POCA BROMA CON EL
ALCOHOL
Desperté
por la mañana en mi cama, con una resaca de mucho cuidado, cuando levanté la
cabeza para incorporarme, me caí nuevamente de espaldas, os juro que cuando caí
en la almohada de nuevo, parecía que alguien me hubiera golpeado con un mazo en
mitad del coco, solté un ¡Hay!, cuando me pasó esto. Al cabo de un par de horas
más tarde, volví a despertarme, ahora ya, con la cabeza algo más despejada, me
pregunté como coño había llegado a casa, recordé vagamente, que estuve pasando
la velada anterior, en casa de unos amigos que viven en la ciudad de Mataró, mi
casa está en la provincia de Tarragona.
Siempre,
cuando iba a visitarlos y pasaba el fin de semana con ellos, iba y volvía a
casa por la autopista, ¡joder…!, pensé, he tenido que pasar por el peaje, he
recorrido casi cien kilómetros a la ida y otros tantos a la vuelta, con una
torrija de mucho cuidado, ¡imagínate si hubiera tenido un accidente, o hubiera
matado a alguien por culpa del alcohol!
Entonces
no había controles de alcoholemia ni nada por el estilo, cuando volvía a casa,
y más por la autopista, no te encontrabas ni a dios por la carretera, pero aun
así, al pensar en ello, se me ponía la piel de gallina, con solo pensar en lo
que hubiera podido pasar. Bueno, pues al siguiente fin de semana, vuelta a las
andadas, así estuve, viéndome con estos amigos, por espacio de casi tres años.
Lo pasábamos de miedo, uno de ellos traía coca, y entre otros tres poníamos el
alcohol que íbamos a consumir los dos días siguientes. Una pasada, ahora que lo
pienso con la cabeza fría, sin tomar nada de alcohol desde entonces, cuando se
terminó esta amistad, me pregunto, como llegué a caer en este vicio, que estaba
destruyéndome por momentos.
Es
difícil hallar la respuesta, el asunto es, que el propio alcohol hace lo suyo,
las compañías el resto. En mitad de aquel ambiente de drogas y sexo, de alcohol
y puro vicio, creo que lo que no quería, era ser diferente a los demás, ser
aceptado, tenía pocos alicientes en mi vida entonces, que aquella gente me
aceptara, me dejaran participar en sus orgías, para mi lo era todo, no quería
quedarme sin amigos.
Pero
el precio que tuve que pagar fue demasiado alto, mi cabeza comenzó a fallar,
las neuronas comenzaban a estar muy tocadas, una amiga mía, que curiosamente
era la que me proporcionaba la cocaína e inyecciones de vitaminas en vena, me
previno, me explicó cuales eran los peligros que entrañaba aquella combinación
explosiva. Tócate los huevos, y ella, suministrando tan ricamente el material,
hay que ver como somos las personas, trabajaba en un hospital de la capital,
sacaba del laboratorio unos ácidos sintéticos, que te llevaban a las nubes
cuando practicabas el sexo. Cada vez más, me daba cuenta, del resultado al que
podía llevarme el consumo de alcohol y drogas, de manera que renuncié de la
noche a la mañana a todo aquello.
Me
he encontrado con gente, que me pregunta, cómo fue que pude tener huevos para
acabar con todo de una tacada. Yo les contesto que no lo sé, sencillamente me
lo propuse, los visité un día y les dije que no podía seguir con aquello. He de
decir, que un par de amigos y una amiga, lloraron cuando les comuniqué la
noticia, al principio no lo creían, lo pasábamos demasiado bien para que
aquello fuera a terminar. Pero sin saber cómo, acabé con todo en veinticuatro
horas, sí, de la noche a la mañana. Una analítica de sangre por un control
rutinario en el trabajo, dio como resultado, la falta de una vitamina
importantísima en el cuerpo, que actúa como anticuerpo del organismo, no la he
vuelto a recuperar.
He
dejado de divertirme como antes lo hacía, estaba acostumbrado a combinar
bourbon en grandes cantidades con tequila, en ocasiones una botella de cada en
una sola noche, a palo seco. Con el tiempo, aprendí a divertirme, sin tener que
acudir a esas drogas, que te llevan, a la auto aniquilación, no vale la pena
poner tu vida y la de los demás en peligro por, sencillamente tener la
aprobación del resto que te rodea. Pasé años, demasiados quizás, cerca del mar,
en la costa, divirtiéndome con ellos y saciándome del ambiente marino. Ahora,
me gusta mucho más la montaña, la belleza de los ríos, la vegetación, los
majestuosos árboles, que de algún modo, me transmiten serenidad.
Los
locales cerrados de ocio, las discotecas, los pisos de los amigos donde huele a
alcohol y sexo, los tengo olvidados, será porque en el fondo, después de estas
experiencias que he pasado, me han enseñado que el alcohol tiene mala broma.
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