jueves, 12 de junio de 2014

EL INQUILINO.


                                   EL INQUILINO.


Allá que fue en busca de un piso donde vivir, Lucas. En la inmobiliaria le han dicho que tienen lo que él anda buscando, ¡después de tanto tiempo…! Hasta ahora ha vivido en una habitación, un piso de estos que son compartidos con otras cuatro personas, surgieron problemas con el uso de la cocina, los turnos para el baño, hasta para tender la ropa ha tenido alguna discusión.
De manera que ha decidido alquilar un apartamento, un estudio pequeño, le ha costado lo suyo, porque esta parte de la ciudad, esta clase de pisos van buscados, son de precios más asequibles y hay mucha demanda. Ha quedado a las once de la mañana con la agente inmobiliaria, antes de que sea la hora, ya está allí, delante de la puerta para no hacer tarde.
Se levanta la persiana metálica de la inmobiliaria, las dos agentes entran, vienen de tomar un café en la cafetería de enfrente de la tienda.
-Hola buenos días, ¿te acuerdas de mí?
-Si claro, tú, eres Lucas, déjame que introduzca unos datos en el ordenador y enseguida estoy contigo.
-Vale Inma, no hay prisa, hoy he pedido fiesta, asuntos personales, le he dicho al jefe.
-Que suerte, nosotras no podemos hacer eso, estamos aquí de lunes a sábado, solo tenemos fiesta el domingo, somos esclavas puñetas.
-Ja,ja,ja, va, ya será menos.
Mientras Rosa, ya está trabajando con el ordenador, escribe a la velocidad del relámpago, esta chica debe de saber un rato del tema, toca las teclas sin mirarlas, no parece que haga correcciones ni borrados. Inma después de diez minutos, coge el bolso y las llaves del coche, bajo el brazo, lleva una carpeta.
-Te voy a enseñar dos pisos, tienen las mismas características los dos, la diferencia, es que, uno es diez metros cuadrados, más grande que el otro, pero están en la misma manzana, uno es casi nuevo y el otro remozado, pero los dos, son dos pisos de bandera.
-Ya ves, para mi solo no ambiciono tener mucho espacio, al fin y al cabo, tengo poco equipaje.
-Bueno hombre, pero aun así, si tienes un poco más de amplitud por el mismo precio…
-A claro, eso si es verdad, precio por precio, zapatos grandes.
Entran en la escalera de un edificio de tres plantas, la escalera da gozo verla, mármoles y suelos antideslizantes, un espejo que domina la parte lateral izquierda de la entrada, al otro lado una gran planta natural, marquesas les llaman, con hojas grandes y verdes, parece artificial de lo bonita que es. Suben a la tercera planta con el ascensor, un ascensor moderno y del que se sale por la parte trasera del mismo, piso tercero, abre la puerta de seguridad, es un piso con mucha claridad después de subir las persianas, una gozada, entra luz por todas partes.
-Oye, mola este piso, ¿Cuánto dices que cuesta el alquiler de este?
-Trescientos euros con la comunidad incluida, no está mal ¿no te parece?
-Nada mal, es precioso, además tiene un poco de terraza, por lo que veo no han estrenado los muebles de la terraza…
-No, los compraron porque los otros ya estaban bastante mal, la gente que había antes no se cuidó de ellos, los tenían apilados contra la baranda y se estropearon, como tenían niños, les hicieron sitio ahí para que jugaran, creo que la terraza no la usaron para el uso que tiene.
-Vamos a ver el baño Inma, ho que chulo, y es amplio, veo que el piso tiene doble acristalamiento.
-Sí, todas las ventanas que dan a la calle lo tiene. Pues ahora verás el dormitorio, es una pasada.
-Vaya que lo es, oye, no me digas que el colchón también es nuevo.
-Si señor, hay lo tienes, todavía con su funda de plástico. Esta gente cuando alquila algo lo alquila bien. Mira aquí al lado tiene como si fuera una especie de pequeña habitación que puede servirte de vestidor, como ves, todo pintado de nuevo. Vamos a ver la cocina, ¿Qué te parece?
-Va, me sobra espacio, muy guay.
-La lavadora secadora también es nueva, la otra perdía agua, y antes de repararla prefirieron comprar una nueva. Bueno ¿Qué me dices?
-No vamos a ver el otro Inma, prefiero este.
-Como quieras, pero a lo mejor el otro te gusta más.
-Lo dejo a tu criterio, ¿con cual de los dos te quedarías?
-Hombre, tomar una decisión por otra persona es difícil, pero me aventuro a decir que este te gustará bastante más que el otro, allí hay más vecinos, hay cinco plantas y cuatro puertas por rellano, como te diría yo… es otra cosa, mucho más bullicioso, lo habita otra clase de personas.
-Nada, me quedo con este, pero en las condiciones que hablamos, un mes de depósito y el corriente ¿vale?
-No sabes nada… por mí, lo que digan los dueños, si habéis quedado así, así será.
Lo que Lucas no sabe, es que ese piso es algo misterioso, se da cuenta en cuanto llega con las maletas ayudado por una pareja de amigos. Al día siguiente, celebran una pequeña fiesta sin armar jaleo, una cena a base de pizzas, un aperitivo y unas cervezas. Todos sin excepción aplauden la decisión de que Lucas haya alquilado ese piso, se han paseado por todas las habitaciones, bromean con Lucas, acerca de los posibles planes, que ahora podrá tener, trae chicas a su piso, ligará más le dicen. El sin embargo, se toma esto, con absoluta indiferencia, no es de esos, le gusta la intimidad, incluso sin que nadie sepa nada de eso, habla consigo mismo, no es que esté loco, solo que, le gusta conversar con alguien de confianza, y más de la que tiene con él mismo, no la tiene con nadie.
Alguien pudiera pensar que esto no es normal, pero con la mano en el pecho, ¿quién no ha a echo esto alguna vez, más todavía, quién no tiene este hábito? Nadie dice que todo el mundo lo haga, pero muchos sí, más de los que nos pensamos. Como sea que Lucas hace esto en su casa de  forma frecuente, sin darse ni cuenta, resulta que el inquilino, ahora se encuentra acompañado por las cosas de la casa en sus conversaciones. De vez en cuando, cuando se levanta por la mañana y se mira en el espejo del baño, este le dice…
-Oye tío avisa, que me has pegado un susto de cojones, está uno aquí tan tranquilo haber si pilla un rayo de sol para reflejarlo, y vas tú y entras sin avisar, vaya huevos…
Lucas contesta por lo bajinis, pero no le da importancia alguna, sigue con su afeitado y su ducha diaria. Se dirige a la cocina y descorre la ventana para que entre el aire…
-Si señor di que sí, como pagas el alquiler, te crees que todo el monte es orégano, si me resfrío te enteras mamón.
Esto son cosas de mi cabeza –piensa-, ahora resulta que me hablan las cosas de la casa, ¿haber si me estoy volviendo majara? Sigue a su bola, prepara el bocadillo para llevar y prepara mientras la cafetera, parece que al manipular los elementos de la casa, sea esto platos cazuelas, la propia cocina, hasta la lavadora que cuando la pone en funcionamiento, le hace saber que espere a mañana, porque tiene la cabeza como un bombo. Llega un momento en el que se pregunta si esto está yendo demasiado lejos, a lo mejor, si hubiera escogido el otro piso…, no, nada de eso, está convencido que esto, es una condición de su coco, al final tendrá que ir al neurólogo.
Cuando sale de casa respira hondo, no es como si abandonara el infierno, no, es más, como si al salir a la calle, disfrutara más y mejor, de todo cuanto le rodea, hasta cuando llega a la sastrería, lo ven más contento, más predispuesto a trabajar, con más ganas. Oye que el ser inquilino de su propio piso lo ha transformado, ahora es más persona, conversa con los demás, parece que renace una especie de aprecio entre los compañeros y él. El dueño no sale de su asombro, le pregunta a que se debe este cambio, y Lucas le contesta… Es que tengo piso propio, y hablo mucho con todo lo que me rodea allí dentro.
-Me dejas de piedra, explícate por favor.
-Pues mire usted, resulta que parece que todo lo que me rodea en mi casa, desde las sillas hasta las persianas, tienen algo que decirme, de modo que yo las escucho y terminamos la mar de avenidos.
-Joder Lucas que miedo me estás dando chaval.
-No tema, si soy la mar de feliz, le voy a decir una cosa que puede que le parezca una sandez. Si pudiera, me los llevaba de vacaciones, al fin y al cabo, son todas esas cosas las que me procuran el confort que tengo ahora.



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