lunes, 9 de junio de 2014

POCA BROMA CON EL ALCOHOL.


                       POCA BROMA CON EL ALCOHOL


Desperté por la mañana en mi cama, con una resaca de mucho cuidado, cuando levanté la cabeza para incorporarme, me caí nuevamente de espaldas, os juro que cuando caí en la almohada de nuevo, parecía que alguien me hubiera golpeado con un mazo en mitad del coco, solté un ¡Hay!, cuando me pasó esto. Al cabo de un par de horas más tarde, volví a despertarme, ahora ya, con la cabeza algo más despejada, me pregunté como coño había llegado a casa, recordé vagamente, que estuve pasando la velada anterior, en casa de unos amigos que viven en la ciudad de Mataró, mi casa está en la provincia de Tarragona.
Siempre, cuando iba a visitarlos y pasaba el fin de semana con ellos, iba y volvía a casa por la autopista, ¡joder…!, pensé, he tenido que pasar por el peaje, he recorrido casi cien kilómetros a la ida y otros tantos a la vuelta, con una torrija de mucho cuidado, ¡imagínate si hubiera tenido un accidente, o hubiera matado a alguien por culpa del alcohol!
Entonces no había controles de alcoholemia ni nada por el estilo, cuando volvía a casa, y más por la autopista, no te encontrabas ni a dios por la carretera, pero aun así, al pensar en ello, se me ponía la piel de gallina, con solo pensar en lo que hubiera podido pasar. Bueno, pues al siguiente fin de semana, vuelta a las andadas, así estuve, viéndome con estos amigos, por espacio de casi tres años. Lo pasábamos de miedo, uno de ellos traía coca, y entre otros tres poníamos el alcohol que íbamos a consumir los dos días siguientes. Una pasada, ahora que lo pienso con la cabeza fría, sin tomar nada de alcohol desde entonces, cuando se terminó esta amistad, me pregunto, como llegué a caer en este vicio, que estaba destruyéndome por momentos.
Es difícil hallar la respuesta, el asunto es, que el propio alcohol hace lo suyo, las compañías el resto. En mitad de aquel ambiente de drogas y sexo, de alcohol y puro vicio, creo que lo que no quería, era ser diferente a los demás, ser aceptado, tenía pocos alicientes en mi vida entonces, que aquella gente me aceptara, me dejaran participar en sus orgías, para mi lo era todo, no quería quedarme sin amigos.
Pero el precio que tuve que pagar fue demasiado alto, mi cabeza comenzó a fallar, las neuronas comenzaban a estar muy tocadas, una amiga mía, que curiosamente era la que me proporcionaba la cocaína e inyecciones de vitaminas en vena, me previno, me explicó cuales eran los peligros que entrañaba aquella combinación explosiva. Tócate los huevos, y ella, suministrando tan ricamente el material, hay que ver como somos las personas, trabajaba en un hospital de la capital, sacaba del laboratorio unos ácidos sintéticos, que te llevaban a las nubes cuando practicabas el sexo. Cada vez más, me daba cuenta, del resultado al que podía llevarme el consumo de alcohol y drogas, de manera que renuncié de la noche a la mañana a todo aquello.
Me he encontrado con gente, que me pregunta, cómo fue que pude tener huevos para acabar con todo de una tacada. Yo les contesto que no lo sé, sencillamente me lo propuse, los visité un día y les dije que no podía seguir con aquello. He de decir, que un par de amigos y una amiga, lloraron cuando les comuniqué la noticia, al principio no lo creían, lo pasábamos demasiado bien para que aquello fuera a terminar. Pero sin saber cómo, acabé con todo en veinticuatro horas, sí, de la noche a la mañana. Una analítica de sangre por un control rutinario en el trabajo, dio como resultado, la falta de una vitamina importantísima en el cuerpo, que actúa como anticuerpo del organismo, no la he vuelto a recuperar.
He dejado de divertirme como antes lo hacía, estaba acostumbrado a combinar bourbon en grandes cantidades con tequila, en ocasiones una botella de cada en una sola noche, a palo seco. Con el tiempo, aprendí a divertirme, sin tener que acudir a esas drogas, que te llevan, a la auto aniquilación, no vale la pena poner tu vida y la de los demás en peligro por, sencillamente tener la aprobación del resto que te rodea. Pasé años, demasiados quizás, cerca del mar, en la costa, divirtiéndome con ellos y saciándome del ambiente marino. Ahora, me gusta mucho más la montaña, la belleza de los ríos, la vegetación, los majestuosos árboles, que de algún modo, me transmiten serenidad.
Los locales cerrados de ocio, las discotecas, los pisos de los amigos donde huele a alcohol y sexo, los tengo olvidados, será porque en el fondo, después de estas experiencias que he pasado, me han enseñado que el alcohol tiene mala broma.



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