LA ESCAPADA.
Es
invierno, hace mucho frio, he salido de casa buscando algo de calor humano en
alguna parte. Cuando salgo a la calle y el aire golpea mi frente, me doy cuenta
de que quizá no me he abrigado lo suficiente, además del frio, un viento húmedo
castiga a todo aquel que en ese momento anda por la calle.
Miro
a derecha e izquierda, no sé hacia donde dirigirme, pienso por un momento que
eso es lo que debe pasarle a los solitarios, como yo, que ha menudo no sé muy
bien ni siquiera que hacer de comer. Me decido a ir hacia donde hay más luz,
parece que es ahí donde encontraré un poco más de ambiente. La luz atrae a la
gente, lo mismo que a las polillas, me río para mis adentros, ¡vaya comparación
idiota! Voy a dar a la plaza del General Sanjurjo, un restaurante bajo los
arcos de piedra de la plaza destaca, no parece que haya mucha gente allí, paso
por delante a poca distancia y efectivamente, dos personas en la barra consumen
café, mientras que en las mesas, solo se dejan ver cuatro abuelos jugando al
dominó, golpeando las fichas contra el mármol de la mesa, cada vez que les toca
la vez.
Todavía
hay seis mesas en el exterior, nadie está fuera, no, eso no es del todo cierto,
una mujer de edad indefinida, trastea un móvil, estará enviando mensajes. Paso
muy cerca de ella y sin conocerla de nada, sin saber muy bien porque la saludo,
buenas noches señora, levanta la vista y pregunta, ¿nos conocemos?, no señora,
señorita, disculpe señorita, aceptadas sus disculpas, como puede usted saber si
soy señora o señorita, claro, de cualquier modo disculpe de nuevo, hace mucho
frio para que esté usted aquí afuera, si es verdad, pero cuando una lleva el
frio dentro poco le importa el que hace fuera. Al final le pido sentarme y me
dice que ningún problema.
Viste
un abrigo de paño grueso, de buena costura, eso se nota, zapatos de tacón y una
especie de boina ladeada de lana, con las piernas cruzadas deja que se vean sus
muslos, viste una falda cortísima, jamás he comprendido esto, con un frio del
carajo y una falda que apenas le cubre las piernas. Sería una indiscreción
hacer observación alguna sobre el asunto, en cuestiones de moda soy un neófito
redomado, tanto en la de mujer como en la de hombre. Ya ves, yo voy con unas
deportivas, vaqueros y un tres cuartos cruzado.
¿Qué
está tomando, la invito a otra copa?, vale tomaré otra copa de Gordon’s, muy
apropiado para el tiempo que hace, puedes tutearme si quieres, bien pues si te
parece… Laura, muy bien Laura yo tomaré lo mismo, mi nombre es Lázaro, vaya, no
es un nombre muy común, si es verdad, era el nombre de mi abuelo, ¿sabes? de
pequeño, quiero decir cuando nací era feo, más que feo, feísimo y aunque tenían
pensado otro nombre para mí, mi padre dijo, se llamará Lázaro, que feo es el
jodido niño, se conoce que mi abuelo no era demasiado agraciado, mi padre pensó
que llegaría a mayor con el mismo careto que el de mi abuelo, después se
arrepintió, a los dos meses parece que cambió mi fisonomía por completo. Laura
no puede reprimir la risa, se ríe a carcajadas, ¡vaya fallo el de tu padre!
¿no?, pues si, si no ¿qué nombre te hubieran puesto?, Leopoldo, pues no sé que
decirte entre el uno o el otro, ya, pero por lo menos Leopoldo tiene diminutivo
Leo, eso si es verdad.
Hemos
pasado una hora hablando de cosas banales, pero nos hemos conocido, me alegro
de haber salido a hacer esta escapada. Nos intercambiamos los teléfonos y nos
despedimos con dos besos, me he comprometido a llamarla y quedar, ella está
sola igual que yo, pero con algunas diferencias importantes, le gusta cocinar,
leer y visitar museos. Todo lo que a mí no me gusta, parece mentira lo
diferentes que somos los seres humanos.
Trabajo
en un taller de chapa y pintura de coches, es un buen oficio, mi tío es el
dueño y tengo mucha libertad, aunque siempre cumplo con el horario de trabajo,
no quiero que sea dicho que por ser sobrino del jefe tengo privilegios. Gracias
a mi oficio, tengo un buen coche, un cliente que no lo quiso reparar y lo iba a
dejar para desguazar, imagina como estaba, trabajé todo un mes haciendo horas
fuera del horario laboral para recomponerlo, pero ha valido la pena, lo malo es
que lo uso poco, se pasa semanas enteras dentro del garaje de casa, cubierto
con una funda.
El
viernes por la tarde, me ha dado por llamar a Laura, cuando me contesta se oyen
voces, como si estuviera en una fiesta, mucho barullo, música y ruidos de toda
clase. ¿Qué tal Lázaro, que te cuentas?, pues que se me ha ocurrido llamarte
para saber de ti, para saber que tal estabas, ¿quién es ese Lázaro?, haberlo dicho
nena que yo también te puedo hacer de Lazarillo cuando tú quieras…, esa es la
voz de algún gracioso que está ahí, ¿quién es ese?, déjalo es un tonto que está
aquí en el pub con otros amigos, ¿porqué no te vienes?, no déjalo, si acaso
otro día, venga hombre no estamos lejos de tu casa, anímate, no me digas que
tienes planes para hoy.
Acepto,
saco el coche del garaje y al cabo de diez minutos estoy con ellos, he sacado
el coche con la intención de llevarla a su casa, ella vive bastante lejos.
Mira, ese de ahí es el bromista, encantado, les doy la mano por encima de las
mesas, están sentados en un diván que hace esquina, cojo una silla y me siento
con ellos, Laura está bebiendo ginebra verde, yo me pido otra. Menos mal que he
sido prudente y he salido de casa cenado, una tortilla a la francesa con pan y
tomate, estaba buenísima, seguro que me sabe a gloria porque me lo cocino yo
todo, lo poco que sé hacer claro. En el capítulo de la comida, lo mío es
sobrevivir, nada más.
Observo
que tres de los amigos de Laura están ya con el agua al cuello, llevan una
turca de cuidado, será difícil que lleguen a casa de una pieza, mientras, Laura
bebe ginebra verde como quién va dando sorbos a un agua mineral, está
acostumbrada está claro. Mientras todos hablan unos con otros, a mi lado tengo
a una chica que debe rondar los veintitantos que no hace más que mirar de
soslayo a mi entrepierna, no sé a razón de qué, no me tengo por un superdotado
ni nada que se le parezca, hay chicas que son viciosillas igual que hombres,
quizá hombres hay más, no sé.
Miro
el reloj y me sorprendo, son las dos de la mañana, parece mentira como pasa el
tiempo, dos se despiden, son un matrimonio joven, con un ¡chao! se esfuman, los
tres que van pedos, se tambalean pero siguen sentados, será difícil que puedan
levantarse, esto me recuerda la frase de Charles Maurice Talleyrand Péricord
“Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible”, río para mis
adentros y observándolos, me pierdo la ocasión de notar el peso de la mirada de
Laura en mí persona. Me vuelvo hacia ella, me sonríe y me hace un guiño de
ojos, entonces me doy cuenta que voy tan zarrapastrosamente vestido, como el
día que nos conocimos, debe pensar que no tengo más que eso para ponerme, lo
cierto es, que no va desencaminada, entonces caigo en la cuenta del que dirá
cuando nos acerquemos a mi coche, vestido como un gitano y con un Audi del
copón, no se lo va a creer, igual piensa que lo he robado, yo que sé, ¡a saber
lo que pasa por la cabeza de la gente!.
Se
levanta sin prisas, yo la imito, los tres que están en el rincón se quedan ¿qué
pueden hacer si no?, oye y estos tres ¿Qué?, va tranquilo, viven juntos, son el
trío calavera, dice sonriendo, duermen en la misma cama, ¡no!, sí como lo oyes,
desde hace un año y medio, y según cuentan ellos mismos se lo pasan a lo grande,
bueno entonces… te puedo acompañar a casa si quieres, gracias pero no, la noche
es joven y tengo la costumbre, cuando salgo el fin de semana, de ir a comer
algo antes de bailar un rato, caramba eso no me lo esperaba, ¿el qué, que
baile?, vuelve a reír, no eso no por dios, se te ve en forma para hacerlo,
quién no está en forma soy yo, bien la verdad, es que no tengo ni pajolera idea
de bailar, para que nos vamos a engañar, pues vamos es hora de aprender, tu
mueve los brazos y las piernas como mejor te plazca, sin darte ni cuenta, ya
estarás bailando.
Me
coge de la mano, vamos hasta mi coche, ¡joder que carro!, bueno no hay para
tanto, es un coche normal, por lo menos para mí, tendrías que ver los coches
que entran en el taller, tienes un taller de coches?, no, no es mío, es de mi
tío, yo solo trabajo en él como operario. Ahora lo entiendo, una máquina
parecida a esta tiene mi padre, vive en Francia, el muy cabrón nos dejó a todos
en casa, y se largó sin decir nada con una traductora de idiomas.
Los
hay que no merecen el aire que respiran, no conozco a este hombre y ya comienzo
a odiarlo, sin tener nada que ver conmigo. ¡Joder Lázaro, te estás enamorando
tío…!. Nos dirigimos a la Barceloneta, se conoce que ella va allí ha menudo
cuando sale de marcha, me cuenta, que luego le pilla de camino una discoteca
que hay en la zona del Maremagnum, siempre va allí al margen de encontrase con
amigos o no. Deseo de todo corazón que no encuentre a ningún amigo esta noche, sería
malo para los planes que tengo pensados con ella. Laura devora las tapas de
marisco que pide, además de tener buena boca para elegir ginebras, tiene buen
gusto para comer, la acompaño en la medida que puedo, tengo un gusanillo en el
estómago que me impide comer de forma normal.
¿Quieres
venir a mi casa esta noche?, ya está, ya lo he dicho, ahora es cuando o me
envía a la mierda o responde con alguna evasiva. Está claro que para esta noche
ya no tiene ningún otro plan, pero a veces la gente te sorprende, no se imagina
uno, la de cosas que pasan en un solo instante, puede que tenga que cuidar de
alguien, o sencillamente, que me haya aceptado como amigo, pero no quiera ir más haya de ahí. Bien, si, me gustaría,
así conoceré tu casa, tengo curiosidad por ver como vive un hombre joven y
trabajador como tú, solo, eres buena persona Lázaro, eso salta a la vista, no
es difícil verlo, no hay que ser adivino para darse cuenta de que eres buena
gente. Vaya, gracias, me siento honrado por
pensar así de mí, pero no te fíes mucho, a lo mejor te estoy engatusando para
luego abusar de ti de algún modo. Eso no va a pasar, tus ojos me dicen que tú
no eres así, eres un solitario como yo, a pesar de que me veas rodeada de
amigos, somos de esta especie un poco singular, que habita el planeta, y que
somos sensibles a todo lo que nos rodea, porque sencillamente, nos hemos tenido
que ganar a pulso lo que tenemos. Parece que me estés haciendo una radiografía,
más que eso, una resonancia magnética del cerebro, que ves de modo transparente
la intención que tengo, si puede que sea así, pero te advierto que no sigas por
ese camino, sé lo que me propondrías dentro de una o dos horas, y te anticipo
que te equivocas. Joder con Laura, Lázaro has pinchado hueso tío.
En
cuanto llegamos a casa, se ha quitado los zapatos de tacón, el parquet invita a
ir descalzo, la calefacción mantiene la casa a 20º, se está cómodo, Laura no es
de estas personas que anda mirando curiosa los cuadros, los muebles o la
distribución de la casa, cosa completamente comprensible, pasa de todo eso y va
directamente al sofá cubierto por unas pieles de borrego, ¡hooo, que bien se
está aquí!. El salón comedor tiene veinte metros cuadrados, con pocos muebles,
no tengo mucho tiempo para limpiar, o quizá es que no me gusta quitar el polvo,
pero lo mantengo todo limpio y recogido. Oye Lázaro, vaya plasma que tienes
chaval, es la leche, si es que me gusta la televisión, los programas de la tele
de aquí no, el cine, los documentales, cosas así, ¿la puedo encender?, claro
estás en tu casa, voy a hacer café ¿quieres?, si claro me irá bien, quiero
mantenerme despierta, no vaya a ser el caso que me duerma aquí y vengas tú y
ala…, se ríe y me fijo en esos dientes perfectos que tiene, en los hoyuelos que
se le forman en las mejillas cuando lo hace.
He
puesto un D.V.D, en la máquina y nos disponemos a ver “La delgada línea roja”,
le gustan algunas películas bélicas, entre ellas, esta en concreto, dice que
contiene una gran lección de humanismo, y me apunta algunos razonamientos que
se hacen en los diálogos, nunca la había visto así pero es cierto, a veces,
hace falta que alguien llame tu atención sobre determinadas escenas, para darte
cuenta, que hay más que tiros y masacres en determinadas pelis, lecciones de
vida y muerte, necesarias para que aprendamos a convivir con nuestro prójimo.
Se
ha dormido, sonrío porque ronca un poco, será la ginebra que se va destilando
en el cuerpo y sale por la boca a manera de vapor, la cojo por debajo de las
rodillas y de las axilas y la llevo a mi cama, no se despierta está como un
tronco. Está preciosa desmadejada sobre las sábanas, le he quitado la ropa, ya
veremos como reacciona cuando despierte, me asusta pensar que me va a echar la
bronca, y se va a ir de casa dando un portazo, me voy al sofá y me quedo dormido
en cinco minutos pensando en ella, en su nombre, en su cuerpo, es algo
inevitable, animal, no me imagino nada de lo que pudiera avergonzarme luego,
estoy feliz de que esté en casa, que haya aceptado conocer el lugar donde vivo.
Se hace de día a la vez que se escucha la sirena de una ambulancia, o de la
policía, miro el reloj y son las ocho menos cuarto, hostia, ¡si apenas he
dormido!, pero el sueño ha sido reparador, me levanto bien, me meto en la
ducha, acostumbrado a estar solo en casa, me doy cuenta entonces, que la ropa
para mudarme la tengo en mi habitación, donde duerme Laura, me pongo el
albornoz y descalzo entro en el cuarto, no se la ve debajo de las sábanas, el
edredón la cubre por completo, tranquilo, pienso, no se va a enterar de que he
estado ahí.
Hola,
oigo a mis espaldas, ¿Qué hora es?, me vuelvo vestido solo con los boxes y la
camiseta de manga corta, ¡vaya, mírala ella, ya se ha despertado…!, ¿Qué haces
Lázaro?, pues, me estoy vistiendo, salgo de la ducha, voy a buscar algo para
desayunar, no por favor, no sería capaz de engullir nada ahora, pues bueno yo
sí, bajo a la granja a comprar unas pastas. Se deja caer de nuevo en la cama, y
se tapa con toda la ropa, mola esta cama sabes, es grande del copón, es normal
chica de metro cincuenta, pues será que soy pequeña porque me sobra sitio por
todas partes, tapada se despanzurra con las piernas abiertas, bueno ahora
vuelvo Cleopatra, ha sacado la cabeza y me ha mirado con cierta sorpresa,
seguro que cuando vuelva de la calle de lo que te voy a traer comerás, fijo.
Me
acerco al Bon Blat y pido mis pastas preferidas, también hago que me pongan un
gran vaso de chocolate a la taza, está riquísimo, vuelvo a casa y doña Laura se
ha vuelto a dormir. Desayuno leyendo las noticias en el ordenador, me gusta más
que ver el telenoticias, Laura sale al rato bostezando, cuidado Laura que se te
van a descoyuntar las mandíbulas. ¡Haaagg, que bien he dormido!, que diferencia
con mi cama chico, yo duermo en una de metro diez, hombre no es que me falte
pero comparada con la tuya, el colchón es de coña, es de visco ¿no?, sí, el
descanso es lo principal, si no duermes bien luego no sirves para nada, por lo
menos yo, Lázaro, ¿me puedes decir porqué estoy en bragas y sujetador?, pues
porque esta madrugada te has quedado dormida en el sofá, y además en mala
postura, de modo que te llevé a mi cama y no te iba a dejar en ella vestida ¿no
te parece?, ya, claro, pues gracias hombre he descansado como una reina, aunque
no me hubiera levantado hasta el mediodía, esto tiene fácil solución, desayunas
un poco y vuelves a acostarte.
No
hace esto, desayuna unas pastas y un vaso de chocolate caliente, parece que
tiene las manos frías porque agarra el vaso con ellas, sopla porque está
caliente, parece que se anima con el refrigerio, pide permiso para ducharse,
justo antes de entrar en el baño, me pregunta si habría forma de conseguir algo
de ropa interior cerca de casa. ¿Qué clase de pregunta es esa?, claro que sí,
dame quince minutos y te traigo lo que quieras, me pide unos eslips de la talla
38, lo dice con cara de súplica, meneo la cabeza y salgo de casa, cerca hay un
bulevar, busco la corsetería, yo he comprado más de una vez cosas en este
entramado de tiendas que lo tiene todo, desde artículos de moda hasta
mondadientes. Vuelvo a casa y oigo el ruido del agua de la bañera, ¡ya estoy
aquí Laura!, no contesta, será el ruido del agua y el cerramiento de la mampara
lo que le impide oírme. Le dejo las dos cajitas de cartón con las braguitas,
sobre la repisa del lavamanos, enciendo un cigarrillo y la tele, pongo las
noticias de veinticuatro horas, va lo mismo que ayer que asco, todo repetido.
Pasa
más de media hora y el agua sigue fluyendo, me extraño, toco con los nudillos
en la puerta del baño, ¿estás bien?, levanto la voz para que me oiga, nada,
¡haber si le ha pasado algo…!, entro en el baño, está lleno de vapor, Laura
está estirada en la bañera, pico en la mampara, sin respuesta, abro una parte y
la encuentro sumergida toda ella con los ojos abiertos, se ha ahogado pienso,
descorro toda la mampara y meto los brazos en el agua, tiro de su nuca hacia
afuera, tiene los ojos vidriosos, y el corazón, parece que se me va a salir del
pecho. ¡Está muerta!, ¿Cómo es posible?, no consigo sacarla de ahí de forma que
giro el mando del desagüe, cojo el teléfono y llamo a urgencias, solo he podido
colocar bajo ella, cuando se ha vaciado la bañera, una toalla para que le
sostenga la cabeza. Caigo sentado contra la pared con la cabeza entre las
piernas, no entiendo nada, quizá estaba enferma de algo que no me ha dicho…
esto es una locura.
Ha
llegado antes la policía que la ambulancia con la asistencia sanitaria, me
preguntan que ha pasado, que hacía mientras ella estaba en el baño, si he
tratado de reanimarla, ¡tantas cosas a la vez que no consigo responder a nada
de forma conexa. Llega más policía, joder ahora la casa parece una comisaría,
policías uniformados, otros que van de paisano, mossos de escuadra, sanitarios…
me voy al salón y caigo a plomo sobre un sillón, oigo voces que se dirigen a
mí, pero no puedo reaccionar, me doy cuenta de que estoy temblando como una
hoja, la calefacción está en marcha pero tengo mucho frío, recuerdo el frío de
la noche que hice una escapada de casa, y me encontré con Laura en la terraza
del bar, el día anterior.
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