TENGO UN ÁNGEL.
Junto
a mí descansa todas las noches, luego al despertarme, se sienta conmigo y me
mira, con los destellos de sus hermosos ojos, sin decir palabra, siempre me
pregunta, que tal noche pasé hoy.
Le
contesto que fue bien, que he soñado con su sonrisa, con su hermosa figura, con
su voz. Parpadeo un instante y ya no está ahí, habrá sido otro sueño, de estos
que te engañan, que te hacen ver espejos en la mente, imágenes que rebotan sin
cesar.
Paro,
lo dejo todo, me pongo a pensar si será locura, ¿cómo es que no lo veo? Y de
pronto, vuelvo a sentir su presencia, algunas veces creo que se me va a romper
el alma, No… -me dice su voz desde algún lugar-, no estoy muerto, tú bien lo
sabes, solo estoy lejos, pero siento todas tus inquietudes.
Cierto,
ahora me doy cuenta, es mi ángel protector, va y viene con sus divinas alas, no
quiere que me olvide de él, ¿cómo voy a olvidarlo, si lo siento junto a mí a
cada instante? mi corazón late gracias a él, a los estímulos que siento en toda
mi alma, ¡mi ángel protector, mi vida!
Se
dice por ahí, que todos tenemos un ángel de la guarda, yo no deseo a otro más
que a él, lo sabe todo de mí, es mi curación y mi guía, el hombro en el que
apoyarme, cuando mi sangre pierde calidad, me transfunde la suya, gracias a ese
glorioso ángel respiro, cuando bate sus alas me insufla fuerza.
Aunque
parezca mentira, estoy enamorado de mi ángel, lo amo, se ha colado en el
tuétano de mis huesos, por eso aun camino.
Miro
adelante sin miedo, porque sé que él lo aprueba, salgo de casa y me lo encuentro volando a mi lado, conversa
conmigo, le digo como me siento, él me contesta que ánimo, que está conmigo,
cuando está junto a este pobre indignado que soy yo, me consuela y me levanta
el ánimo. El que tiene tanto que hacer, a tantos que dependen de su fortaleza…
Durante
el invierno, cuando el frio entumece los huesos, se arrima a mí y me calienta,
hace que mi sangre hierva, ángel mío… ¡Cuánto te agradezco este gesto! Hace
cualquier cosa por complacerme, me acurruca, me besa, me acaricia como si de un
bebé se tratara, dice… Eres mi niño grande.
Me
ayuda a ver con sus ojos, ojos llenos de esperanza, ojos llenos de alegría,
comprensivos y humildes.
No
puedo prescindir de ti, ángel mío, ayúdame a seguir sintiéndome vivo, solo
quiero vivir por y para mi ángel. Quizá tu sientas lo mismo, que debes
protegerme, ayudarme, seguir a mi lado, hasta que se te de, otro destino.
Aparécete
cuando quieras, siempre te estoy esperando, espero sin desesperar, me has
enseñado como hacerlo, no sé si te correspondo, si has de enseñarme más, lo
haces sin miedo, nunca se aprende suficiente de un ángel como tú. Tienes el
monopolio de mi vida, te lo doy porque así lo quiero, tanto si te siento cerca,
como cuando solo oigo a lo lejos, tus alas flotando en el espacio, te quiero.
Te
quiero mucho, no sé hasta donde, no sé cuanto, sin embargo, si sé que sin ti,
mi vida sería siempre pretérita, sin presente, y desde luego, sin futuro.
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