sábado, 14 de junio de 2014

SIN GRAVEDAD.


                                            SIN GRAVEDAD


Sin nada, ni temor, ni incertidumbres, sin resentimientos, sin añoranzas…. Supongo que esto me coloca en algún lugar del espacio, donde no existe gravedad alguna. Tengo poco que decir, menos que hacer, por no tener, no tengo ni a quién contar los chistes que me sé.
No es que me lamente por ello, no, solo que… vivo en una atmosfera cero. Tengo mis inquietudes claro, y algún que otro conocido que sé que me aprecia, y esto de por sí, ya es mucho. No voy vagando por las calles como un completo solitario. No tengo carácter para eso, si me lo propusiera, tendría más amigos de los que pudiera atender. Y digo eso sin presumir de sociable, ni de gran tipo.
Pero… es que cuando a uno le falta lo que más desea, sin ser esto algo material, es decir, dinero o cosas por el estilo, se suele encontrar algo vacío. Pienso ha menudo, en esas personas que vagan sin rumbo fijo por la vida, sin localización, sin ficha como yo digo, y me entristece mucho verlos.
Cuando paseo, veo constantemente a algunos de ellos, son personas que van acompañadas de sus familias, de la mano de alguien,  de un hijo o de una esposa, y se les nota que son infelices. No es este mi caso, soy feliz en la medida que se puede ser. La felicidad se obtiene, del propósito por el cual se hacen las cosas, frecuentemente cosas pequeñas, insignificantes, a veces invisibles.
En cuanto a mí, sé positivamente que es lo que me falta, quién me falta, pero este es un deseo que no está en mi mano satisfacer. Lo que si podría hacer es suplirlo, pero… suplir, substituir lo insustituible, no es de recibo hacerlo.
¿Cómo se puede substituir el amor?, creo de ningún modo. ¿Cómo substituir a tu familia?, imposible. De manera que lo único que alguien puede pretender hacer al respecto, es lanzarse de cabeza a la tierra desde el espacio, sin saber donde va a aterrizar. Demasiados riesgos dado que no tenemos ruedas de aterrizaje como los aviones, podemos perder todos los dientes, sino perdemos además la cabeza en el intento.
Por eso me he colocado dentro de esta especie de cápsula que gira sola sin gravedad, a la espera de no encontrarme, con otra que esté usando una como la mía. Describir como pasa el tiempo dentro de lugar en mitad del cosmos infinito, es muy difícil de describir, de hecho lo que hay que hacer por el simple hecho de ser un mortal más, es crearte una rutina. Una rutina que te ayude a combatir el paso del tiempo.
Cuando estaba pisando tierra firme, hacía lo mismo, me refiero a rutinas que llenaban el tiempo diariamente, no es necesario entrar en detalles al respecto. En cambio, en mi otro espacio, el anterior, trataba siempre de hacer algo nuevo a diario, aunque no fuera valorado por nadie, aunque fuera imperceptible, pero alguna pequeña cosa que cambiara la rutina del día anterior. Quién quiera probarlo que lo haga sin dudarlo, he encontrado grandes satisfacciones cuando lo he hecho.
Ahora bien, limitarse a bostezar a cada instante, porque uno está aburrido y los que le rodean no lo estimulan, y uno vuelta otra vez a lo mismo, no da resultados, garantizado. Esa es la razón, por la que se debe agudizar el ingenio.
Durante mucho tiempo, estuve apretando a mi lado, la mano que no debía, de esto me di cuenta mucho después de lo conveniente, sabía bien que no tenía que ir a su lado, pero eso, abría la boca o no paraba de bostezar, es como decir  “Bueno que vaya pasando el tiempo, ya decidiré más adelante, ahora no puedo, más bien, no me interesa hacer nada”
Craso error, el tiempo lo único que hace a favor nuestro es, pasar, pero los problemas se agrandan, por esa misma razón, porque el tiempo de por sí, jamás ayuda a solucionarlos. Sin querer mirar el reloj que colgaba a mi lado, preferí dejar que los problemas siguieran su ritmo, y si que lo siguen, vaya que los siguen, se acumulan, se hacen cada vez mayores, cada vez más pesados, varían en dimensión y forma, sufren una metamorfosis, en consecuencia, se hacen resistentes a determinadas soluciones, que habrían sido las adecuadas en su día.
Los problemas se hacen resistentes, como determinadas enfermedades a los antibióticos. Es una pena, pero no somos perfectos, de manera, que hay que ser consecuentes y admitir la derrota. Reconozco que a veces he decidido asuntos por mero impulso, o porque se trataba de mis hijos, y bien que he pagado las consecuencias. No me avergüenza decir, que he llorado, los he llorado, me he inventado un montón de pretextos que justifiquen mis malas acciones, pero ya nada puede volver a ser como antes.
Esa es la razón esencial de porqué estoy viviendo en esta cápsula que el tiempo va deteriorando, ajando, oxidando. Espero quedarme aquí, por el bien de todos los que me acompañan, en este aparentemente destino que me ha tocado. ¡Que más hubiera querido yo que saber hacer las cosas mejor!, no ha podido ser… ¡que le vamos a hacer!
Sin gravedad se puede vivir bien, estás ausente de casi todo lo que te  puede comprometer, y además, administras la vida, del modo que mejor te parece. Soy un satélite…, que no es lo mejor, vale aceptado, pero tampoco es lo peor que me pudiera haber pasado.


                                                                  -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-




No hay comentarios:

Publicar un comentario