domingo, 22 de junio de 2014

EN EL MÁS PROFUNDO MAR.


                                        EN EL MÁS PROFUNDO MAR


No había tormenta ese día, al paso de mi embarcación, algunos peces nadaban alrededor, las dos velas del pequeño bote, iban bien hinchadas, la brisa del mar me acompañaba, estaba triste, acompaño el timón de la embarcación de forma suave, no me importa demasiado el lugar donde vaya a ir.
Tengo solo un propósito, eso es lo que hace, que no depare en el destino al que me dirijo. Solo navego si pudiera decirse así, sin propósito alguno más que fijarme en las aguas oscuras, el lugar donde me parece, que hay más profundidad. No entiendo de navegación, ni de cartas de navegante, no voy equipado con aparato alguno, ni sextante ni nada que se le parezca, por no llevar, no llevo ni brújula, imprescindible para cualquier marinero con dos dedos de frente.
Cuando solté amarras en el puerto, lo hice sin aliciente alguno, con tristeza, si alguien me ha visto zarpar, habrá pensado que soy un pobre diablo que sale para presumir de barco, o se puede haber planteado el porqué voy solo. Solo yo sé las razones, que me llevan a este encuentro con las simas marinas, ¿a quién le puede importar lo que haga o el porqué?
Solo uno mismo sabe las razones de lo que hace, puede que ni eso, sin embargo es una decisión personal e intransferible la que he determinado tomar.
Sin testigos, solo una gaviota viajera que está posada en la baranda de popa, mira, no creo que tenga interés en saber lo que voy a hacer. Me desnudo completamente y desde la proa, una vez anclado el barco, me sumerjo en el agua, está fría, ahora que siento, un escalofrío que recorre todo mi cuerpo, me acuerdo que estamos a comienzos de marzo. Buceo hasta que los pulmones me exigen subir de nuevo a la superficie, miro por curiosidad hacia el barco, y todavía está la gaviota curiosa en el mismo sitio de antes, no he conseguido nada. Después de un momento de reposo, cojo aire nuevo en los pulmones y me sumerjo de nuevo, esta vez lo hago con calma, dosificando el aire que me queda en el cuerpo, y buceo, buceo…
No siento frio alguno cuando salgo del agua, por la escalerilla, subo de nuevo al barco. Estoy feliz, lo siento, noto en mi interior, como si hubiera hecho un viaje a través de mi propia historia. Sí eso es, eso es lo que siento, ¿qué ha sucedido, porqué me siento así de pronto?, tengo que desanclar el barco y volver a puerto, no me importa tardar una eternidad, lo digo en serio, me lo digo a mí mismo, no busco sendero alguno en el mar, no le hay, solo el surco de la proa del barco que abre las aguas, y después de su paso, se cierran de nuevo sobre si mismas.
El sol comienza a subir rápidamente, con el paso del tiempo, mi mente comienza a repasar el acontecimiento.
Ahora lo veo todo claro, como el agua que contemplo, que poco a poco, se hace menos profunda, eso significa que vuelvo a puerto, por intuición, no sé ni como lo he logrado pero comienzo a ver la costa. Antes de salir del puerto, estaba intoxicado de pasado, de recuerdos, de melancolías, claro, por eso estaba tan triste, por eso no comía ni bebía últimamente, me estaba auto destruyendo. Ha sido tirarme al mar, al lugar más profundo que he encontrado, y buceando, nadando y haciendo maniobras como si de un delfín se tratara, he ido vaciando mi alma de malos recuerdos. Me he bautizado de nuevo, esta vez prometiéndome a mi mismo, no formar parte de una nueva iglesia, me he vestido de nuevo con mi propia determinación.
Si alguien me pregunta cuando llegue a puerto, que es lo que me ha pasado, que vuelvo como otra persona no contestaré a nadie, solo les daré las buenas tardes, con cara de felicidad, ese pozo de mar donde he estado, me ha ayudado a comprender, que no hay nada más importante que vivir a tú lado, de manera que voy en tu busca.



                                                                -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- 

No hay comentarios:

Publicar un comentario