lunes, 23 de junio de 2014

SOLO TENGO MOTIVOS PARA SONREIR.


                              SOLO TENGO MOTIVOS PARA SONREÍR


Estoy un poco más que muerto, y sin embargo me siento feliz, tengo ganas de ir sonriendo por la vida. Puede que alguien piense que es una contradicción, estar a las puertas de la muerte y sin embargo ser una persona activa, positiva, vital.
Pues así es, así me siento, y no creo que sea solo por el hecho de querer exprimirle a la vida todo su jugo, no, es sencillamente, porque creo que hay que estar preparado para todo en cualquier instante. Sí, los siquiatras te dicen eso, te lo aconsejan, primeramente, para no resultar una carga para las personas de tu entorno; en segundo lugar, porque alivia el sufrimiento, distrae tu atención de los problemas, sean estos personales o familiares y o sociales.
Vale la pena sonreír, no fingidamente por supuesto, a de ser una sonrisa sincera, objetiva, convencida. Se cree que las personas que se enfrentan a esta circunstancia, con la actitud que acabamos de nombrar, son más fuertes, incluso pueden ayudar a otros en circunstancias parecidas. Te encuentras mal, claro, el sufrimiento personal no te lo quita nadie, pero ya que sabes adonde vas a ir a parar, satisface todas tus necesidades vitales, pueden ser unas pequeñas vacaciones que pocas veces has tenido, o incluso un viaje más largo si las circunstancias lo permiten.
¿Es o no, eso, suficiente razón para sonreírle a la vida? ¡Claro que sí, definitivamente sí!
Puede que haya personas que no puedan superar esto, una enfermedad grave, pero el hecho de saber, que tratar de ser feliz, puede alargar el progreso de una enfermedad, sea la que sea, es motivo suficiente para intentarlo. Sé que no es gratuito lo que estoy diciendo, hay miles de casos probados, que certifican este razonamiento. La actitud del enfermo ante la enfermedad, es ciertamente trascendental para usarla como herramienta básica.
Dentro de mi propia familia, he comprobado lo anteriormente dicho, mi propia hija ha pasado por este trance, el cáncer la hubiera destruido, deshecho cual si de una vela encendida se tratara, si, aparte del tratamiento, agresivo, eso sí. Se enfrentó a la situación, y hasta le preguntó al médico oncólogo que debía tratarla si lo que tenía era malo.   Sí, lo es, has de saberlo.    Pues venga, hay que comenzar lo antes posible el tratamiento, les contaré a mis hijos, como me enfrenté a esta situación.   Del tipo de cáncer que se le manifestó sale muy poca gente viva, especialmente jóvenes como ella que tuvo que empezar a luchar con la  enfermedad con tan solo quince años. La sangre para esa edad va al galope, y es la velocidad que tiene en estos cuerpos vigorosos y fuertes, lo que propicia la expansión del cáncer.
Ahora el cáncer queda en el recuerdo, va a ser madre dentro de unos cuantos meses, tiene ya de por sí, de haber podido salir de esta trampa mortal, sobrados motivos para poder sonreírle a la vida. Sonreírle a la adversidad, siempre consigue cosas positivas, “ya te estás jodido, por lo menos derecho a pataleta si que tienes”. Me imagino yendo descalzo por la arena, riéndome con los niños y las mujeres bonitas a mi paso, hacer alguna pequeña locura que esté al alcance de mi mano, puenting por ejemplo, tirarte en parapente y volar como un pájaro, tantas cosas hay que hacer todavía antes de morir…, que se me hace difícil pensar en dejar este mundo sin haber tenido más que una sola vida.
Así pues, ¿porqué no sonreírle un poco?, hacerle un guiño, burlarse un poco de lo que te quedó por hacer y no hiciste. Se nos dio la oportunidad de vivirla, y a unos cuantos al azar se nos negó sacarle el jugo de ella, pues bueno, tampoco hay para tanto, muchos enfermos que conozco, van con una sonrisa dibujada en los labios, el conformismo, es lo único que nos queda, nadie nos lo puede negar, aprovechémoslo.


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