FENOMENAL
Cada
vez que sale al campo de fútbol del barrio, normalmente los domingos por la
mañana, el resto de la semana trabaja, se escucha un clamor popular de los que
vamos a ver los partidos ¡Vamos fenómeno, que este partido lo ganas tú solo
hoy…! Si bueno ya se sabe que es fútbol
de barrio, pero se juega en un campo de futbol de verdad, al final de la calle
Margarit, en Pueblo Seco, mi barrio. En ocasiones he tenido pequeñas
discusiones sobre el barrio en el que vivo,
¡Vaya mierda de barrio tío…! Y se
han llevado una hostia, mira, que se metan conmigo no me importa, que me
insulten lo soporto, hasta determinado límite, pero que se metan con mi barrio
que es fenomenal, que es el mejor de toda Barcelona… eso sí que no lo soporto.
Será
que he vivido mucho en la calle cuando era pequeño, que conozco a sus gentes, a
todas las putas que viven allí, a los maricones, a los chuloputas, los negocios
que están esparcidos por la pequeña geografía del barrio, y los trapicheos que
se traen algunos al barrio. Ojo, aunque digo trapicheos con el consentimiento
de los municipales, hay unos cuantos de ellos que comen gratis, follan gratis,
y se colocan gratis, no te vayas a creer. Saben la gente que sube del moro con grifa,
y se la incautan si no les pagan, ¿qué te creías?, en mi edificio vive un
sargento que no hace otra cosa más que pasearse por el barrio, está casado con
una mujer insignificante, en el pleno sentido de la expresión.
El
tío sabe donde trabajan las estraperlistas, digo las, porque los, no le
interesan. Solo va a por ellas, siempre tiene a unos cuantos y cuantas,
comprados con amenazas, las busca, y cuando las encuentra, negocia con ellas y
se las lleva a un piso franco y se las tragina allí. Entre los amigos que tiene
en la municipal, es un fenómeno, no cambia de barrio, siempre lo ves con la
porra colgando de la mano, sujeta con una cinta de cuero de la muñeca ¡el muy
cabrón…!
Cualquiera
se mete con él, ni con El Gravao, llamado así por la cara que tiene de marcas
de la viruela, este es peor porque viene de fuera del barrio, el hijo puta ese
no respeta ni a los niños, si te pilla jugando al balón, imitando a José Luis
el lampista, delantero del Club de fútbol Pueblo Seco, te pide el balón, y te
lo raja de arriba abajo de un navajazo, o nos quitaba el hierro que servía de
eje para los patinetes de cojinetes, ¡con lo que costaba encontrar cojinetes y
maderas buenas para hacer las plataformas!, el muy borde te pillaba el eje y se
lo llevaba, luego lo tiraba en una alcantarilla y se acabó el juego, mal bicho…
vigilaba de cara al verano, donde escondíamos la leña del fuego de San Juan, y
cuando queríamos darnos cuenta, ya había enviado a una brigada del ayuntamiento
para quitarnos la leña, menos mal que teníamos a un líder que era un fenómeno
para esto, César, todos los chavales lo respetábamos mucho, le gustaba el
barrio igual que a nosotros, o más. Un día se metió en un follón con unos
gitanos que vivían en el pasaje donde estaba la casa de su madre que era viuda,
se liaron a navajazos y se llevaron a cuatro, a Cesar que llevaba una herida en
un brazo y a tres más, que estaban harto peor que él, uno se sujetaba las
tripas cuando lo subieron a una ambulancia.
A los
tres días ya estaba en casa, los gitanos marcharon del barrio, poca broma con Cesar,
ya te lo digo yo, en cuanto llegó a su casa de nuevo, les hizo saber, que iban
a salir un par ellos con los pies pa lante, si no se marchaban. Tardaron poco
¿sabes?, vinieron unos cuantos de Casa Antúnez y desaparecieron, después supe
por el hermano menor de Cesar, Baltasar, que tres de ellos tenían bastantes
cosas pendientes y que el Patriarca de la familia estaba recluido en Misiones,
un edificio casi imperceptible en el bosque de Montjuich. ¿es, o no, mi barrio
un barrio fenomenal, lleno de fenómenos?.
¿Y
las putas…?, en Pueblo Seco viven un montón, y a las que restan, las vienen a
buscar sus chulos para llevarlas a trabajar. Y no te creas que todas van al
Barrio Chino, de eso nada, unas cuantas, van directamente a hoteles de lujo, a casas
privadas donde las espera la gente que las contrata, hombres y mujeres, hay de
todo. Y claro, algunas de ellas se quedan en el barrio, para atender la demanda
de dueños de comercios, normal, la mujer y los hijos se quedan cuidando del
negocio, mientras el marido va a hacer gestiones, a echar un polvo vamos.
Ahora
del barrio no queda nada, quiero decir del espíritu de barrio que entonces se
palpaba en cada tramo de calle, en algunos lugares, en cada casa. Las que yo
frecuentaba de amigos del cole, un día en casa de un amigo con el que nadie
quería tener amistad porque estaba gordo como un ciquitraque, estábamos en el
comedor y llamaron a la puerta, dos picos y repicón, o sea su piso. La madre,
Encarna fue a abrir la puerta y cerró la del comedor, Niños no salgais de aquí que tengo que
atender un asunto… llegó un momento que
me estaba meando a más no poder, Nen voy
al wáter que me meo. Paso por el recibidor, llego a la puerta del wáter, y se
oían unos ruidos raros en la habitación de matrimonio, paré la oreja, y resultó
que Encarna estaba atendiendo el asunto con mucho estilo por lo que se oía.
Oriné y volví a salir al comedor, allí estaba Pablo, con la lengua fuera de la
boca, tratando de seguir los trazos de caligrafía, que le habían puesto como
deberes. Nen te vas a quedar ciego como
te arrimes tanto al cuaderno, el señor Bosco, siempre te dice que hay que
escribir con la espalda erguida, te van a suspender como sigas escribiendo así.
Mi
barrio, ¡cuantas veces lo he soñado!, pero soñado de cuando yo era un chaval,
no ahora que soy mayor. De vez en cuando, todavía me asalta la figurita de
Montse, cuando nos toqueteábamos debajo de la escalera de su casa, ¡que tiempos
aquellos…! No es que los heche de menos, es más bien como un hermoso recuerdo,
un cuadro naif de lo que era aquel fantástico barrio donde me crié, Pueblo
Seco, el millor barri del mon senser.
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