domingo, 8 de junio de 2014

LA LUNA NUEVA.


                                                       LA LUNA NUEVA


Salpica de oscuro, siembra el miedo entre ladrones, recorre el cielo en busca de locos, transita con los espíritus muertos les presta su capa, sirve de inspiración a poetas amargados por la desazón, inquieta siempre a los que están bajo su sin luz, la luna nueva marca el final de las luces nocturnas.
Esta mala luna, advierte de los peligros del demasiado pensar, te dice bajito pero firmemente: “No te tomes la vida demasiado en serio; jamás saldrás vivo de ella” y dice bien, pero me gustaría haber escuchado estas palabras con la luna llena.
No sé que dios, se propuso marcar el tiempo con la oscuridad del cambio de luna, una luna oscura y recia, podía haberla dejado de color malva, aunque no es mi color favorito, lo habría aceptado mejor que la oscuridad de un astro, que teóricamente debe darnos luz por la noche, en ausencia del sol.
Será que es la patrona de los negros, hombres oscuros también, legendaria humanidad perseguida, esparcidos por puro negocio, por todos los lugares del globo. Será que la luna nueva, es así unos cuantos días, para que puedan huir, para que vuelvan a su continente, donde dejaron al resto de sus familias.
Fantasmal aparición para nosotros, en cambio, en otros continentes, alumbra de mil colores diferentes, para nosotros, que no la vemos dentro de su órbita, se nos hace difícil definirla. Pero está ahí arriba y no nos deja, cambia poco a poco, comienza con un despunte de color blanco azulado, y paulatinamente, como cuando sacas una misiva de un sobre, pero redondo. Va apareciendo, cínicamente pura, hasta inundar el cielo en todo su esplendor.
Recuerdo que de pequeño, me sentaba en la galería de casa de mis abuelos, en verano, enrollaba un par de hojas de periódico a lo ancho, y apoyaba los codos sobre las rodillas contemplándola. ¡Tenía luego unos sueños…!, andando sobre ella me veía, saltando alegre levantando el polvo de la superficie, ella levantaba sus ojos, tratando de ver por encima de sus grandes cejas, y ya entonces por ser amiga mía, me avisaba y me decía “Venga vuelve a tu casa, que la noche es negra y tengo que acostarme pronto, que el día espera”.


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