DEMASIADO
CORAZÓN.
¡Pobre mujer, cómo sufrió para poder parir aquella niña…! no
sé, pero me parece que me dijo un día, que su madre había tardado casi todo un
día para traerla al mundo. ¡Que son horas de parto he!
Cuando
al final vio la luz la criatura, descansó medio hospital, normal, imagínate a
una persona gritando y maldiciendo de dolores que tenía la pobre… Pero le tocó
malos padres, me explico, los padres eran los dos muy buenos, malos digo, en el
sentido, que desde pequeñita, la consintieron mucho. Se veía a todas luces que
la madre especialmente, porque fue la que más sufrió por ella, no le dejaría
las bridas sueltas.
Muy
rígida aquella mujer, hacía lo que podía, lo que seguramente le habían enseñado.
Era una transmisora de la educación que le habían dado a ella, eso de por sí,
no es malo. Pero la niña se hacía mayor, crecía y lo hacía controlada por la
madre especialmente, el padre, era un hombre especialmente amante de su mujer y
su hija, de manera que consentía por ver este que su mujer hacía lo mejor para
su hija.
Esa
niña tan querida, llegó un día en el que quería volar fuera del nido, como todo
el mundo que crece, ensayar con las alas, probar si funcionaban y le eran
útiles. Pero la madre no estaba dispuesta a dejar que lo hiciera, hay mucho mal
ahí afuera, y tenía razón.
Se
presentaba para un trabajo…, a los cuatro días tenía que dejarlo porque su
madre se ponía enferma, lo perdía. Se presentaba en otro, tres cuartos de lo
mismo, así creció, se desarrolló y en consecuencia sufrió.
Cuando
me lo contó por primera vez, -aunque yo ya la conocía entonces pero
superficialmente-, saqué una conclusión. O la madre no consentía que se fuera
de casa –hay que contar que perdieron a otra hija-, o aquella joven tenía una
cualidad inaudita. Un corazón que no le cabía en el pecho. Las dos cosas fueron
ciertas. Aunque de las dos conclusiones, la más importante es para mí, que
dentro de ese frágil cuerpo que tiene, no le cabe el corazón inmenso que
heredó.
Casada
años más tarde, tuvo tres hijos, querer a sus hijos es decir demasiado poco de
ella, jamás he visto a mujer igual a ella, lo que se gasta por sus hijos es de
titanes. Lo que trabajó por ellos siendo los tres pequeños, ha sido uno de sus
mayores atractivos.
Demasiado
corazón…, aunque nunca es malo tener demasiado corazón, pero en su caso en
concreto, ahora recoge los frutos de tanto amor y cariño por ellos. ¡Cuánto deben
de quererla…! Ahora, ya todos mayores, y con hijos, dos de ellos, se apasiona
por sus nietos, da todo el esfuerzo por bien empleado, noches sin dormir, miles
de horas trabajando para criarlos, bendito esfuerzo el suyo.
Envidio
a madres así, las admiro, son personas a las que el trabajo duro no les
importa, ni su futuro, anteponen a sus hijos delante de todo, los maridos
podemos fallar, como todo el mundo, pero ella no falla, puede que en esta
entrega desmedida haya confundido objetivos, no soy nadie para juzgar esto, a
mí no me gustaría que me juzgaran por ser un buen padre.
Quiero
a estas madres, sobre todo a ella, no la cambiaría ni por todas las riquezas de
este mundo, ¿Qué hay que pueda ser más valioso que un gran corazón?
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