SOLO TENGO
MOTIVOS PARA SONREÍR
Estoy
un poco más que muerto, y sin embargo me siento feliz, tengo ganas de ir
sonriendo por la vida. Puede que alguien piense que es una contradicción, estar
a las puertas de la muerte y sin embargo ser una persona activa, positiva,
vital.
Pues
así es, así me siento, y no creo que sea solo por el hecho de querer exprimirle
a la vida todo su jugo, no, es sencillamente, porque creo que hay que estar
preparado para todo en cualquier instante. Sí, los siquiatras te dicen eso, te
lo aconsejan, primeramente, para no resultar una carga para las personas de tu
entorno; en segundo lugar, porque alivia el sufrimiento, distrae tu atención de
los problemas, sean estos personales o familiares y o sociales.
Vale
la pena sonreír, no fingidamente por supuesto, a de ser una sonrisa sincera,
objetiva, convencida. Se cree que las personas que se enfrentan a esta
circunstancia, con la actitud que acabamos de nombrar, son más fuertes, incluso
pueden ayudar a otros en circunstancias parecidas. Te encuentras mal, claro, el
sufrimiento personal no te lo quita nadie, pero ya que sabes adonde vas a ir a
parar, satisface todas tus necesidades vitales, pueden ser unas pequeñas
vacaciones que pocas veces has tenido, o incluso un viaje más largo si las
circunstancias lo permiten.
¿Es
o no, eso, suficiente razón para sonreírle a la vida? ¡Claro que sí,
definitivamente sí!
Puede
que haya personas que no puedan superar esto, una enfermedad grave, pero el
hecho de saber, que tratar de ser feliz, puede alargar el progreso de una
enfermedad, sea la que sea, es motivo suficiente para intentarlo. Sé que no es
gratuito lo que estoy diciendo, hay miles de casos probados, que certifican
este razonamiento. La actitud del enfermo ante la enfermedad, es ciertamente
trascendental para usarla como herramienta básica.
Dentro
de mi propia familia, he comprobado lo anteriormente dicho, mi propia hija ha
pasado por este trance, el cáncer la hubiera destruido, deshecho cual si de una
vela encendida se tratara, si, aparte del tratamiento, agresivo, eso sí. Se
enfrentó a la situación, y hasta le preguntó al médico oncólogo que debía
tratarla si lo que tenía era malo. Sí,
lo es, has de saberlo. Pues venga, hay
que comenzar lo antes posible el tratamiento, les contaré a mis hijos, como me
enfrenté a esta situación. Del tipo de cáncer
que se le manifestó sale muy poca gente viva, especialmente jóvenes como ella
que tuvo que empezar a luchar con la
enfermedad con tan solo quince años. La sangre para esa edad va al
galope, y es la velocidad que tiene en estos cuerpos vigorosos y fuertes, lo que
propicia la expansión del cáncer.
Ahora
el cáncer queda en el recuerdo, va a ser madre dentro de unos cuantos meses,
tiene ya de por sí, de haber podido salir de esta trampa mortal, sobrados
motivos para poder sonreírle a la vida. Sonreírle a la adversidad, siempre
consigue cosas positivas, “ya te estás jodido, por lo menos derecho a pataleta
si que tienes”. Me imagino yendo descalzo por la arena, riéndome con los niños
y las mujeres bonitas a mi paso, hacer alguna pequeña locura que esté al
alcance de mi mano, puenting por ejemplo, tirarte en parapente y volar como un
pájaro, tantas cosas hay que hacer todavía antes de morir…, que se me hace
difícil pensar en dejar este mundo sin haber tenido más que una sola vida.
Así
pues, ¿porqué no sonreírle un poco?, hacerle un guiño, burlarse un poco de lo
que te quedó por hacer y no hiciste. Se nos dio la oportunidad de vivirla, y a
unos cuantos al azar se nos negó sacarle el jugo de ella, pues bueno, tampoco
hay para tanto, muchos enfermos que conozco, van con una sonrisa dibujada en
los labios, el conformismo, es lo único que nos queda, nadie nos lo puede
negar, aprovechémoslo.
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