SIN
GRAVEDAD
Sin nada, ni temor, ni incertidumbres, sin resentimientos,
sin añoranzas…. Supongo que esto me coloca en algún lugar del espacio, donde no
existe gravedad alguna. Tengo poco que decir, menos que hacer, por no tener, no
tengo ni a quién contar los chistes que me sé.
No
es que me lamente por ello, no, solo que… vivo en una atmosfera cero. Tengo mis
inquietudes claro, y algún que otro conocido que sé que me aprecia, y esto de
por sí, ya es mucho. No voy vagando por las calles como un completo solitario.
No tengo carácter para eso, si me lo propusiera, tendría más amigos de los que
pudiera atender. Y digo eso sin presumir de sociable, ni de gran tipo.
Pero…
es que cuando a uno le falta lo que más desea, sin ser esto algo material, es
decir, dinero o cosas por el estilo, se suele encontrar algo vacío. Pienso ha
menudo, en esas personas que vagan sin rumbo fijo por la vida, sin
localización, sin ficha como yo digo, y me entristece mucho verlos.
Cuando
paseo, veo constantemente a algunos de ellos, son personas que van acompañadas
de sus familias, de la mano de alguien,
de un hijo o de una esposa, y se les nota que son infelices. No es este
mi caso, soy feliz en la medida que se puede ser. La felicidad se obtiene, del
propósito por el cual se hacen las cosas, frecuentemente cosas pequeñas,
insignificantes, a veces invisibles.
En
cuanto a mí, sé positivamente que es lo que me falta, quién me falta, pero este
es un deseo que no está en mi mano satisfacer. Lo que si podría hacer es
suplirlo, pero… suplir, substituir lo insustituible, no es de recibo hacerlo.
¿Cómo
se puede substituir el amor?, creo de ningún modo. ¿Cómo substituir a tu
familia?, imposible. De manera que lo único que alguien puede pretender hacer
al respecto, es lanzarse de cabeza a la tierra desde el espacio, sin saber
donde va a aterrizar. Demasiados riesgos dado que no tenemos ruedas de
aterrizaje como los aviones, podemos perder todos los dientes, sino perdemos
además la cabeza en el intento.
Por
eso me he colocado dentro de esta especie de cápsula que gira sola sin
gravedad, a la espera de no encontrarme, con otra que esté usando una como la
mía. Describir como pasa el tiempo dentro de lugar en mitad del cosmos
infinito, es muy difícil de describir, de hecho lo que hay que hacer por el
simple hecho de ser un mortal más, es crearte una rutina. Una rutina que te
ayude a combatir el paso del tiempo.
Cuando
estaba pisando tierra firme, hacía lo mismo, me refiero a rutinas que llenaban
el tiempo diariamente, no es necesario entrar en detalles al respecto. En
cambio, en mi otro espacio, el anterior, trataba siempre de hacer algo nuevo a
diario, aunque no fuera valorado por nadie, aunque fuera imperceptible, pero
alguna pequeña cosa que cambiara la rutina del día anterior. Quién quiera probarlo
que lo haga sin dudarlo, he encontrado grandes satisfacciones cuando lo he
hecho.
Ahora
bien, limitarse a bostezar a cada instante, porque uno está aburrido y los que
le rodean no lo estimulan, y uno vuelta otra vez a lo mismo, no da resultados,
garantizado. Esa es la razón, por la que se debe agudizar el ingenio.
Durante
mucho tiempo, estuve apretando a mi lado, la mano que no debía, de esto me di
cuenta mucho después de lo conveniente, sabía bien que no tenía que ir a su
lado, pero eso, abría la boca o no paraba de bostezar, es como decir “Bueno que vaya pasando el tiempo, ya
decidiré más adelante, ahora no puedo, más bien, no me interesa hacer nada”
Craso
error, el tiempo lo único que hace a favor nuestro es, pasar, pero los
problemas se agrandan, por esa misma razón, porque el tiempo de por sí, jamás
ayuda a solucionarlos. Sin querer mirar el reloj que colgaba a mi lado, preferí
dejar que los problemas siguieran su ritmo, y si que lo siguen, vaya que los
siguen, se acumulan, se hacen cada vez mayores, cada vez más pesados, varían en
dimensión y forma, sufren una metamorfosis, en consecuencia, se hacen
resistentes a determinadas soluciones, que habrían sido las adecuadas en su día.
Los
problemas se hacen resistentes, como determinadas enfermedades a los
antibióticos. Es una pena, pero no somos perfectos, de manera, que hay que ser
consecuentes y admitir la derrota. Reconozco que a veces he decidido asuntos
por mero impulso, o porque se trataba de mis hijos, y bien que he pagado las
consecuencias. No me avergüenza decir, que he llorado, los he llorado, me he
inventado un montón de pretextos que justifiquen mis malas acciones, pero ya
nada puede volver a ser como antes.
Esa
es la razón esencial de porqué estoy viviendo en esta cápsula que el tiempo va
deteriorando, ajando, oxidando. Espero quedarme aquí, por el bien de todos los
que me acompañan, en este aparentemente destino que me ha tocado. ¡Que más
hubiera querido yo que saber hacer las cosas mejor!, no ha podido ser… ¡que le
vamos a hacer!
Sin
gravedad se puede vivir bien, estás ausente de casi todo lo que te puede comprometer, y además, administras la
vida, del modo que mejor te parece. Soy un satélite…, que no es lo mejor, vale
aceptado, pero tampoco es lo peor que me pudiera haber pasado.
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