miércoles, 11 de junio de 2014

LA IDEA DE PERDERTE.


                     LA IDEA DE PERDERTE.


Es difícil soportar, circunstancias de la vida que nos quitan fuerza, que nos hacen descreer en los demás, y que acaban por atenazar nuestras emociones y cambiar nuestros sentimientos. Es muy difícil soportar eso, se convierte en un saco terrero atado a las espaldas con alambres, que poco a poco, van lacerando la carne hasta infectar la razón, las motivaciones, el propósito de lo que hacemos.
A veces pensamos en lo mucho que tenemos a nuestro alrededor, lo valoramos, nos enorgullecemos por ello, sin embargo, basta un contratiempo, para que lo perdamos, entonces, cuando lo perdemos, comenzamos a lamentar las muchas cosas que quedaron dentro del tintero del corazón.
¡Cuantas cosas me quedaron dentro del corazón cuando faltaron seres queridos…! Por un momento pensé que era un maldito desagradecido, que no merecía vivir, de otro modo, habría hallado el momento, para decirles todo aquello que se encontraba dentro de mi alma. Sí, ciertamente eso me sucedió, cuando perdí a mis padres, primero con la muerte de mi madre, murió muy joven, demasiado para faltar de este mundo, siendo quién era, y como era. ¡Medio tantas cosas además de la vida…! Todo lo que trabajó, todos los años que cuidó cariñosamente de mí, todo el afecto que desprendía con su sola presencia, la mirada de sus ojos junto a una sonrisa siempre, y yo se lo agradecí, sin decirle en los últimos momentos de su vida, cuanto la quería.
En cuanto a mi padre, me pasó casi lo mismo, a él, ya enfermo y en su lecho de muerte, le dije que ojalá pudiera cambiarme por él, me miró abriendo los ojos de forma exagerada y me dijo, No Juan, esto no es así, tu tienes que vivir más, mucho más, todavía te quedan objetivos que cumplir, yo ya he cumplido, con esto que acabas de decirme, me doy cuenta. Murió con la nostalgia de haber vivido más que su mujer, de quedar viudo, de que su esposa, fuera el final de su existencia en un sentido metafórico. Con mi padre, tuve la oportunidad de enmendar defectos que tuve con mi madre, de las malas experiencias se aprende, pero en mi interior todavía queda un rincón, que me dice, que habría podido hacer más por él. Fue cuando faltó de mi vida, cuando la mía se desmoronó.
A lo largo de los años, sigo aprendiendo, que amar a aquellos que son míos, es lo único que importa, no importa cuanto me necesiten ellos, es una operación matemática que no te enseñan en ninguna academia, te la enseña, el pasar por este angosto camino de la vida. De modo que, sigo pensando y actuando, en la medida que me lo permite mi carácter y las circunstancias. Somos eternos aprendices de todo cuanto nos rodea, desde una sencilla flor, hasta el más caudaloso rio que se pierde en el mar. Es importante ver las cosas de ese modo, eso da cuenta de lo poca cosa que somos, y de la grandeza que nos rodea, sobre todo, de las personas que están en más estrecho contacto con nosotros.
 Tengo a unos cuantos a quién querer, y la sola idea de perderlos, hace que mi corazón se acelere, pienso en como siguen viéndome ellos, me importan, son lo que me queda, mi ancla, mi última esperanza de vivir. Sin embargo, no es cuestión de pensar y empecinarse en si merecen o no mi consideración, poco me importa eso, el cariño debe ser altruista, imparcial, sin equa num, una condición, sin la cual es imposible desdoblarse, no hace falta permiso para amar, no hace necesario pasaporte o visados especiales, hace falta, el deseo de ver la importancia de que una relación, se conserva por lo menos, por el deseo de una de las dos personas implicadas, o más de una.
No importan las distancias o las consideraciones que los demás tengan acerca de uno, hace falta tener el arraigo suficiente, para querer a aquella, o aquellos, que tú consideres te son necesarios. Digo necesarios y no imprescindibles, nadie es imprescindible, pero todos somos interdependientes aunque sea de una forma indirecta. Vivo gracias a ellos, y ellos gracias a mí, esto es un hecho, puede que alguien piense que es pura metafísica, si es así lo acepto. Lo inaceptable, es, que alguien piense que puede vivir feliz –siempre entre comillas-, por el simple hecho de haber echado de su vida a una persona, ¡que equivocados están los que piensan así!
Va, ese amigo me ha defraudado, lo vomito de mi boca y listos, eso no se puede hacer si la otra parte no quiere, debería estar muerto, para que el tiempo, junto al olvido, ayudaran a pasar página, a otro capítulo de la historia. Es por eso, que sola idea de perder a alguien de los míos, me preocupa, me inquieta, y hasta me conmueve. Sé a quién tengo a mi lado, y si por algún motivo, que siempre sería lógico en el orden de la vida, faltara, la vida continuaría, con mal sabor de boca, cierto, pero continuaría, no hay nada que sea más natural que eso.
Es comparable al nido de un ave, se ausenta durante un tiempo, en determinado momento, otra viene a su nido y lo ocupa, no lo ha robado, solo lo ocupa, estaba vacío. El ave dueña del nido, no tiene otra solución que buscar un nuevo hogar, un lugar donde empollar sus huevos, puede que esto le suceda más veces, puede que, durante toda su vida, tenga que ir volando de acá para allá en busca de un nuevo sitio, pero no se cansa, su supervivencia está en juego, y es evidente que, por una nimiedad así, no va a dejarse vencer. Los animales están dotados de espíritu de vida, es ese espíritu, lo que los hace ejemplares para nosotros, ¿porqué deberíamos ser menos que ellos?
La pérdida, es para los animales, algo normal, forma parte de su forma de vida, ¿somos acaso nosotros diferentes? Nacemos, sea de huevos o paridos en vivo, como ellos, nos amamantan o no, dependiendo de la especie, crecemos y morimos más o menos temprano, y luego, por un fenómeno que todavía la ciencia no ha dado con la clave, morimos, nos vamos depauperando poco a poco hasta el punto de la agonía y la no existencia. Sin embargo, nosotros, los humanos estamos dotados de un elemento clave que los animales no tienen, sentimiento de todo esto. Se sabe por ejemplo de primates y otras especies, que llevan a sus crías muertas consigo durante días y días consigo, nosotros somos conscientes de la muerte, enterramos a nuestros muertos.
Igual de sensibles somos ante la vida, con una diferencia notable con los animales irracionales, ellos viven en su mayoría en manada, nosotros vamos a nuestro aire, no nos importa desprendernos de alguien que no esté de acuerdo con nuestra forma de pensar o actuar. Queremos que todo el mundo a nuestro alrededor, se comporte como nosotros pensamos que debe ser, de no ser así, lo echamos de la manada. Eso se debe a que el hombre, es un animal político, queremos ser los que decidimos, que se nos respete, que se sigan nuestras instrucciones, no toleramos flaquezas, y dejamos que los demás sean fuertes, en la medida que queremos, siempre tendemos a desconsiderar, a aquel que no baila al son que tocamos.
En conjunto, la idea de perder a alguien que amo, me angustia, suscribo la reacción de algunos, que se quitan la vida cuando no encuentran voces a su alrededor, voces ruidosas pero de familia, risas llantos, y muchas otras veces, algarabía en su entorno. Es el ruido de la familia, aquello para lo que estamos concebidos desde el principio, aquello para lo que se nos ha creado como personas. La idea de la soledad por expulsión no es lo más preocupante, lo preocupante es, como se sienten, si sin mí están contentos, vale, pero si consigo mismos, entre ellos hay disensión y pelea… eso si que es muestra de que la vida que llevan, no les complace, es eso lo lamentable.
Por mi parte, la idea de perderte es la que más me inquieta, digo solo que me inquieta, no que me quite el sueño, tengo asumido que la vida da muchos tumbos, giros inesperados, que en definitiva, pueden afectarnos a los dos por igual.


                                                             -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-



No hay comentarios:

Publicar un comentario