿verdad?
Hecha a andar y cojea, cojea mucho, como si tuviera la pierna doblada a la altura de la rodilla.   Mira, dice uno, como la Blasa, solo que ella tiene buen culo. El hombre antes de entrar en el ayuntamiento, se ha vuelto un instante, se queda con la cara del chico que ha soltado este comentario. La Casa del Pueblo está cerrada, no hay cristal alguno por el que pueda verse el interior, es una casa normal transformada en edificio oficial, por no haber no hay ni un triste rótulo que indique el horario de atención a la gente que allí venga.
Mientras entra y sale de la casa, los músicos comienzan a bajar del transporte, a uno le falta un brazo, el derecho, el otro lleva un parche en un ojo, a un tercero lo sientan en una silla de ruedas y así continua el desfile, de la orquesta de lisiados. La gente allí congregada, que ahora ha aumentado en número, alzan las cabezas para ver aquel singular desfile, nadie presta atención a Pilarcita, una preciosa chica que no apunta siquiera los dieciocho años, que desciende del furgón bus por otra puerta, la trasera, un pequeño escalón de aluminio, la lleva a tocar el suelo.
Nadie se ha dado cuenta que ha salido del bus con la orquesta , echa a correr y entra en el hostal, necesita ir al baño urgentemente, cuando sale del excusado, se dirige a la barra del bar y pide un café con leche y unas tortas con miel, se sienta y desayuna en espera de sus compañeros de viaje. Algunos de ellos ya lo han hecho por el camino, con sendos bocadillos de jamón o queso, una bota de vino ha ido cambiando de manos hasta quedar todos satisfechos. Ella en cambio, no puede comer nada  cuando emprenden un viaje, al parecer, el traqueteo del coche no le sienta bien con el estómago lleno.    Bien, dice Bernardo el organizador de los bolos que les van saliendo, debemos esperar a que alguien venga aquí a decirnos donde tenemos que montarlo todo, en el ayuntamiento no hay nadie.   Es normal hombre, -este es “El Botas”, aunque su nombre sea Jacinto, ese es el apodo que le han puesto los amigos por motivo de llevar en uno de los pies, una alza de más de diez centímetros, resultado de la polio-, aquí la mayoría de gente debe trabajar en el campo, no creo que el alcalde viva del sueldo que le de este pueblo.  Todos dentro del hostal, aprueban con la cabeza lo que acaba de decir El Botas.
Mesonero, ¿dónde vive el encargado de las fiestas?   Huy pues… un poco lejos de aquí, tiene una granja de cerdos a unos tres kilómetros del pueblo, su nombre es Lucas, es un hombre muy bajito, más chiquito que esta muchacha que está ahí sentada. Por lo que he oído quieren ustedes saber donde se monta la música ¿verdad?    Sí, ciertamente tiene buen oído.   No es eso hombre, es que aunque no lo parezca, estoy acostumbrado a tratar con las gentes, es como una distracción cualquiera, se ve poco público por aquí. Pues mire usted, ¿ve usted este solar que hay al final de la plaza?, pues delante mismo montan esta tarde un entarimado de madera, para que todo el mundo los pueda ver mañana por la noche, que es cuando comienzan las fiestas. Hoy llegan también las atracciones de la feria, ya sabe, la caseta del tiro al blanco, la charca de patos para pescarlos, hasta una noria viene este año.
Caramba, vamos a estar bien acompañados en este pueblo, venimos de otro lugar donde solo estábamos nosotros tocando, ¡y eso que es un pueblo más grande que este!   ¿Qué les apetece una cazalla con moscatel?   Venga, no le vamos a decir que no.   ¿Y a esta chica que le ponemos?    A mi… una coca cola por favor.   En plena digestión de la comida, un asado de cordero que estaba delicioso, ha llegado el concejal con los brazos abiertos, saludando uno por uno a todos los miembros de la orquesta de los tullidos, luego se dirige a Pilarcita y le da dos besos en las mejillas.   ¡Ah, con esta chica de cantante, se va a romper algún que otro corazón, ya lo verán…!    No lo dudo, ya hemos tenido que pararle los pies a más de uno, y es que hoy día… la juventud está medio loca oiga.   ¿Qué me va usted a contar señor…?   Bernardo, el encargado de esta orquesta, que aunque parezca que no, pero tocan todos ellos, que da gloria oírlos. ¿Y sabe porqué señor Lucas?, por la experiencia que tienen, treinta años de música dan para mucho, y aquí estos amigos, no dejan de ensayar menos de cuatro horas diarias, ¿qué le parece?    Pues nada que esperamos escucharles, porque hablando no se demuestra nada.   Tiene usted razón, ese es también mi lema.
Les han dado las llaves de sus habitaciones a todos, tienen que dormir de tres en tres, echando a suertes el que duerme en el plegatin, Bernardo duerme solo en una habitación, y Jesús el trompetista  e hija, en otra habitación aparte, es lógico, el hombre con sus limitaciones y Pilarcita como única mujer…   En mitad de la tarde, se escucha música, son los miembros de la orquesta que están ensayando, poniendo a tono sus instrumentos, especialmente la guitarra, los otros instrumentos de cuerda, violín y viola, y Jesús aceitando la trompeta y buscando dentro de la funda, la boquilla adecuada para la ocasión. Suena un violín dentro de otra habitación, Ricardo con el arco en a mano y moviendo suavemente la muñeca, le arranca al instrumento notas impensadas, deslizando el conglomerado de tripas de cerdo tensadas sobre las cuerdas de la pequeña caja, es un buen músico, aunque para serlo, dependa de una botella de Fundador que siempre lleva consigo. Es un mal menor este, si el concierto sale bien. Es el tuerto, pero para tocar el violín poco importa, siempre toca con los ojos cerrados.
Mientras, Pilarcita, después de ayudar a su padre a que se estire un poco en la cama, sus piernas necesitan estirarse cada poco tiempo un rato, se encierra en el baño y se pone a entonar canciones, primero tararea algunas, luego les añade la letra necesaria para que suene bien. Es metódica en este quehacer suyo, tiene esperanzas de ser una buena cantante algún día, y esa esperanza la lleva a ser constante, rigurosa, crítica consigo misma para lograrlo. Después de cantar un rato, saldrá y abrirá la funda donde su padre guarda la trompeta, con una pequeña gamuza untada de pulimento de metales, pulirá la trompeta de su progenitor, Jesús es muy exigente, y aunque no ve demasiado bien, siempre tiene algo que reprocharle a su hija respecto al trabajo que ha hecho con el instrumento. Conrado el percusionista, ya está peleando con su hermano Arnaldo, siempre están igual estos dos, se quieren mucho, pero son precisamente las peleas que tienen las que los une, Conrado con el cuello completamente de lado a causa de una embolia, toca los bongos y un par de platillos metálicos que monta a los lados, Arnaldo bastante más joven, toca al lado de Pilarcita, tocando las maracas y rascadores,  hace de segunda voz, acompañando a Pilarcita. Lleva tiempo enamorado de ella, lo nota por como la mira, su padre le dijo un día que tuviera cuidado con ese chico, que se la machacaba mucho pensando en ella    Este chico no te mira con buenos ojos hija, se le ponen los ojos lustrosos cuando te ve con la falda corta encima del escenario, cuando das vueltas al cantar, cuando te agachas y se te ve el canalillo de las tetas, ten cuidado, es un vicioso.    Como eres padre, tú siempre sospechando de todo el mundo, si por casualidad me pretendiera algún día en serio, yo sería la primera en ponerle determinadas condiciones.
Es evidente, que no sabe de la misa la mitad, ¡como si se le pudiera poner bocado al toro cuando está arando! El deseo se disfraza de mil maneras distintas, ella también lo sabe, no por experiencia claro está, todavía no ha pasado por esta etapa, pero no es tonta, y sabe, que su propia madre cayó en esta trampa hace ya muchos años, cuando oyó tocar al pie del balcón a su padre, entonces su pretendiente, una balada de trompeta con sordina. Esa misma noche, bajó a abrirle la puerta de la casa para dejarlo entrar, su madre estaba en el hospital y calle arriba, vivía su abuela quién se haría cargo de ella cuando la madre muriera. Mientras tanto vivió seis meses sola en la casa, no se podía quedar vacía, había allí demasiadas cosas de valor como para que cualquiera pudiera entrar y robarlas. Y mira tú por donde a quién le robaron fue a ella, le robó el corazón su novio, Jesús el trompetista, una balada bien tocada le bastó para terminar conquistándola.
Bueno chicos… ahora que ya estamos todos bien desayunados, vamos a comenzar a montar el tinglado, sobre todo tened cuidado con los clavos, esos bestias de la brigada que ha montado el escenario, se han dejado unos cuantos de ellos con las puntas hacia arriba, de manera que cuidado por donde pisáis. Le he pagado veinte duros a un chico del pueblo para que los repase, ahora mismo está en ello, pero de todas formas cuidado ¿de acuerdo? No faltaría más que eso ahora que tenemos trabajo, que alguien se hiciera daño. Leopoldo ya está montando los amplificadores y las tomas de corriente para los micros y altavoces.
Leopoldo es un chico rubicundo que siempre va en el segundo furgón solo, con el material de los músicos y el resto de aparatos necesarios para la orquesta, se crió en un hospicio de donde escapó a los catorce años. Estaba harto de que le dieran palos y de no comer lo necesario, una noche, saltó la verja del hospicio, Bernardo lo encontró en su portal, agazapado como un gato bajo la escalera de la entrada. Lo adoptó y le puso de nombre Leopoldo, el suyo, el de verdad era Expósito, no le gustaba y el crio lo aceptó de buen grado. Con el tiempo le dio sus apellidos y le hizo un carné de identidad, desde entonces, Leopoldo se convirtió en su hijo postizo. Es el único, aparte de Pilarcita, que no tiene defecto físico alguno, si debe entenderse por defecto, el ser manco o cojo, tuerto o tachado por alguna enfermedad congénita, ellos dos no, son personas sanas desde este punto de vista.
A Pilarcita la han identificado como la cantante de la orquesta en el pueblo, en poco tiempo, con cola de conejo, Bernardo se ha encargado de anunciar la orquesta, que a partir de mañana tocará en la fiesta mayor. Ha pegado unos carteles en los que se anuncian a los componentes de la orquesta, todos ellos con traje y pajarita, con sonrisas de oreja a oreja, forman en semicírculo alrededor de Pilarcita, que con un traje corto de lentejuelas azules, medias de rejilla, zapatos de charol negros y  brazos levantados, se anuncian con un gran rótulo que indica en color azul pálido y rojo, el nombre de la orquesta     Ah ¿que que nombre tiene…? pues se hacen llamar “La Orquesta Magna”   De hecho debería llamarse en justicia, la orquesta de los tullidos, pero no es cuestión de resaltar en fiestas mayores, defectos que nadie ha querido tener, el infortunio, la mala suerte, los accidentes, han hecho que sean quienes son y como son, nada más que eso. Una persona, no deja de ser mejor o peor debido a estas circunstancias, lo que realmente importa, es que ellos mismos se ven valiosos, capaces de hacer bien, aquello que saben.
Pilarcita que ha dado un paseo por el pueblo, se ha visto abordada por algunos jóvenes que le piden su autógrafo, mientras, le hacen preguntas de todo tipo, si ha viajado por el extranjero…, si conoce a alguien famoso…, cuantos años lleva cantando en esta orquesta…, preguntas que le hacen una y otra vez, cada ocasión que visita un pueblo donde nunca ha estado cantando. Después de la comida, cuando casi todo está a punto para la actuación que hoy comenzará, se sienta bajo un sauce al lado del pequeño rio que cruza el pueblo, Leopoldo se le acerca y sin decirle nada se sienta a su lado, lleva entre los labios una ramita de hinojo, ambos se quedan callados mirando el rio, las aguas están limpias, no tiene más que un palmo de agua de altura en esta parte, pero un poco más abajo debe de haber una represa, se oye un ruido de aguas un poco más fuerte.   No le has dicho nada a tú padre todavía ¿verdad?   Niega con la cabeza, está seria, no se la ve enfadada, solo seria. Siempre ha sido así, especialmente desde que murió su madre y tuvo que hacerse cargo de su padre inválido. Se podría decir que no se la ve feliz, solo eso, pero tampoco es del todo cierto, los dos Leopoldo y ella, estuvieron de mutuo acuerdo para acostarse juntos, solo que el resultado es, que se quedó embarazada.
En las actuales circunstancias es todo un problemón, por la edad que ambos tienen, por el trabajo que ahora les reclama, por el miedo que de alguna manera los atenaza y les anula la razón, el modo de abordar este asunto. A diferencia de cualquier otra pareja, que tendría que abordar este asunto con los familiares más cercanos, ellos se ven obligados a decirlo a todos los miembros de la orquesta, acaba de empezar la temporada, y ella, no se encuentra bien. No está enferma, solo embarazada, pero es razón suficiente para que se monte la de San Quintín cuando todos lo sepan. O no, depende. Leopoldo no está preocupado por él, se preocupa por Pilarcita, por como pueda llevar este embarazo. Por su parte, Leopoldo está determinado a encontrar un trabajo diferente para poder casarse con ella, se quieren, es lo más importante para ambos.
No te preocupes mi amor, yo hablaré con tu padre, luego hablaremos con el resto de la orquesta.    No, a mi padre debo decírselo yo, es mi responsabilidad, sé muy bien como enfocarle el asunto, si vas a hablar tú con él, puede pasar cualquier cosa, hazme caso Leopoldo.  
Se besan tiernamente, mientras Leo pasa su mano por encima de la barriga de Pilarcita. Al terminar los arrumacos que se hacen mutuamente, él la ayuda a levantarse de la hierba.   Es bonito este lugar ¿no te parece?   Si que lo es, se respira mucha paz, creo que si se discutieran muchas de las cosas que nos inquietan al lado de un rio como este, todo lo que pudiera derivar de esas conversaciones, se minimizarían. Tienes razón mi amor, tienes toda la razón.
Ya se están vistiendo para la actuación, a pesar de los años y la experiencia, siempre hay en el aire, cierto clima de nerviosismo, es inevitable. Hoy la actuación va a ser más breve que los dos días siguientes, aun así, casi todo el pueblo, hace pasillo a la orquesta hasta el escenario, cuando aparece Pilarcita con su provocativo vestido, no es que sea provocativo precisamente, es más bien la circunstancia lo que la hace más atractiva que el resto de mujeres del pueblo. Las hay muy guapas, y jóvenes, vestidas como ella va hoy para el espectáculo, parecerían diosas, como Ava Gardner en la película Gilda. Unos minutos de prueba de instrumentos, Leopoldo abajo, entre el público con su mesa de mezclas, todo a punto y comienzan a sonar los instrumentos, a Pilarcita siempre le gusta comenzar con una canción legendaria compuesta por una mujer mejicana, Consuelo Velázquez, “Bésame mucho” del año 1940, ¡y es que la canta con un sentimiento y tan bien Pilarcita! La canta lentamente la gente se queda embelesada con su voz, Bernardo conoce bien el talento de esta muchacha, no es una canción que necesite una gran voz, pero si mucho sentimiento, y Pilarcita lo tiene todo. Se contonea y mueve con una cadencia única mientras canta, entrecierra los ojos, siente los besos de su amado Leopoldo en su cara y en su cuello, y ella se acaricia de forma, que la gente la mira extasiada.
Al terminar esta canción que para hacerla más sentida ha sido muy bien acompañada por la trompeta y el violín, así como los bongos, la gente aplaude hasta más no poder, gritan y hasta le tiran claveles al escenario. Ella hace una breve reverencia y señala a los músicos, a Pilarcita le hubiera gustado mucho saber tocar el piano y acompañarse ella misma como lo hiciera en su día la autora, pero ahora, no importa lo que toquen, serán aplaudidos igualmente. Es lo que tiene dar lo mejor de ti la primera vez, lo que siga, siempre será igual de bueno, o así lo verán las gentes del pueblo, tampoco puede decirse que sean grandes críticos, solo son personas, que quieren divertirse en la fiesta mayor. Siguen con un cha, cha, cha, y luego con un bossa nova, un par de canciones de los Tres Sudamericanos, una de los Brincos y un bis que la gente les pide a gritos, y que la orquesta ya tiene preparado.
Cuando bajan del escenario, la gente les aplaude de nuevo, les dan palmadas en el hombro a los artistas, y un par de jóvenes quieren besar a Pilarcita, Leopoldo se interpone entre ellos y su amada, ella le sonríe y le da las gracias casi en silencio. Lo que no ha podido evitar ha sido, que alguien le tocara el culo en la puerta del hostal, va, cosas que pasan, los artistas ya están acostumbrados a estas pequeñas cosas, hay madre si Leopoldo lo hubiera visto, al siguiente día no habrían actuado, fijo.



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