domingo, 8 de junio de 2014

UNA PUESTA DE SOL CUALQUIERA.


                              UNA PUESTA DE SOL CUALQUIERA


Cuantos poetas no se habrán inspirado en las puestas de sol para escribir un poema, cuantos crepúsculos, diversificados por los colores de la estación que corresponde, les habrá dado el pretexto para ese verso único, casi sagrado, que a través de los tiempos se ha conservado, como una de las partes amables que tiene la vida, la puesta de sol, el anochecer, cuando el sol se esconde por poniente, cuando aparecen otras luces, otras sombras.
Aunque lo cierto es, que para la mayoría de los hombres, cualquier puesta de sol es sencillamente normal, sea verano o invierno, otoño o primavera, los crepúsculos pasan inadvertidos para cualquiera. Estamos entre bloques de hormigón en las calles, deambulando, yendo a casa después del trabajo, la oscuridad que llega de pronto, nos acelera el paso, miramos el reloj y pensamos, que vaya día hemos pasado.
Hay que llegar pronto a casa, o por lo menos al bar, a tomar la cerveza con los amigos, porque el sol ya ha dado de sí todo lo que ha podido, llega la noche, con ella, comienzan a llegar el sosiego, y la espera de que vuelva a amanecer, para que al cabo de pocas horas llegue de nuevo otra puesta de sol. No hay que pensar que por ello, los días pasan deprisa, que la vida es un breve recorte del tiempo, no, nada de eso es cierto, el sol marca unas pautas, pero aun cuando estas desaparecen, el día sigue glorioso, diferente, solo que, probablemente no nos hemos fijado en la puesta de sol.
Día a día, cada puesta de sol es diferente, como los copos de nieve, caen desde el cielo por miles de millones pero aunque todos se puedan parecer, ninguno de ellos es igual, todos tienen su propia anatomía, su composición, su propia identidad.
Siempre recomiendo en la medida de lo posible, que si alguien tiene la oportunidad de observar la puesta de sol, deje cuanto esté haciendo y la observe, piense en ella, reflexione que no es solo parte de nuestra vida diaria, es mucho más que todo esto, es un modo mediante el cual se mide el tiempo, la razón de todas las cosas. Tengo conocidos que viven en casas esplendorosas, y una de las cosas que las convierte en esto, es el hecho de que cada día ven el sol, algunas de ellas, están situadas de tal modo, que ven el nacimiento del sol diariamente, luego, por el otro extremo del horizonte, como se pone.
Curiosamente, de todos los miembros de estas mansiones, casas fastuosas, los únicos que realmente disfrutan de las puestas de sol, son los animales de compañía que tienen, sus mascotas, echados sobre el césped del jardín, dormitando que no durmiendo, gozan de este magnífico privilegio, el crepúsculo. Lo disfrutan porque lo ven cada día sin inquietud alguna, sin espanto por vivir, por trabajar, viven para disfrutar de lo que la naturaleza les da, el paso del sol en medio del cielo, no hay nada más para ellos, ni nada menos.


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