PLANTADO
Ya
no hecho de menos el mundo donde vivía, es cosa del pasado, ahora estoy en otra
dimensión y todo, gracias a esperar, a
tener paciencia, y esperar.
Os
cuento: Vivía como cualquier otra persona, con su casa, su familia y sus
amigos. Pero mira tú por donde, un día salí con mi perro de paseo, le gusta
correr, ir tras trozos de pequeños palos que encuentra, a veces te trae unos
trozos de troncos, que la cabeza se le tuerce del peso, pero disfruta como un
poseso. Pues bien, ese día como tantos otros, lo dejé suelto en el campo, salió
disparado como una flecha tras un gazapo que vio, entonces, en mitad de aquel
terreno, resultó haber más conejos, y se volvió medio loco yendo tras ellos.
El
día anterior había estado lloviendo a mares, el terreno estaba blando, muy
blando, después de un buen rato esperando, comencé a silbarle para que
volviera, no aparecía, y sin darme cuenta, sobre aquel solazado rincón, al lado
de un algarrobo, me di cuenta que los pies, se me habían hundido hasta los
tobillos, ¡anda! -pensé por un momento-, ya verás cuando me vea mi mujer, me va
a echar una bronca de no te menees, ¡pero no iba a marcharme de allí sin mi
perro!, el pobrecillo se habría asustado, se habría preguntado donde estaba, a
su manera claro.
Venga
a esperar, tengo bastante paciencia, así que esperé, sin embargo, no podía
desprenderme de todo el barro que me rodeaba, al contrario, me iba hundiendo
más y más a medida que pasaba el tiempo. En un momento determinado, extiendo
los brazos para poder hacer fuerza hacia lo alto, oye, que se me posan un par
de pájaros, gorriones, están festejando creo, se me quitan las ganas de
moverme, ¡están tan bien ahí!, con sus trinos… que alegres son los pájaros.
Leches, cada vez me hundo más, esto comienza a ser serio, y mi perro que no
aparece, grito pidiendo auxilio, pero nadie me contesta, ¡que desesperación…! Ahora
es el pánico el que se apodera de mí, en los dedos de los pies, siento
cosquillas, ¿serán hormigas?, no sé pero es una cosa rara la que siento en mi
cuerpo. Algo no sabría explicar qué es, comienza a adormecerse, me rinde, es
como si me hubieran dado algún calmante fuerte que me mantiene en pie, a la
espera de algo o alguien.
Mi
perro pasa junto a mí después de varias horas, no lo puedo llamar, en ocasiones
basta que le silbe, no puedo silbar. Mis cabellos crecen deprisa, la punta de
mis dedos se alargan, como si quisieran llegar a algún lugar alto, ¡llevo tanto
tiempo hundido en este lodazal…! no me quedan fuerzas para moverme, veo lo que
sucede a mi alrededor, comienzo a observar con el paso del tiempo, lo hermoso
que es el campo.
Con
la noche, el viento cálido del sur, azota mi rostro, me gustaría mirarme en un
espejo para verme, no creo que diera la imagen de tener miedo, no lo siento,
para nada. Me duermo… Al rayar el alba, me despierto, es un despertar simbólico
porque aun dormido he permanecido despierto. Me recuerda a mi perro, que a
veces lo ves con los ojos cerrados, duerme pero no, dormita, siempre está
atento a todos los ruidos, a una puerta que se abre en mitad de la noche cuando
alguien en casa se desvela, o a un interruptor de luz para que se apague o
encienda.
Hoy,
es el primer día de mi nueva vida, pasa un montón de gente alrededor mío, buscan
a alguien, dos chicas con unos chalecos de color naranja chillón, se sientan
apoyándose en mi tronco, no soy demasiado ancho aun, llegan dos personas más con
un perro, ¡mira igualito que el mío! Las arrugas de mi corteza, esbozan una
sonrisa, no sé a que se debe, pero me gusta aquella gente. Si ahora tuviera que
volver a mi casa… ¿por donde tendría que ir?, va, no me preocupa, ¡estoy tan
bien aquí!, formo parte de este hermoso entorno, ¿y la música que a diario
escucho?, es música celestial, eso es, celestial, porque son los pájaros los
que la interpretan. Algunos de ellos no cantan bien, pero ahí está la gracia,
el bosque no sería hermoso, si solo lo poblaran los pájaros que mejor cantan.
Ah…
que delicia la lluvia, estira mi tronco, mis ramas, todo yo crezco, antes de
eso, cuando era humano, cuando no estaba plantado, todo era rutina y desasosiego.
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