ORO PURO
Que
hay más puro que el oro, que de más valioso. La tierra tiene en sus entrañas
muchas cosas hermosas, piedras preciosas, corales rarísimos que también son muy
valiosos, pero como el oro… no hay nada.
Recorre
grandes caminos, hasta llegar a lugares, donde parece esconderse del calor y de
los fríos. Hay que cavar la tierra, profundizar en sus entrañas para dar con
ese don precioso, oro puro.
Así
eres tú hermosa mía, así de reluciente y cara, brillo desenterrado para no
volver jamás a tu antiguo entorno. Ahora estás aquí conmigo, yo te he adquirido
y no te pienso soltar. No te apures no te vendo, eres demasiado preciosa para
mí, como esas escasas perlas negras que en contadas ocasiones se encuentran.
Te
amo dulce amor mío, antes solo te quería, ahora ya no es eso, sueño contigo
despierto, a veces dicen la gente que voy bebido por la calle, no es cierto tu
bien lo sabes, quisiera estar borracho de ti eso es cierto, me ven hablando
solo, dando algún que otro traspiés, también aciertan en esto. Es todo por
culpa tuya que me tienes hechizado, me llevas por donde quieres sin reparar en
el daño.
¡Te
extraño tanto amor!, te ansío tanto, que ya ni siquiera duermo, pensando que te
voy a ver mañana temprano. Tesoro amable,
luz caprichosa y sutil, encanto de los ambiciosos traficantes de almas.
Sabedlo
todos, es un aviso, que si alguien la molesta, le arrancaré el corazón y aun
latiendo lo enterraré bajo tierra. Adviérteles tú también amor mío, desde aquí
poco más que lo que hago puedo hacer.
A
todos pues aconsejo… dejadle camino franco, que nadie merece pisar después, por
donde ella pasa. Y os recomiendo algo por vuestro propio bien, no la miréis contra
sol, sino queréis quedar ciegos, porque es tal la pureza de su dorada figura,
que no podréis recobrar la vista jamás, iréis palpando por calles y plazas
perdidos y solos, gritando ¡piedad…!
Jamás
se me olvidará aquel día, en el que me ofreciste tus labios para poderlos
besar, oh dioses, que favor me hicisteis entonces, cuando me la ofrecisteis sacándola
del barro, junto al lecho de aquel rio.
Ahora
de vez en cuando te veo, pero… ¡se me hace tan largo el camino…! que ha veces
me cuesta esperar. Tengo este tu rincón en mi casa para cuando quieras venir,
no te tardes por favor, te necesito tanto, que el sufrimiento se hace pesado,
como una rueda de molino atada a mis espaldas.
Sí
lo sé, soy demasiado insistente, hasta el hartazgo, lo sé. No puedo vivir sin
ti, voy por la calle con la mano extendida como si llevara la tuya cogida, ¡eres tan valiosa!, oro puro eres
para mi dulce amor mío, te estoy esperando. Perdona a este pobre loco, por ti
lo estoy, tesoro mío.
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