martes, 17 de junio de 2014

SABOR DE NOCHE.


                                         SABOR DE NOCHE


Doy vueltas y vueltas, como un pequeño torbellino de arena, ansioso de acercarme a ti. No puedo, me parece algo indigno, poco galante, casi obsceno esposa mía.
No debo, esas idas y venidas en el ancho de mi cama, me parecen viajes eternos, atravesar desiertos, dunas ardientes veo en las arrugas de las sábanas, me digo con mala conciencia…  El Teneré… puedo cruzarlo, está al alcance de mi mano hacerlo, mira, ahí al lado, el oasis que pretendo.
Me quedo a dos pasos, del pequeño roquedal, que da comienzo a esas fuentes de anhelada agua fresca, ¡después de tanta sed pasada…! y me quedo cerca, sintiendo el alivio de tu sombra, las palmeras datileras.
Me da vergüenza que me veas, respiro tu aliento, siento el perfume que tú maravilloso cuerpo deja salir. Es la noche, la hora del reposo, la hora de las chicharras y grillos, desde mí lugar en las arenas engañosas, agazapado como un ladrón, me deslizo entre las sombras y ahora, que podría ser fácil protagonista de un sueño antiguo, de novela, de cuento de las Mil y una Noches, se me congelan los brazos.
No quiero perturbar tú sueño, no puedo permitir que un ladrón, que soy yo mismo, comience con alborotos.  ¡Cuidado, un ladrón ha entrado, protegeos de su espada, no trae buena intención!   Así es como me veo, casi media madrugada en vela, esperando acercarme para saciar mi sed de un beso nocturno… y ya ves, ni a eso me atrevo.
Si te despierto, me odiarás porque el descanso es necesario para mantener ese delicado entorno que mantienes, y no quiero eso. Podría haberlo hecho antes, durante el día, mientras el sol en su cenit ardía. Pero es que… tampoco habría podido arriesgarme a que dudaras de mis intenciones, solo unos cuantos besos tuyos quería.
De modo que, ya ves vida mía, aquí estoy, en mitad de la madrugada confesando que te quiero. Sin apenas descanso, pero contento de tenerte cerca, ansioso de ver tus ojos por la mañana, cuando el sol por el naciente brille.
Espero el momento en el que salgas de este refugio tuyo, y verte acercándote al manantial, con el jarrón colgado de tu cadera, a buscar agua vienes, a lo lejos, nuevamente, entre cuatro matorrales espinosos, espero verte pasar, ¡que belleza la tuya!
Vuelvo al desierto, me he procurado un lugar para estar cerca de ti, oasis mío. Alá permita que un día, pueda reunir valor suficiente para declararte mi cariño, nada más deseo descanso divino.
Sueño en mitad del día, con el sofocante calor del sol, que ahora difumina mi sombra, poder entrar con valor, sin miedos, con risas, a formar parte de tú oasis, a ser parte de tú vida.


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