TORMENTAS
OLVIDADAS.
¡Cómo te quería chinita loca…! ésta expresión, es la más
querida, para expresarte mis sentimientos. ¡Cuánto me has hecho reír, y por eso
amarte!
Cuando sentados juntos, en el sofá de casa, tapados con la
manta, descargaba la tormenta fuera, rugía el cielo amenazando abrirse por la
mitad, y tú agarrada a mi brazo, me decías que te protegiera, que tenías miedo.
Entonces entendía que me querías decir, hundía mi rostro
entre tus cabellos, y oliéndolos te acariciaba, hasta que nacía una nueva
tormenta.
La meteorología ha cambiado mucho, de otro modo, no me
explico cómo no hay tormentas, porqué solo esas dos nubes de color claro, pasan
rozándose y no se juntan para formar esas añoradas tormentas.
¿Qué nos pasa que ni siquiera nos hablamos? Si, tienes razón,
hablar nos hablamos, pero y… ¿de lo nuestro qué?, si hablo de nuestras
tormentas y luego, de la paz que llega, del olor que deja en el suelo la lluvia,
de las lágrimas que los árboles derraman en agradecimiento por el agua.
Extraño el temblor de tus labios, el movimiento de tus
párpados, como tu cuello de cisne real, se alargaba durante aquellas tormentas
únicas, expresión de puro gozo de vivir juntos.
Será que ahora, cuando llueve y relampaguea me acuerdo tanto
de ti…, contigo afrontaba la lluvia con deseo, ahora huyo de ella, no salgo de
casa, la temo. Sin ti no es lo mismo, sin ti no es lluvia de verdad, las luces
del cielo me parecen un simple espectáculo pirotécnico.
Si ya no vamos a compartir todo eso, prefiero que nos
separemos. Lo digo con pena, pero sin resentimientos, tú ya tienes otros brazos
que te arrullan, yo por mi parte, necesito aprender a disfrutar de la tormenta,
de la lluvia, del merecido descanso que el campo obtiene luego.
La mente va trazando una delgada línea trascendente,
singular, anónima, que creo que poco a poco, me protege.
No por eso voy a olvidar nuestro nido artificial, hecho a
base de besos, caricias y mantas enroscadas en nuestros cuerpos. Pero ahora la
sequía de cariño, parece que debe separarnos de manera definitiva.
Chinita loca, fuente de paces y tormentas, torrente de
bienestar… no te obligues a calmar mi sed por conveniencia, por mucho que
bebiera de ti ahora, no me saciaría. Los permanentes avisos de lluvia, que de
ti proceden diariamente, no hacen más que esquilmar mis pobres ganas de ti.
Pobres, por saber que no pueden ser correspondidas, alguien
ha clavado letreros de aviso por este parque que tú creaste “Prohibido beber de
estas aguas, solo para merecedores”. No soy quién para cambiar las reglas, si
tú las aceptas, debo corresponder a tus deseos.
Deja que te diga algo, antes que cambiemos de atmósfera, por
vidas que pudiera vivir, aunque fuera reencarnado en gusano, podría olvidar
aquellas tormentas nuestras, aquellos cuerpos apretados…
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