SÓCRATES Y YO.
A
nivel de amigos, todos le llamamos Sócrates, aunque su nombre real es Edelmiro,
mejor Sócrates la verdad, a mi me ponen de nombre Edelmiro, y juro que reniego
de mis padres, ¡que con la vida de una persona no se juega joder…! ¿Adonde va
por la vida un hombre con ese nombre?, vale que parece que tenga dos chinchetas
por ojos, que nació con unos soplillos que hasta Dumbo lo envidiaría, pero eso
no es motivo para que le pusieran ese nombre, parecía que fuera una venganza,
más que un nombre. Eso no se hace, he visto fotos de cuando era pequeño, y
tela, por mucho que se deslumbrara con el flas de la máquina de fotografiar,
siempre parecía que estuviera durmiendo, aunque él dice que sabía que le hacían
una foto.
Nació
sin un pelo en la capirota, calvo del copón, lo que hacía que las orejas,
destacaran en medio de aquella cara alargada, entre nosotros, parecía Drácula,
aun sin dientes, dos finas líneas rosadas manifestaban que allí tenía la boca.
Y así se ha desarrollado, claro, pelo le ha salido, solo faltaría eso.
Pero
al margen de todo eso, que son a decir verdad, pequeñas imperfecciones que
tenemos todos en un lugar u otro de nuestro físico, ya cuando íbamos juntos a
la escuela, el tío tenía respuestas para todo, no importa lo que le
preguntaras, te contestaba con meridiana claridad. Ni os cuento cuando teníamos
exámenes, no tenía ni que estudiar, parece mentira pero es así. El feo de los
cojones, parecía que tenía las preguntas que nos iban a hacer, con
anticipación, la hostia vamos, se sentaba en el pupitre y en un plis plas, al
cabo de quince minutos, ya salía del aula con el examen terminado. Pero fíjate
oye, conforme nos fuimos haciendo mayores, con aquel careto, y el pelo, que lo
tenía bastante largo, ya era otra cosa, le tapaba las orejas, y esa melenilla rubia
que se dejó crecer, Sócrates ligaba más que el resto, en el instituto era el
rey del mambo. Cuando su madre enviudó, se sacó el carné de conducir y se
compró una moto, una moto, moto, una Triumph, ¡como ligaba el maricón!, las
chicas se lo disputaban, sería además de por subirse en aquella maravilla de
moto, para que les ayudara con los estudios de ciencias y mates, digo yo vamos.
En
esa época, comenzamos a frecuentar los mismos círculos, teníamos los mismos
amigos y amigas, compartíamos los mismos gustos por la música, por los
deportes, ¡¡por las chicas…!!, casi todo, pero en una cosa era único el
puñetero, filosofaba que daba gusto, camelaba a la gente como quería, le
preguntaba como lo hacía, el me contestaba, que de ninguna forma en especial,
que le salía de él, manda huevos, y yo tratando de mil y una forma de imitarlo
sin éxito, claro, ¿Cómo iba a tenerlo?
Un
viernes por la mañana, cuando ya salíamos del instituto, lo vi cargado con una
mochila, no era muy grande, no parecía que fuera de acampada. Le pregunté si
iba de excursión.
-No,
me voy a la casa de los padres de Tania, me ha invitado a pasar el fin de
semana allí con una amiga. Los padres no están, visitan a unos familiares que
tienen en Vitoria y hasta el martes o miércoles no vuelven.
-¿Vais
los tres solos?
-Sí,
Tania dice que quiere que nos divirtamos los tres sin compañía, dice que tienen
un jacuzzi que flipas, me aprecia mucho. Como la he ayudado con la asignatura
de ciencias durante el semestre, a lo mejor me lo quiere agradecer con esta
invitación.
-Oye,
dile si puedo acompañaros.
-Díselo
tú, no soy el que invita, ni tampoco es mi casa adonde vamos.
No
me lo dijo con mala cara ni nada, me lo dijo con una sonrisa, al fin y al cabo
somos amigos. Pero cabreado por la lógica de su respuesta, pensando que podría
hacer más por mí, asunto este muy discutible, lo dejé correr, la tal Tania, era
una chica preciosa, morena, con el cabello recogido en una cola de caballo, con
un eterno prendedor de margaritas amarillas, y esa cola que le llegaba casi a
la cintura.
El
lunes no lo vi, fue el martes cuando aparecieron los tres, manda huevos, se
habían tomado un día más de fiesta, ¿será posible, pero en que clase de mundo
se creen que viven estos tres?, ahora lo encuentro una tontería, han pasado
años de todo esto, pero entonces debo reconocer que me corroía las entrañas el
jodido Sócrates, hasta pensé como venganza, llamarlo por su nombre a partir de
entonces, Edelmiro, a cagar, que se joda. Pero él no tenía la culpa, ni él ni
nadie, era un tipo singular, desde su puñetero nacimiento fue único.
Ahora,
es el director de una empresa publicitaria, parece que todo lo que toca se
convierte en oro, de su oficina, han salido más de mil anuncios de televisión,
¡y la gente que hace cola para que los publicite!, yo le digo que amplíe la
oficina, que coja más gente, y Sócrates me contestó ese día…
-El
orgullo engendra al tirano. El orgullo, cuando inútilmente ha llegado a
acumular imprudencias y excesos remontándose sobre el más alto pináculo, se
precipita en un abismo de males del que no hay posibilidad de salir.
-Joder
tío, esta frase mola mucho, definitivamente, eres un buen pensador.
-Esto
no lo he pensado yo, lo dijo Sócrates, y dijo bien ¿no te parece?
-Así
que Sócrates ¿no?, vale, vale. Venga te invito a comer.
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