EL
INQUILINO.
Allá que fue en busca de un piso donde vivir, Lucas. En la
inmobiliaria le han dicho que tienen lo que él anda buscando, ¡después de tanto
tiempo…! Hasta ahora ha vivido en una habitación, un piso de estos que son
compartidos con otras cuatro personas, surgieron problemas con el uso de la
cocina, los turnos para el baño, hasta para tender la ropa ha tenido alguna
discusión.
De
manera que ha decidido alquilar un apartamento, un estudio pequeño, le ha costado
lo suyo, porque esta parte de la ciudad, esta clase de pisos van buscados, son
de precios más asequibles y hay mucha demanda. Ha quedado a las once de la
mañana con la agente inmobiliaria, antes de que sea la hora, ya está allí,
delante de la puerta para no hacer tarde.
Se
levanta la persiana metálica de la inmobiliaria, las dos agentes entran, vienen
de tomar un café en la cafetería de enfrente de la tienda.
-Hola
buenos días, ¿te acuerdas de mí?
-Si
claro, tú, eres Lucas, déjame que introduzca unos datos en el ordenador y
enseguida estoy contigo.
-Vale
Inma, no hay prisa, hoy he pedido fiesta, asuntos personales, le he dicho al
jefe.
-Que
suerte, nosotras no podemos hacer eso, estamos aquí de lunes a sábado, solo
tenemos fiesta el domingo, somos esclavas puñetas.
-Ja,ja,ja,
va, ya será menos.
Mientras
Rosa, ya está trabajando con el ordenador, escribe a la velocidad del
relámpago, esta chica debe de saber un rato del tema, toca las teclas sin
mirarlas, no parece que haga correcciones ni borrados. Inma después de diez
minutos, coge el bolso y las llaves del coche, bajo el brazo, lleva una
carpeta.
-Te
voy a enseñar dos pisos, tienen las mismas características los dos, la
diferencia, es que, uno es diez metros cuadrados, más grande que el otro, pero
están en la misma manzana, uno es casi nuevo y el otro remozado, pero los dos,
son dos pisos de bandera.
-Ya
ves, para mi solo no ambiciono tener mucho espacio, al fin y al cabo, tengo
poco equipaje.
-Bueno
hombre, pero aun así, si tienes un poco más de amplitud por el mismo precio…
-A
claro, eso si es verdad, precio por precio, zapatos grandes.
Entran
en la escalera de un edificio de tres plantas, la escalera da gozo verla,
mármoles y suelos antideslizantes, un espejo que domina la parte lateral
izquierda de la entrada, al otro lado una gran planta natural, marquesas les
llaman, con hojas grandes y verdes, parece artificial de lo bonita que es.
Suben a la tercera planta con el ascensor, un ascensor moderno y del que se
sale por la parte trasera del mismo, piso tercero, abre la puerta de seguridad,
es un piso con mucha claridad después de subir las persianas, una gozada, entra
luz por todas partes.
-Oye,
mola este piso, ¿Cuánto dices que cuesta el alquiler de este?
-Trescientos
euros con la comunidad incluida, no está mal ¿no te parece?
-Nada
mal, es precioso, además tiene un poco de terraza, por lo que veo no han
estrenado los muebles de la terraza…
-No,
los compraron porque los otros ya estaban bastante mal, la gente que había
antes no se cuidó de ellos, los tenían apilados contra la baranda y se
estropearon, como tenían niños, les hicieron sitio ahí para que jugaran, creo
que la terraza no la usaron para el uso que tiene.
-Vamos
a ver el baño Inma, ho que chulo, y es amplio, veo que el piso tiene doble
acristalamiento.
-Sí,
todas las ventanas que dan a la calle lo tiene. Pues ahora verás el dormitorio,
es una pasada.
-Vaya
que lo es, oye, no me digas que el colchón también es nuevo.
-Si
señor, hay lo tienes, todavía con su funda de plástico. Esta gente cuando alquila
algo lo alquila bien. Mira aquí al lado tiene como si fuera una especie de
pequeña habitación que puede servirte de vestidor, como ves, todo pintado de
nuevo. Vamos a ver la cocina, ¿Qué te parece?
-Va,
me sobra espacio, muy guay.
-La
lavadora secadora también es nueva, la otra perdía agua, y antes de repararla
prefirieron comprar una nueva. Bueno ¿Qué me dices?
-No
vamos a ver el otro Inma, prefiero este.
-Como
quieras, pero a lo mejor el otro te gusta más.
-Lo
dejo a tu criterio, ¿con cual de los dos te quedarías?
-Hombre,
tomar una decisión por otra persona es difícil, pero me aventuro a decir que
este te gustará bastante más que el otro, allí hay más vecinos, hay cinco
plantas y cuatro puertas por rellano, como te diría yo… es otra cosa, mucho más
bullicioso, lo habita otra clase de personas.
-Nada,
me quedo con este, pero en las condiciones que hablamos, un mes de depósito y
el corriente ¿vale?
-No
sabes nada… por mí, lo que digan los dueños, si habéis quedado así, así será.
Lo
que Lucas no sabe, es que ese piso es algo misterioso, se da cuenta en cuanto
llega con las maletas ayudado por una pareja de amigos. Al día siguiente,
celebran una pequeña fiesta sin armar jaleo, una cena a base de pizzas, un
aperitivo y unas cervezas. Todos sin excepción aplauden la decisión de que
Lucas haya alquilado ese piso, se han paseado por todas las habitaciones,
bromean con Lucas, acerca de los posibles planes, que ahora podrá tener, trae
chicas a su piso, ligará más le dicen. El sin embargo, se toma esto, con absoluta
indiferencia, no es de esos, le gusta la intimidad, incluso sin que nadie sepa
nada de eso, habla consigo mismo, no es que esté loco, solo que, le gusta
conversar con alguien de confianza, y más de la que tiene con él mismo, no la
tiene con nadie.
Alguien
pudiera pensar que esto no es normal, pero con la mano en el pecho, ¿quién no
ha a echo esto alguna vez, más todavía, quién no tiene este hábito? Nadie dice
que todo el mundo lo haga, pero muchos sí, más de los que nos pensamos. Como
sea que Lucas hace esto en su casa de
forma frecuente, sin darse ni cuenta, resulta que el inquilino, ahora se
encuentra acompañado por las cosas de la casa en sus conversaciones. De vez en
cuando, cuando se levanta por la mañana y se mira en el espejo del baño, este
le dice…
-Oye
tío avisa, que me has pegado un susto de cojones, está uno aquí tan tranquilo
haber si pilla un rayo de sol para reflejarlo, y vas tú y entras sin avisar,
vaya huevos…
Lucas
contesta por lo bajinis, pero no le da importancia alguna, sigue con su afeitado
y su ducha diaria. Se dirige a la cocina y descorre la ventana para que entre
el aire…
-Si
señor di que sí, como pagas el alquiler, te crees que todo el monte es orégano,
si me resfrío te enteras mamón.
Esto
son cosas de mi cabeza –piensa-, ahora resulta que me hablan las cosas de la
casa, ¿haber si me estoy volviendo majara? Sigue a su bola, prepara el
bocadillo para llevar y prepara mientras la cafetera, parece que al manipular
los elementos de la casa, sea esto platos cazuelas, la propia cocina, hasta la
lavadora que cuando la pone en funcionamiento, le hace saber que espere a
mañana, porque tiene la cabeza como un bombo. Llega un momento en el que se
pregunta si esto está yendo demasiado lejos, a lo mejor, si hubiera escogido el
otro piso…, no, nada de eso, está convencido que esto, es una condición de su
coco, al final tendrá que ir al neurólogo.
Cuando
sale de casa respira hondo, no es como si abandonara el infierno, no, es más,
como si al salir a la calle, disfrutara más y mejor, de todo cuanto le rodea,
hasta cuando llega a la sastrería, lo ven más contento, más predispuesto a
trabajar, con más ganas. Oye que el ser inquilino de su propio piso lo ha
transformado, ahora es más persona, conversa con los demás, parece que renace
una especie de aprecio entre los compañeros y él. El dueño no sale de su
asombro, le pregunta a que se debe este cambio, y Lucas le contesta… Es que
tengo piso propio, y hablo mucho con todo lo que me rodea allí dentro.
-Me
dejas de piedra, explícate por favor.
-Pues
mire usted, resulta que parece que todo lo que me rodea en mi casa, desde las
sillas hasta las persianas, tienen algo que decirme, de modo que yo las escucho
y terminamos la mar de avenidos.
-Joder
Lucas que miedo me estás dando chaval.
-No
tema, si soy la mar de feliz, le voy a decir una cosa que puede que le parezca
una sandez. Si pudiera, me los llevaba de vacaciones, al fin y al cabo, son
todas esas cosas las que me procuran el confort que tengo ahora.
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