UNA PUESTA DE SOL
CUALQUIERA
Cuantos
poetas no se habrán inspirado en las puestas de sol para escribir un poema,
cuantos crepúsculos, diversificados por los colores de la estación que
corresponde, les habrá dado el pretexto para ese verso único, casi sagrado, que
a través de los tiempos se ha conservado, como una de las partes amables que
tiene la vida, la puesta de sol, el anochecer, cuando el sol se esconde por
poniente, cuando aparecen otras luces, otras sombras.
Aunque
lo cierto es, que para la mayoría de los hombres, cualquier puesta de sol es
sencillamente normal, sea verano o invierno, otoño o primavera, los crepúsculos
pasan inadvertidos para cualquiera. Estamos entre bloques de hormigón en las
calles, deambulando, yendo a casa después del trabajo, la oscuridad que llega
de pronto, nos acelera el paso, miramos el reloj y pensamos, que vaya día hemos
pasado.
Hay
que llegar pronto a casa, o por lo menos al bar, a tomar la cerveza con los
amigos, porque el sol ya ha dado de sí todo lo que ha podido, llega la noche,
con ella, comienzan a llegar el sosiego, y la espera de que vuelva a amanecer,
para que al cabo de pocas horas llegue de nuevo otra puesta de sol. No hay que
pensar que por ello, los días pasan deprisa, que la vida es un breve recorte
del tiempo, no, nada de eso es cierto, el sol marca unas pautas, pero aun
cuando estas desaparecen, el día sigue glorioso, diferente, solo que,
probablemente no nos hemos fijado en la puesta de sol.
Día
a día, cada puesta de sol es diferente, como los copos de nieve, caen desde el
cielo por miles de millones pero aunque todos se puedan parecer, ninguno de
ellos es igual, todos tienen su propia anatomía, su composición, su propia
identidad.
Siempre
recomiendo en la medida de lo posible, que si alguien tiene la oportunidad de
observar la puesta de sol, deje cuanto esté haciendo y la observe, piense en
ella, reflexione que no es solo parte de nuestra vida diaria, es mucho más que
todo esto, es un modo mediante el cual se mide el tiempo, la razón de todas las
cosas. Tengo conocidos que viven en casas esplendorosas, y una de las cosas que
las convierte en esto, es el hecho de que cada día ven el sol, algunas de
ellas, están situadas de tal modo, que ven el nacimiento del sol diariamente,
luego, por el otro extremo del horizonte, como se pone.
Curiosamente,
de todos los miembros de estas mansiones, casas fastuosas, los únicos que
realmente disfrutan de las puestas de sol, son los animales de compañía que
tienen, sus mascotas, echados sobre el césped del jardín, dormitando que no
durmiendo, gozan de este magnífico privilegio, el crepúsculo. Lo disfrutan
porque lo ven cada día sin inquietud alguna, sin espanto por vivir, por
trabajar, viven para disfrutar de lo que la naturaleza les da, el paso del sol
en medio del cielo, no hay nada más para ellos, ni nada menos.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario